Licencia para casarse Licencia les pido a ustedes, licencia con reverencia pa que no digan mañana forastero y sinvergüenza. Licencia pido al cerrojo, licencia pido a la llave, licencia pido a esa niña, licencia pido a sus padres. Informado vengo, niña, informado muy de veras que has casado esta mañana, Dios quiera que pa bien sea. Tus padres, que están delante, Dios les dé paz en tierra y a ti, hermosísima dama, que logres lo que deseas. También digo al buen galán, goce de tan linda prenda, que la sepas estimar como Cristo amó a su iglesia. No te la dan por esclava, te la dan por compañera, mírala, que es más hermosa, que le alumbran las estrellas. Más hermosa eres que el lirio, más blanca que la azucena, más hermosa eres que el alba, cuando sale por la sierra; más hermosa eres que el alba. Te levantaste llorando, diciendo de esta manera: -quédense con Dios, mis padres, quédese con Dios, mi abuela. Que yo me voy a casar, que el matrimonio me lleva; la bendición pido, padre, la bendición que venera. La que dio Cristo a su madre en el monte de Jimena; te fuiste con tus amigas hacia el portal de la iglesia. Y también con tu madrina, bien aforrada de seda, y allí le das a tu esposo sobre la mano derecha. Ten cuenta con lo que dices, ten cuenta con lo que rezas. mira que no se deshoja como librito de seda. No puedes salir de casa sin tu marido licencia, y si alguna vez salieres, a la vecina da cuenta. Luego viene tu marido y encuentra la casa abierta, y esto lo ha de gobernar aquellos dos santos solos. -Dios les dé paz en la tierra y en la otra los tesoros, y en este nuevo romance corta mi niña un cogollo. Y serás la capitana que ha venido del lugar, vienes de muy buena gente, su padre es el capitán. Y esto lo decía un galán al pie de una verde oliva; como el fruto era amargoso, cosas amargas decía. Tengo de hacer un convento legua y media del lugar, las paredes de tristeza y las tejas de pesar. Entre teja y tejecita, hojas verdes de nogal, tengo de hacer un teatro de clavelinas y rosas. De violetas y diamantes, y verás como se canta, vida mía, este romance. La naranja y el limón Jota recogida por Ángel Carril en Calzada de Valdunciel hacia 1980 de Raimunda Luengo Rueda, que a la sazón tenía 72 años (Carril Ramos, 1992; p. 112). La naranja y el limón tuvieron una porfía: el limón que era mejor, la naranja le decía, la naranja le decía: yo tengo mejor color, yo tengo mejor color, limonero de mi vida. Ay, amor, si te vas, cielos, qué será de mí, yo no sé, ay, amor, si podré vivir sin ti; es verdad que te amé todita mi juventud, pero fue por amor que me profesaste tú. El día que yo me case Dios quiera que no aparezcan ni el cura ni el sacristán ni las llaves de la iglesia. Ay, amor, si te vas... |