los gurús del pensamiento Mientras los gurús del pensamiento dominante vuelven a engatusarnos con el viejo optimismo «autorealizativo» (« la crisis ha terminado, compren, emprendan, inviertan »), diversos indicadores nos muestran una realidad problemática y una incompetencia suma de las élites políticas, incapaces de dar los giros necesarios para superar las fuertes contradicciones e insostenibilidades del capitalismo financiero global y del frágil modelo productivo que lo alimenta. El G-20 y su tímido discurso de control de las finanzas y los paraísos fiscales son una buena muestra de la falta de disposición real de nuestros mandatarios de ponerle el cascabel al gato. También da fe de esta incompetencia el escándalo de Copenhague, empezando por la exclusión de la sociedad civil organizada de la fase final del debate y concluyendo con una fuerte regresión en términos de compromisos internacionales a los que los gobiernos del mundo están dispuestos a someterse (en relacion a los ya tímidos y obscenamente incumplidos objetivos de Kyoto). En el plano de las Economías-Estado, todo apunta también a que la crisis recaudatoria de las arcas publicas va a propiciar un traumático recorte del gasto. En lugar de coger el toro por los cuernos tratando de regular y fiscalizar al capital transnacional, a las finanzas especulativas, a las actividades social y ecológicamente nocivas y a las grandes fortunas nacionales, los gobernantes de los diversos países ya están empezando a recortar las partidas que sostienen la frágil subsistencia de las clases populares. Una nueva contraofensiva neo-neoliberal que trata de forzar un "pacto de austeridad", basado en la moderación salarial y en el recorte de los derechos sociales, educativos y culturales, ya acosados por las oleadas privatizadoras y mercantilizadoras de los últimos 30 años. A la par no se oculta el descarado incremento de los recursos destinados a salvaguardar un sistema bancario caníbal, así como el perfeccionamiento de unos mecanismos represivos (cárceles, seguridad "ciudadana", control social) y unos cuerpos policiales mejor preparados para aplacar unos levantamientos y disidencias tan posibles como necesarias. |