Pregón del mercado medieval 2008

Licencia de su Ilustrísima el Duque de Alburquerque:
Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, Señor de Cuéllar, Conde de Ledesma y de Huelma, Señor de las Villas de Mombeltrán y La Codesera, etc, a vos el Licenciado Rojas, corregidor de esta mi villa de Cuéllar, e a otra cualesquier justicia que fuere de ella, salud e gracia. Sabed que por parte del Concejo e vezinos del lugar de Sanchonuño, aldea e juridizión de esta mi Villa, me fue echada una petición en que por ella me hizieron relación diziendo que les diera licencida para celebrar en el dicho lugar un mercado anual, y yo atendiendo a las razones que en la dicha petición mis vasallos hacen relación, túvelo por bien.
Por ende, por esta mi carta, doy licencia para que los vecinos del partido del Carracillo concurran con sus cosechas, por haber sido la de este año como no se conoce en mucho tiempo, después de otros años malos y de escasez y estando la alhóndiga de la mi Villa de Cuéllar llena, véndanse los excedentes, que traigan sus granos de trigo e cebada los de Narros e Chañe, los de la Aldihuela y Chatún, los del Arroyo y el Campo e los de Gomezçerracín; que concurran con su cosecha de rubia, esa raíz tintorera para los paños de Segovia, los aldeanos comarcanos y se la ofrezcan a los tratantes de Fuentepelayo; que traigan los de Zarçuela sus maderas y sus ripias y su carbón y su pez y las negocien para sacarlas fuera de la juridición de la Tierra de Cuéllar; traigan sus vellones de lana los de Pinarejos e Tirados y los demás de la comarca y negócienlos con los corredores de Segovia e de Medina-
E porque la cosecha de los vinos de la mi Villa e Tierra va ya muy menguada y no quedan caldos para vender si no a muy altos precios, que puedan traer vino de fuera parte de la juridición, los de Tudela y Mojados, los de Portillo y Alcazarén, para que mis vasallos puedan comprarlos para su consumo particular y los taverneros obligados de las aldeas puedan también reponer las sus bodegas.
E que no falten los productos de primera necesidad: traigan sus quesos, aceite, pescado saladillo e garbanzos los abaceros de Cuéllar y sus hortalizas e puerros los hortelanos del Carracillo y pónganlos en venta para suministro del vecindario.
Vendan los labradores, además de sus fanegas de pan, ganados de desecho de labranza y lechales, para cubrir sus deudas y pagas de contribuciones.
Y sea este mercado de mi lugar de Sanchonuño sin menoscabo de los mercados y feria de la mi Villa de Cuéllar, si no más bien para fomentar en toda la Tierra la industria, fábrica y comercio, ramos de mucha consideración y utilísimos a mi servicio, por la facilidad que proporcionará la venta de sus productos y manufacturas el que haya un mercado más en la mi Tierra de Cuéllar, donde, amén de todo lo dicho, concurran con sus paños, sayales y otros géneros los de Fuentepelayo e Bernardos, para que surtan se con equidad todos los labradores e vezinos de Sanchonuño e de los otros pueblos.
E porque sé que en Sanchonuño habéis buena posada donde paran con agrado los Carreteros de la Real Cabaña de Sus Majestades los Reyes, nuestros señores, acudan estos al mercado y saquen con sus carretas los productos negociados, lleven la lana hacia Burgos, la madera a Segovia, Medina y Valladolid, e la rubia e las otras cosas.
E para que concurran las gentes a vuestra feria, que no paguen alcabalas en las transaciones e disponed de otras franquezas e exenciones.
Y es esta mi voluntad, porque yo he nacido en la mi Villa de Cuéllar, e moro en ella y quiero a las aldeas de su Tierra tanto como a la mi Villa, y os daré Ordenanças que recojan los derechos de vuestros Concejos, porque todos por igual sois mis vasallos.
Y a vos, la dicha mi Justicia, os mando y encargo que tengáis especial quenta y cuidado con que ansí se cumpla e guarde esta licencia que concedo al lugar de Sanchonuño para celebrar su mercado, bajo pena de diez mil maravedíes para mi cámara de cada uno de vos que lo contrario hiciese.
Dado en esa mi Villa de Cuéllar a tres días del mes de Julio del año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e cuatrocientos e noventa y nueve años.
El Duque de Alburquerque