Almadén de la Plata - Sevilla

Y Pablo Iglesias se hartó y tomó el control en Andalucía

Hastiado de la ingenua y sectaria inmadurez de Teresa Rodríguez, Iglesias no quiere jugarse el futuro de Podemos en las negociaciones con el PSOE-A

31/03/2015

La dirección nacional de Podemos, y el propio Pablo Iglesias, tienen claro que las negociaciones con el PSOE-A cara a la investidura de Susana Díaz, serán claves en la imagen que se traslade de la formación para los próximos comicios locales y autonómicos del 24 de mayo.

Las primeras impresiones que surgieron de la reunión de Teresa Rodríguez con la presidenta en funciones no gustaron nada a los dirigentes máximos de la formación. Tras esta reunión -a la que a punto estuvo de no asistir la propia candidata según ella “por problemas de agenda-, se transmitió una posición tal altamente contraria a ver alguna posibilidad de acuerdo que se igualaba y confundía con la mantenida por el Partido Popular.

Acudir a una negociación con “condiciones irrenunciables” como planteó Rodríguez significaba tanto como decir “no” ahora y siempre. Por tanto nada de negociación. Ayer distintos representantes nacionales de Podemos salieron en cascada para bajar el listón y poner la negociación en términos de realismo y “propuestas” para debatir y no “condiciones” para oponer por sistema.

La posición de Podemos es realmente compleja. Si se cierra en banda como plantea la candidata andaluza, se percibirá como un partido de confrontación más que como una alternativa creíble, con un decálogo irrealizable y sectario y como un problema más que una solución. Además se le asociará a dos formaciones de derechas como son el PP y Ciudadanos -en caso de que C’s siga manteniendo su postura adversa a posibilitar la investidura-. Si por el contrario, entrase fácilmente en una negociación con los socialistas, podría frustrar a sus activistas y simpatizantes más antiPSOE.

Entre ambas posturas puede caber la de flexibilizar posturas a cambio de arrancar medidas o “propuestas” a los socialistas en línea con las que preconiza. Ello podría visualizarse en una abstención final que permita que gobierne el partido que ha ganado ampliamente las elecciones. Ir a unas nuevas elecciones andaluzas, algo que no ocurrirá, castigaría a las fuerzas que lo provoquen. Al fin y al cabo, tirios y troyanos, reconocen la holgada victoria de los socialistas y su derecho, y obligación, de gobernar.

También con unas elecciones municipales y autonómicas inminentes y unas generales a la vuelta de la esquina, Podemos mira con mucho cuidado no cerrarse puertas. La formación morada se está viendo obligada a madurar mucho más rápidamente de lo que esperaba y hacer realpolitik. Poner al PSOE andaluz contra la picota y a la propia Susana Díaz, le puede pasar factura en e futuro, un futuro que con el calendario en la mano, es presente.

Teresa Rodríguez no ha cumplido con la expectativas de un Pablo Iglesias que no aspira a ser tercera fuerza política en España alejada de la segunda y a años luz de la primera. Quince diputados le parecen un fracaso más que un éxito. Unos diputados que dicho sea de paso, están en su mayoría más cerca de Iglesias que de Rodríguez. Él, Errejón, Bescansa y Monedero junto con Sergio Pascual, se encargaron de confeccionar las listas o de posibilitar que así fueran. Rodríguez, la candidata de Podemos, ha salido tocada de estos comicios.

La “paz pactada” ya acabó. Rodríguez deberá aceptar que en política no todo lo que se proclama es susceptible de ser mantenido si quiere “mantener” su cuota de poder interna. Necesita aprender la gaditana que el pragmatismo no es nada perverso si no se pierde el objetivo final. Eso no es sinónimo de traición sino de acompasamiento de los principios a los ritmos obligados. De momento el dedo del “boss” Iglesias le ha indicado a su fiel escudero, Sergio Pascual, la dirección para bajar a Andalucía. El siguiente dedo puede ser para indicar como se vuelve a Cádiz.

Juan Luis Valenzuela