Extremadamente bobo Se cumple ya dos semanas –el 9 de junio– desde que el Eurogrupo tuvo noticia de que “las autoridades españolas presentarán un requerimiento formal” a Bruselas para buscar financiación para el sector financiero (to seek financial assistence). Bruselas respondía favorablemente a esa petición y sería el Fondo de Estabilidad (European Financian Stability Facility, EFSF) se convertiría en prestamista, siendo el prestatario o futuro deudor del préstamo que se apunta de 100.000 millones el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Al día siguiente, Mr. Rajoy se iba a ver el primer partido que disputaba la selección española, es decir, la Roja, nombre que no pueden soportar los peperos, es decir, los militantes y adictos al PP. Para justificarlo decía días más tarde que ya había hecho los deberes, que había presionado él a Bruselas y no al revés para obtener esa línea de crédito de “ayuda” para los bancos directamente. Mr. Rajoy creía con ello que había conseguido dos cosas: mentir y engañar a sus votantes y también a los mercados y a la dichosa prima, la de riesgo, que amenazaba con convertirse en la niña mala de Rajoy. Pero he aquí que se abre el mercado el lunes y días siguientes y la prima se pone en los 580 puntos y Mr. Rajoy le entra un sudor frío porque no lo entiende. Y ello es cierto: no lo entiende, porque de esas cosas de los mercados no entiende, no estaba en el cuestionario de las oposiciones que aprobó en sus día. Piensa el registrador de la propiedad que cómo es posible que pueda engañar y mentir a sus diez millones largos de votantes y no pueda hacerlo a los mercados, es decir, al puñado de especuladores que deciden las inversiones en papel –no las reales, claro está, no en medios de producción–, los que dirigen el puñado de grandes fondos de inversión, de pensiones, de hedge funds. Lo que ha pasado es que estos inversores sí sabían y saben que esa línea de crédito pre-dispuesta por Bruselas a través del ESFS va destinada al Estado español, porque FROB es Estado, y que el Estado es a la vez garante y prestatario y que, en definitiva, respondemos de esa línea de crédito todos los españoles con nuestros impuestos. Lo que ha ocurrido es que España aumentó de un día para otro –al menos en el terreno de las expectativas, que es lo que cuenta en el mundo de las inversiones en papel– a deber a los prestamistas un 10% más del PIB, sin que la economía, claro está, haya aumentado su PIB en el mismo porcentaje. Y Mr. Rajoy, con esta solución tipo hilillos del Prestige, se mete en el siguiente problema: ¿qué digo ahora yo a mis votantes para que sigan manteniendo la intención de voto y siga yo negando que se trata de un rescate, aunque sea a la banca? ¿Cómo les cuento, yo que tanto he criticado a Zapatero (Zapatero manirroto) por el aumento de la deuda durante su mandato, yo que he batido todos los registros de aumento de la deuda por unidad de tiempo? Porque este es el problema para el pontevedrés y no el paro, el deterioro forzado –que no forzoso– de la sanidad y ecuación pública vía presupuestos. Rajoy creía que todo era un problema semántico y que llamando las cosas por otro nombre, engañando y escupiendo la dignidad de sus votantes –dignidad que me importa un pimiento, por otro lado–, podría mantener la intención de voto de su partido y rebajar las ínfulas de la dichosa prima. Pero ambas cosas son un imposible. Ahora anda desaforadamente buscando soluciones. Es posible que a estas alturas se haya dado cuenta de ello y pretende que esa línea de crédito no compute “jurídicamente”. Cree este opositor, eterno opositor a no cambiar nada, pero sí a tener una respuesta en cada momento, que su mundo puede contentarse con la mera palabra, con la mera semántica, con lo mero jurídico. Mr. Rajoy sabe de economía lo que un estudiante de la ESO. Bueno, quizá ni eso. Ese es su nivel intelectual. https://ww.nuevatribuna.es/articulo/economia/extremadamente-bobo/20120624100531077361.html |