cd me canse dejaré de exponerlo FRANCISCO ROBLES Día 16/06/2011ComentariosN CD ME CANSE DEJARÉ DE PONERLO, PERO SOLO CD ME CANSE, POR MUCHO QUE LO BORREIS PQ ES UNA OPINION, Y LAS OPIONES NO SE CENSURAN Y YO COMPARTO ESTA OPINIÓN. la pizarra que está encima de la puerta de chiqueros apareció como Indignado, un toro colorao que mostró maneras de manso en la Plaza de las Setas y que se vino arriba en la Plaza Nueva el pasado sábado a las cinco de la tarde. Toreaban Juan Ignacio Zoido, en los carteles «Juaninasio de Suminensia»; Juan Espadas, que iba con su correspondiente mozo de ídem; y Antonio Rodrigo Torrijos, Imputadito de Mercasevilla. No apareció por el coso franciscano, vulgo la Granja de San Francisco, el torero que esa tarde se cortaba la coleta: Alfredito Buena Gente, Niño de la Factura. En la Plaza Nueva, el manso Indignado se vino arriba porque se encontró con otros ejemplares del mismo pelaje. Y ahí estaba el maestro Burgos para contarlo en un artículo que salió ayer en el ABC y que fue una crónica taurina de la España en rojo y negro que se resiste a pasar a la historia: por eso andan emperrados con la media memoria histórica, porque no pueden vivir sin el rencor que les permite dirigir su odio hacia los que no piensan como ellos. Estos indignantes indignados no tienen nada que ver con aquellos viejos comunistas que se enfrentaban a cuerpo limpio, sin esconderse en la vil masa, contra la dictadura de Franco. Son justo lo contrario. Cobardes como mansos. Y peligrosos como tales. A estos indignantes indignados hay que llevarlos al centro del ruedo ibérico, tan esperpéntico y valleinclanesco, para enseñarle al público su mansedumbre. Los pies atornillados al albero dorado de Alcalá y el muslo contrario, tan lorquiano, siempre por delante. La mano muy baja para que los derrotes del manso se conviertan en la caricia del muletazo que es capaz de detener el tiempo. Así, dominándolo con el arte del liberalismo que tanto rechazo le provoca. Al manso Indignado nunca hay que perderle la cara, que luego derrota por el pitón del totalitarismo y le rompe la femoral a la democracia. El manso Indignado no cree en la libertad de expresión, por eso se esconde en esa manada que lo convierte en un vulgar cabestro que se limita a seguir las consignas que le grita el sectario de turno. Insulta, escupe, vomita… No embiste con nobleza. Es un descastado en el peor sentido del término. Se ampara en el anonimato que nada tiene que ver con el valor que demuestran los maestros del articulismo que dicen las cosas a la cara, con nombre y apellidos, con la rúbrica del pase de la firma. Al manso Indignado hay que ponerle las banderillas negras de la tinta donde la palabra queda escrita. No hay que esconderse en el burladero. Hay que salir con la verdad por delante. Hay que lidiar al morlaco resabiado que pretende atemorizar al diestro con su aspecto siniestro. Hay que jugársela para que el manso Indignado no juegue con el bien más preciado que nos dieron los cielos, como le dijo Don Quijote a Cervantes en Entrecárceles: la libertad. |