Cantillana - Sevilla

Es increíble la falta de respeto que se tiene a sí mismo el colectivo gay. Tanto tiempo quejándose para ser equiparados con los heterosexuales, y cuando consiguen todo, continúan montando el circo.

Ahora podían aprovechar y vivir con normalidad, pero que va, continúan con sus desfiles de maricas locas: pues que no digan que reivindican nada, que digan simplemente que les encanta llamar la atención y dar la nota. Lo chungo del tema es que los políticos les siguen el juego, ya mismo los vamos a ver más despendolados en los desfiles que los propios gays, y todo financiado con dinero público, claro, que la cosa va tomando cariz de oficializarse.

No se puede pasar de un extremo a otro: antes se menospreciaban, y ahora se les pone en un pedestal, como si tener un hijo gay fuera el no va más. Pues no señores, como decía Aristóteles, en el justo medio está la virtud: que se les reconozcan todos los derechos para vivir en plena equiparación con los heterosexuales, como no podía ser menos, pero eso no significa que haya que reirle todas las gracias a cuatro descerebrados, o sea, los que hacen bulla.