Un rayo de sol. Al colocarme las gafas protectoras y salir al exterior, la potente luz del sol se vuelve verde. Me enfrento al paisaje desértico de Mad Max. Un bosque de espejos apunta a una inmensa torre, la más alta construcción civil de Andalucía, 147 metros, y en su cúspide centellea el metal devolviendo al espacio haces refulgentes que se asemejan a las luminosas representaciones de un dios bíblico. Se puede ver desde la A-4 como si se tratara de un avistamiento marciano. Me encuentro en Fuentes de Andalucía, en la finca La Monclova, a medio camino entre Carmona y Écija, friéndome en la sartén de Andalucía, dentro de una planta termosolar única en el mundo, la que Sener levantó como proyecto piloto de una novedosa tecnología que permite generar energía 24 horas al día, haya sol o no lo haya. Un proyecto piloto de 220 millones de euros. La entrada ya anuncia emociones fuertes. Las medidas de seguridad recuerdan aquellas películas de serie B en las que, en mitad de la nada, se levantaban unas instalaciones en las que se investigaba la vida extraterrestre. Es lo que los trabajadores de Torresol Energy, el nombre que figura en el cartel de la carretera asfaltada expresamente para esta planta, llaman el protocolo. Y el protocolo de seguridad cuida hasta el último detalle. El edificio de oficinas, como no podía ser de otro modo, está bañado de luz. En el vestíbulo cuelgan dibujos infantiles. Es la interpretación de los escolares de este centro futurista. Uno de los niños ha dibujado en lo alto de la torre un sol redondo y amarillo incrustado como si fuera un chupa chups de plátano. En un lugar destacado de esta austera decoración, la foto del día de la inauguración en la que se encuentra en el centro el Rey rodeado de los inversores árabes de Abu Dabhi. Por allí, me cuentan, también andaba Enzo Ferrari, el capo del caballino, el jefe de Fernando Alonso. Los artífices de esta inversión son Sener, un grupo vasco dedicado a la ingeniería desde 1956, año de su fundación como una empresa vinculada al sector naval, y Masdar, la compañía pública de Abu Dabhi que invierte en proyectos de energías renovables por todo el mundo. Ignacio Grimaldi, director regional de Torresol Energy, mi cicerone, explica ante unos paneles el funcionamiento de la planta, cómo todo este tinglado genera energía, energía limpia: "El funcionamiento es muy sencillo, aunque pueda despistar el tamaño. Consiste en un campo de heliostatos que concentran la radiación solar en un receptor central situado en lo alto de la torre. Por este receptor circula un fluido de sales fundidas que se calienta y se emplea para vaporizar agua que pasa a una turbina y acciona el generador". Sol. Sal. Energía. Sencillo. A continuación, nos dirigimos hacia la torre, inmensa como un cohete en Cabo Cañaveral. Observo en el bosque de heliostatos que atravesamos pequeños coches naranjas de los operarios que dan la escala de la enormidad de los espejos que, dispuestos en forma de media luna, se extienden a lo largo de casi dos kilómetros. En total, 2.650 paneles. Pregunto si subiremos a lo alto de la torre y Grimaldi se ríe: "¿A lo alto? La temperatura arriba se acerca a los mil grados, no es recomendable". El cilindro de una aleación del acero que recibe los rayos que le envían los espejos, el receptor, es, a esta temperatura, blandiblub que, cuando caiga el sol, recuperará su rigidez. El material, negro como el tizón pese a su apariencia plateada de estas horas del día, es una aportación de la ingeniería aeronáutica. En la distancia parece escupir despojos de cuervos, pero es una ilusión óptica. Se trata de las virutas de la descomposición del aire por el calor abrasador. Grimaldi está orgulloso de que todos los ingenios que nos rodean sean tecnología propia. La empresa matriz, Sener, apenas adquiere tecnología externa, todo está en el coco de sus 5.000 ingenieros. "Formar parte de una firma así facilita mucho las cosas porque te encuentras ante un problema y llamas a un ingeniero especialista en la materia que sea, puedes pensar que para tal cosa necesitaría el asesoramiento, por ejemplo, de un ingeniero de la industria del motor. Lo tienes y él lo mismo te dice para esto te vendría bien una turbina de motor de Rolls Royce". Ahora, Grimaldi me está hablando de las cucarachas. Es como han bautizado a unos pequeños robots limpiadores. Son los encargados de sacar lustre a los heliostatos, a los espejos. "Un espejo sucio puede reducir en un cinco o un 10% su capacidad de acción y aquí no se tira ni se desperdicia nada". Para que estén en todo momento en perfecto estado de revista se inventaron las cucarachas, que recorren por sí solas la superficie del espejo mojando, secando y dando esplendor. También han salido del coco de un ingeniero de Sener. "La tecnología, la investigación, es una gran fuente de riqueza. Los beneficios de esta empresa vienen tanto de la producción de energía como de la producción de tecnología. Tenemos ofertas para hacer plantas para otras firmas en varios lugares del mundo. Será gente de la casa quienes vayan a construirlas porque una planta como ésta sólo nosotros sabemos hacerla. No hay nadie en el mundo capacitado para copiarla. Hicimos esta planta para eso. Esta planta es un prototipo. Te voy a enseñar ahora el puente del Enterprise". Mr. Spock en Torresol Energy es un hombre con barba pelirroja que dirige una sala repleta de ordenadores con una gran pantalla del tamaño de una pared presidiendo la sala de control. Desde aquí se realiza un seguimiento del más pequeño detalle, partiendo de la temperatura que envían cada uno de los sensores instalados a lo largo del campo solar. También aquí se controlan los dos tanques de sal, el frío y el caliente, que fluyen en un ciclo infinito. ¿Qué tipo de sal? "Sal, sal normal. La sal tiene una inercia térmica. Si tú te acercas a un tanque de sal a una temperatura extrema apenas notarás nada, no notarás el calor. La sal se lo guarda todo. Eso sí, si metes la mano en esas sales, te quedarás sin ella". Gracias a esa sal, esta planta produce energía equivalente a la que necesitaría una población con 25.000 hogares. Por una escalera metálica iniciamos el ascenso a una primera planta de la torre, a una altura de unos diez pisos, que no supone ni un tercio de la altura total. En el vientre de la torre uno se da cuenta de la dimensión de la obra, de su grandiosidad. "Lo miré el otro día por curiosidad. Por unos pocos metros, la torre es más alta que la Giralda", explica Grimaldi, mientras voy perdiendo el resuello en cada nuevo tramo de escalera. En la puerta que da acceso a la plataforma un operario ha escrito un graffiti: "1º caída. Monte Calvario y respiró". Desde esta altura, el campo de espejos oculta el suelo. Nos observa un lago de plata. "No escogimos el lugar porque tenga la mayor temperatura media de toda España. Había otras posibilidades. Necesitábamos un lugar plano, con agua y con conexión de red para la distribución y, naturalmente, que tuviera disponibilidad. Nos decidimos por éste". Pero la elección no fue lo más complejo, ni siquiera la tecnología. La burocracia, tres o cuatro años de trámites administrativos, es lo que más demora estos proyectos. Por eso Grimaldi no puede decirme cuándo se realizará la segunda fase. Me señala el lugar: "¿Ves esos olivos?". Allí irá una segunda torre, más alta y con un campo de espejos mayor. Pregunto a Grimaldi por las dudas que despierta la energía solar, su alto coste. Incluso, le digo, hay casi una decena de empresas rastreando hidrocarburos por toda la geografía andaluza, buscando fósiles, lo tradicional. "¿Desde hace cuánto llevas escuchando que se va a acabar el petróleo? Y siempre aparece un nuevo yacimiento, pero nunca aparece en España. Petróleo no habrá, pero es seguro que tenemos sol. Está ahí -lo señala- la mayor parte de los días del año. ¿Recuerdas cuando colocaron el primer Mazinger en Tarifa? ¿Cuánto hace de eso? No tanto. ¿Treinta años quizá? Y a ese Mazinger prehistórico le siguió una Afrodita. Ahora tenemos campos eólicos por todas partes y España está a la vanguardia, es su referente. Las grandes empresas creen en la energía eólica, ha alcanzado ese punto que llamamos óptimo económico. Nosotros sólo llevamos cinco años con la energía termosolar. Demos tiempo al tiempo y la energía termosolar también se asentará". Esta planta piloto, junto con la que Abengoa -con distinta tecnología- tiene en Sanlúcar la Mayor, es el emisario de ese nuevo tiempo. Como trasladados al escenario de Mad Max, estar dentro de lo que fue hace no mucho tiempo una finca dedicada al cultivo de cereales y aceitunas es un viaje al futuro. Los haces de luz que lanza esa torre que ya ha atraído a productoras publicitarias para realizar spots de coches son un faro que alucina a los conductores de todos esos vehículos que circulan por la cercana autovía, impulsados por motores que queman los restos de nuestra prehistoria. https://ww.diariodesevilla.es/article/andalucia/1285599/rayo/sol.html |