animo valientes Doblas la espalda por comer un mendrugo y darle a tu esposa un salario oscuro. El monstruo sentado en la gran oficina y tú, en tierra enterrado dentro de la mina. -Las manos se llenan de aquel polvo oscuro, las llagas se infectan, trabajas muy duro. Dentro de la mina las caras son negras; suenan martillazos, -Piquetas, barrenas. Eres un esclavo de la burguesía. Mientras que tu dueño se mueve y conspira, tú, sigues metido dentro de la mina. Mi pobre minero negro carbonero. Si encuentras un día alguien que te diga, tira con tu pico y con tu levita, y coge con ganas, con ganas benditas las hachas de guerra y con ellas grita por esos derechos que no se te aplican. Si es que se niegan, entierra con fuerza el hacha de guerra en gordas barrigas, en blandengues cuerpos llenos de avaricia. Saca con tus manos de aquellos despojos las entrañas negras y puesto de hinojos alzalas al cielo, veras como el Rey frunciendo su ceño retira la vista y estremece el suelo. Oscuros burgueses, comunión diaria misas en sitiales cabezas alzadas; como fariseos con trompetas cantan cuando dan limosna y con buena cara saludan al cura y su cerviz bajan cuando se tropiezan con anciana dama. ¿Tú crees buen minero que la pena paga tener estas gentes en tierra cristiana? Acabemos prestos con tanta alimaña.
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