Alcolea del Río - Sevilla

Los ricos ganan la lucha de clases

20/01/2014

El informe que ayer presentó la ONG Oxfam Intermón sobre la distribución de la riqueza en el mundo no representa novedad ni puede producir sorpresa. El crecimiento de la desigualdad ha sido ya detectado por distintos informes emitidos por entidades serias y respetables.

Quizás lo más interesante es que el informe/manifiesto elaborado por Oxfam Intermón se haya presentado en la opípara mesa del foro económico mundial de Davos, el club más exclusivo del mundo, el sanedrín del establishment mundial.

La célebre ONG apela de esta forma a la conciencia de los poderes económicos y sobre todo a su instinto de conservación. Su argumento podría resumirse de la siguiente manera: el crecimiento desmedido de la desigualdad no solo es una indecencia sino también un peligro para la convivencia y el mantenimiento del sistema.

Y a lo que es más sensible para los reunidos en Davos: es peligroso para la economía. Que, en definitiva, como proclamaba ayer Emilio Ontiveros, lúcido economista, en la cadena SER: la extrema desigualdad a la que hemos llegado, y que la crisis ha acelerado, no es rentable y representa uno de los mayores obstáculos para el crecimiento: menos consumo, menos recaudación fiscal, menos inversión etc.

Los datos que nos proporciona la encuesta de Oxfam Intermón muestran una vez más que se ha roto el pacto entre el capitalismo y la sociedad que se produjo tras la Segunda Guerra Mundial por el que la izquierda renunciaba a la revolución y el capitalismo procedía, mayormente por la vía fiscal, a una mayor justicia social.

A una redistribución de la riqueza que, entre otros fenómenos produjo, junto al reconocimiento de unos derechos sociales para toda la población, una amplísima extensión de las clases medias.

Una vez caída la Unión Soviética y desaparecido el fantasma que aterrorizaba al capitalismo se ha producido una redistribución al revés. Y como en los tiempos anteriores a la Revolución Francesa los ricos no pagan impuestos.

Los datos puestos sobre la mesa de Davos son tremendos pero lo más tremendo es que no generen sorpresa y apenas indignación. 85 personas suman tanta riqueza como los 3.570 millones de personas que forman la mitad más pobre de la población mundial. La mitad de la riqueza conocida, sin contar la oculta en los paraísos fiscales está en manos de apenas el uno por ciento de todo el mundo.

A España le corresponde la triste distinción de ser el país europeo con más desigualdades después de Letonia. Los veinte individuos más ricos de España disponen de 77.000 millones de euros, tanto como la quinta parte del segmento de población más pobre. Etc.

A la vista de estos datos se puede concluir que el capitalismo ha ganado la lucha de clases que Carlos Marx suponía acabaría con el sistema. En lugar de revolución se ha producido la impotente resignación de la gente que considera las crecientes desigualdades como un hecho natural e irreversible.

En lugar de la dictadura del proletariado ha acontecido la dictadura de los ricos. O para decirlo como los redactores del informe de la aludida ONG: “Las élites económicas están secuestrando el poder político para manipular las reglas del juego económico, que socava la democracia”.

José García Abad es periodista y analista político