LA BIBLIOTECARIA, QUE ME ILUSTRO La encontré apoyada en la pared de la puerta de la catedral. Un vestido largo le cubría las hermosaspiernas hasta los tobillos, dejando al descubierto unos calcetines de lana. Lancé el cigarro, al más puro estilo Bogart, dentro de un contenedor de basuras y me acerqué a ella con él sobre de los los libros cogido con firmeza. Me miró por debajo del sombrero de ala, que no conseguía esconder por completo su hermosa y morena cabellera. “¿Los tienes?” “Los tengo”, respondí mientras le alcanzaba el sobre. Ella lo cogió sin mirar y lo guardó en uno de los bolsillos laterales de la gabardina, lo hizo con la naturalidad con la que se ejecuta un gesto ensayado cientos de veces. “Es de vital importancia Megafonoman, comenzó a decirme con un susurro de voz, que esta misión sea completamente secreta para nuestros enemigos”. “Por supuesto camarada, ni el PSOE ni los esquiroles, pueden enterarse de nada. “¿Qué libros has traido?” De momento solo de filosofia para que a J.J. le ayude a concentrarse, otros de teologia de algun obispo AMIGO para, que nos ayuden en tener fe en nuestra cruzada. Y otros quenos ayuden a beber con moderacion…. sólo hay un detalle”. “Cuenta, ¿qué detalle?”. Los esquiroles solo visitan la biblioteca cuando tú no estás”. “Entiendo Megafonoman, entiendo”. Te acordarás de mí cuando seas la jefa de “LA FAMILIA”?. “De momento ya me estoy acordando de tu madre Megofonoman, ¿cuántas veces te he dicho que no tires cigarros encendidos en los containers?”. Conseguimos escabullirnos entre el humo, momentos antes de que llegara la primera dotación de bomberos. MEGAFONOMAN
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