Ortigosa del Monte - Segovia

Pronto vuelvo a Ortigosa.

Hace casi un año que estuve por última vez. El otoño empezaba a dejar su huella, el parque de la era respiraba frío y las hojas ya habían empezado a caer. Al lado, el viejo campo de fútbol en otros tiempos testigo de innumerables jornadas de júbilo estaba desierto... la despedida del pueblo siempre ha resultado muy triste para los que amamos Ortigosa. Imagino que el invierno habrá cubierto con mucha nieve el pueblo, como cada año. Es lo que tiene estar al pie de la Mujer Muerta.

Supongo que las flores amarillas habrán anunciado ya la primavera en las vastas y verdes praderas del pueblo. El Berrocal estará con un millón de flores destacando las peonias, la Piedra que se Mueve seguirá ahí aguardando quien la rete, las pozas manarán agua y el aire de la sierra será tan puro como siempre. Nuevas construcciones habrán cambiado el perfil del pueblo, pero las calles de la Pajarilla, la Presa o la Calle Real seguirán en su sitio guardando su encanto con el paso del tiempo. La inagotable lengua de la campana de la Iglesia seguirá con su característico tañir de hace tantos años, el Povo seguirá lleno de nuevos niños dando vueltas con sus bicis y renovando generaciones ya desaparecidas que no debemos olvidar jamás. Supongo que aquel rincón del Molino donde el río se empieza a meter en cercas privadas seguirá ahí, que el Caño Viejo seguirá con su chorro que nunca se ha secado, que la Caseta de la Mora sigue conservando su ruina, que alguien seguirá subiendo o bajando de algún tren en el Apeadero, que el Calvario acogerá la nueva escuela en el lugar donde teníamos aquel circuito de bicis que ya pocos recuerdan, que la Cruz de piedra de la era seguirá iluminada por las noches en memoria de nuestros antepasados... y que el cielo estará tan abarrotado de estrellas como siempre. Te echaré de menos, chiquilla, cuando vaya a nuestro rincón a verlas este verano... siempre vienes a mi mente cuando mis pasos me llevan hasta allí.

Pronto vuelvo a Ortigosa.

Las noches de estío servirán para encontrarnos con los convecinos de siempre mientras paseamos por la Avenida y hablar para ponernos al día de nuestras vidas y de las personas que conocemos. Nos encontraremos los amigos que ya sólo nos vemos en fiestas y a los que nos une el pueblo que fue testigo de los años más felices de nuestras vidas. La música de la terraza del bar nos llamará para juntarnos y pasarnos unas risas algún día, podremos meternos en la cama escuchando los sonidos de la noche por la ventana y olvidando los problemas acumulados a lo largo del año... Quizás este año aparezca alguien que hace mucho que no se deja ver pero a quien la lejanía del tiempo y del lugar no le es barrera para juntarnos. Será un placer enseñar todo esto a nuestros hijos, que ya empiezan a ser mayores y a querer al pueblo.

Pronto vuelvo a Ortigosa.

gracias,por poner algo bonito en este foro.

Qué sentimientos más bien descritos. Me ha encantado.

pOR LO MENOS ALGUIEN ESCRIBE ALGO BONITO EN EL FORO...

OLE OLE Y OLE

quién eres, el que ha escrito esto?

¿QUÉ RINCÓN ES BUENO EN ORTIGOSA PARA VER LAS ESTRELLAS?

las caceras cuando vas a echar el agua.

que pasa con las fiestas,que va haber este año,he oido que este año no hay toros,bueno nos vamoa a enborrachar de todos modos ,si hay algien que sepa de las fiestas...........

La descripción es magnífica. Se te olvidó (o no pudiste) incluir algún rincón más, como el del río al final de la calle de las Ánimas, el Lomo o los Areneros. La antigua cerca llamada "del árbol caído" por el grandísimo árbol que estuvo allí caído hace tantos años, también tiene su encanto.

Sublime.

Me ha encantado leer este trocito de corazón abierto a todos los que lo hemos querido leer y detenernos en disfrutar de él.

Yo no soy de Ortigosa aunque me paso allí, ¡uf! muchísimas horas a lo largo del año, pero lo que has escrito, salvando las diferencias de los lugares descritos, podría aplicarse a ¡tantos otros sitios!.

Es la nostalgia, los amores adolescentes, los sentimientos que perduran en nuestro interior y que nunca desaparecerán, aunque nuestras vidas hayan tomado caminos diferentes.

Es la necesidad de tener algo a lo que volver la mirada en un momento de desaliento. Recordar un amor que podría haber perdurado y por capricho del destino no llegó a madurar.

Volverás a mirar las estrellas en las noches de verano y con luna llena, la emoción aflorará a tu corazón añorante de tiempos pasados.

Enhorabuena por conservar todas estas emociones, a pesar del correr de los años.