Gerena - Sevilla

HOY HE VENIDO.

Hoy sé por qué he venido.
Aquí estoy.
A solas con tu nombre,
como tus manos con la tiza,
a solas.
De soledades vivo,
de soledades plena.
Y ante el desorden de mi alma,
hoy sé por qué he venido.
Necesito la luz y la frescura
de tu pintura viva.
En tus manos fluye
la vida cotidiana,
que alivia la metáfora
cansada de mis huesos.
Ya sé por qué he venido.
Como bien sabes, hoy, te necesitaba.

Un abrazo de: Alicia García Gómez.

precioso, ademas vas a ser poeta alicia

Amigo-a desconocido:
Como he visto que aparte de las "guerras absurdas" comenzadas en este foro, te gusta la poesía, te mando un poema mío de tinte surrealista y temática social que espero te guste.
Ganó el Primer Premio Nacional de Poesía "Ciudad de Cantillana" en el año 2005.
La poesía (a diferencia de lo que muchos creen), no solo nos inspira sentimientos relacionados con el amor, sino con las injusticias sociales, con la soledad, con el desamor, con el arte (como mi poema a Mª Dolores Gil), y con un largo etc...
Así, pues, en estos versos va un trocito de mi alma. Espero que te gusten: Alicia García Gómez.

El TÓPICO DE LA UTOPÍA

I

Se reunió en asamblea el hombre con sus dientes,

examinó su angustia, extrajo

el corazón del pecho: ¡nunca! –dijo-

jamás la violencia.

Apareció un niño de pronto –alzó la mano-

lloró, pidió pan, rompió el discurso.

Reventó el orador, huyó la masa,

el mapa apareció como hormiguero enloquecido.

-Jamás la violencia- dijeron en la huída.

Llovió el invierno a mares plagas y hambre.

Se extendió la miseria como gas venenoso.

Se organizó el socorro en procesiones

para exhibir bondades del más puro teatro.

Los muertos se apilaban.

Pero nunca, jamás, más violencia.

La próxima representación: ¿Cuándo?...






II

...Y se cumplió el presagio:

un teatro dantesco sobrevino...


Rosario de discursos

y camisas planchadas,

y un duro y nuevo invierno

lloviendo hambre y plagas.

Y los niños muriendo,

sin preguntarse nada,

aceptando silencios

de barrigas hinchadas

por caviares y vinos,

ganados con resacas.

Y en nuestras reflexiones

impotencia en el alma,

esperando algún grito que diga:

¡Basta ya, por Dios, basta!