¿Se puede arreglar España? Nada como las matemáticas para contrastar aspectos inmunes al cacareo de "derechas, izquierdas, fascistas, comunistas, separatistas"... etc. Recordemos que España entró en el euro a ciegas, como auténticos imbécciles, donde nadie dedicaría ni un solo segundo a analizar los pros y los contras de una decisión trascendental para la nación, y que sería desastrosa, y como presentación del euro todo el mundo recuerda el brutal redondeo (moneda de veinte duros -100 pesetas- por moneda de un euro -166 pesetas-). Y ahora ya es demasiado tarde, la salida nos costaría el 50 por ciento del PIB según UBS, y eso sólo para empezar. Bueno, tras esa pequeña aclaración seguiremos con el análisis de sucesivos gobiernos irresponsables y unas instituciones al servicio de los mismos que engañaron a los ciudadanos con promesas y dádivas electoralistas que incentivaron el endeudamiento masivo muy por encima de todo lo razonable, cuando su obligación, y tenían todos los instrumentos de control para ello, era haberlo evitado. El despilfarro masivo está en la España de las autonomías, donde la casta política parasitaria gasta sin freno y sin control alguno, a veces en los disparates más inauditos; un proceso jamás conocido ni en España ni en Europa. Los culpables de ello no han sido los españoles muy libes ellos de pedir el préstamo personal que les venga en gana (y las responsabilidades que esto conlleva), ha sido la casta política nacida en la Transición, que se repartirían España como si fuera un solar; una casta política y sindical que en su inmensa mayoría son meros parásitos sociales en el sentido completo y directo del término. Arreglar España es, por tanto, un problema esencialmente político, lo cual es bueno y es malo. Es bueno porque un acuerdo político podría poner las cosas en la senda de la solución (un acuerdo para la cordura y recorte político en sus propias filas -algo impensable-). Y es malo, porque por ejemplo con un Partido Socialista al que, como dice France Soir, “no le importa destruir España con tal de no perder el poder y está tan ciego de odio hacia la derecha que son incapaces de criticar a los suyos aunque hundan el país”, el acuerdo es misión imposible. Pero es la condición sine qua non, y la alternativa es muy simple: o el acuerdo o la ruina nacional. Muchos afirman que lo primero para arreglar España es mejorar la productividad… ¡y claro que hay que mejorarla!, pero eso ¿cómo se hace sin cambiar antes un modelo de Estado cuyas duplicidades cuestan 34.000 millones de euros anuales y cuyo despilfarro conjunto supera los 100.000 millones?, ¿con la unidad de mercado rota en 17 trozos?, ¿ sin crédito a familias y empresas porque el sistema financiero está quebrado?, ¿con una estructura monopolista del mercado de factores que hace que los españoles paguemos la tipos de interés, la electricidad, el gas y los productos petrolíferos más caros de Europa?, ¿con 3,4 millones de empleados públicos y asesores, de los que casi dos millones han sido nombrados a dedo, y son absolutamente inútiles?. O España acaba con el sistema autonómico o a la inversa, ésa es la cuestión. Y ya no basta con “corregir sus excesos”, ya no basta con reducir gastos un 10 o un 20 por ciento, es demasiado poco y demasiado tarde. ¡Si sólo en el segundo trimestre 2011 la deuda de comunidades autónomas creció un 23,5 por ciento!. No podemos seguir gastando por más tiempo 100.000 millones de euros más de lo que ingresamos, batiendo cada trimestre records históricos de deuda; es el camino al desastre. Y, sin embargo, la salida es tan sencilla que hasta un niño de Primaria la entiende: no gastar más de lo que se ingresa. Y lo primero son comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones, porque suponen el 80 por ciento del gasto total. Para equilibrar, la reducción de gastos debe empezar por un 25 por ciento. Pero es mucho más, porque eso incluye las nuevas transferencias, decididas por Zapatero y Rubalcaba con una irresponsabilidad infinita y que han dejado al Estado con un agujero de 70.000 millones y con unos gastos imposibles de reducir porque ya no hay dinero suficiente para financiar el funcionamiento normal de la nación. Es, por tanto, imperativo reducir esas transferencias para que ese agujero desaparezca. Para equilibrar el gasto público total, CCAA y ayuntamientos tienen que reducir de media su gasto un 45 por ciento, algo que al contrario que el Estado es perfectamente posible. Pero tampoco basta: los ingresos deberán superar a los gastos durante decenios, para amortizar nuestra gigantesca deuda, y eso significa reducir el gasto no centralizado al menos en un 50 por ciento. ¡Ah!, y no esperad mejoras del lado del crecimiento, que medido por indicadores independientes está cayendo entre el -5 y el -7 por ciento desde julio. Y la renta disponible de las familias, que cayó un 4% en 2010 por primera vez desde 1949, se hundirá un 5,5% previsto en 2011 y un 7% estimado en 2012. Están arruinando literalmente a la nación y nos entretienen con memorias histéricas y catecismos de las bondades autonómicas. La administración territorial es el cáncer que nos lleva a la ruina: 17 comunidades autónomas, con más de 4.000 altos cargos, frente a los 409 del Estado; 8.000 ayuntamientos, el doble que Alemania; 4.000 empresas públicas y 540 fundaciones, donde hay enchufados más de 500.000 familiares y amigos de políticos, cuyos jefes y jefecillos cobran más que los ministros. Diputaciones, cabildos insulares y cada uno por libre, sin la menor coordinación por parte del Estado. Cinco veces más empleados públicos que en 1975, cobrando de media un 36 por ciento más que el resto de trabajadores, 30.000 coches oficiales, 300.000 teléfonos móviles, 13 televisiones autonómicas, 100.000 liberados sindicales, 175 embajadas, y mil y una cosas más. Bien, esto es con lo que hay que acabar, pero claro, como lo dice un servidor ("un fascista" dirán ciertos sectarios analfabetos), cabría decir aquello de "sarna con gusto no pica" y por tanto el que crea que después de la transición se hizo un plan de justicia social y la casta polítca está "trabajando por nosotros": que disfrute sus creencias. Lástima que las realidades no les correspondan. Pero de boquilla son todos estos parásitos (los políticos) unos grandes "luchadores por el bienestar", y así pese a ser los causantes de nuestra involución y destrucción del bienestar creado por nuestros abuelos y padres, ahora se rasgan las vestiduras y nos cuentan patrañas como eso de “¿Cómo se va a poder reducir el gasto autonómico si el 80 por ciento es gasto sanitario y de educación?”. ¡Serán tramposos! El gasto sanitario es el 35 por ciento y la educación el 9 %; y su gestión, como nos señala The Economist (17/9/11), desastrosa y con costes fuera de control. El absentismo es el mayor de Europa, el coste de los medicamentos recetados el 40 por ciento más, los hospitales trabajan sólo por las mañanas, los 10.000 liberados sindicales inexistentes en el resto del mundo se dedican a hacerle la campaña al PSOE e impedir la racionalización. Un cachondeo total. ¿Quién dice que no se puede recortar en sanidad? Y la educación, igual. Pero no en lo valioso, solo hay que recortar en los gusanos que devoran literalmente el árbol. Un saludo a la gente de bien de Carrión (exclúyanse automáticamente quienes ya saben). |