Nuevo romance de la mora ROMANCE DE DON BUESO Lunes era, lunes de Pascua florida, guerrean los moros los campos de Oliva. ¡Ay campos de Oliva, ay campos de Grana, tanta buena gente llevan cautivada! ¡Tanta buena gente que llevan cautiva!, y entre ellos llevaban a la infanta niña; cubierta la llevan de oro y perlería, a la reina mora la presentarían. —Toméis, vos, señora, esta cautivita, que en España toda no la hay tan bonita; toméis vos, señora, esta cautivada, que en todo tu reino no la hay tan galana. No la quiero, no, a la cautivita, que el rey es mancebo, la enamoraría. —No la quiero, no, a la cautivada, que el rey es mancebo, la enamorara. —Mandadla, señora, con el pan al horno, allí dejará hermosura el rostro; mandadla, señora, a lavar al río, allí dejará hermosura y brío. Paños de la reina va a lavar la niña; lloviendo, nevando, la color perdía; la niña lavando, la niña torciendo, aun bien no amanece los paños tendiendo. Madruga Don Bueso al romper el día, a tierra de moros a buscar amiga. Hallóla lavando en la fuente fría: —Quita de ahí, mora, hija de judía, deja a mi caballo beber agua limpia. —¡Reviente el caballo y quien lo traía!, que yo no soy mora ni hija de judía, sino una cristiana que aquí estoy cautiva. —¡Oh qué lindas manos en el agua fría!, ¿si venís, la niña, en mi compañía? ¡Oh qué blancas manos en el agua clara! ¿si queréis, la niña, venir en compaña? —Con un hombre solo yo a fe no me iría, por los altos montes miedo te tendría. —Juro por mi espada, mi espada dorida, de no hacerte mal, más que a hermana mía. —Pues ir, caballero, de buen grado iría. ¿Paños de la reina yo qué los haría? —Los de grana y oro tráelos, vida mía, los de holanda y plata al río echarías. Y digas, la niña, la niña garrida, ¿has de ir en las ancas o has de ir en la silla? —Montaré en las ancas que es más honra mía. Tomóla don Bueso, a ancas la subía. Tierras van andando, tierras conocía, tierras va mirando da en llorar la niña. —¿Por qué lloras, flor, por qué lloras, vida?, ¡maldígame Dios si yo mal te haría! —¡Ay campos de Grana, ay campos de Oliva, veo los palacios donde fui nacida! Cuando el rey mi padre plantó aquí esta oliva, él se la plantaba, yo se la tenía, mi madre la reina bordaba y cosía, yo como chiquita la seda torcía, mi hermano don Bueso los toros corría; yo como chiquita la aguja enhebraba, mi hermano don Bueso caballos domaba. ¡Abrid puertas, madre, puertas de alegría, por traeros nuera traigo vuestra hija! —¡Si me traes nuera, sea bien venida! Para ser mi hija, ¡qué descolorida! —¿Qué color, mi madre, qué color quería, si hace siete años que pan no comía, si no eran los berros de una fuente fría do culebras cantan, caballos bebían? ¡Si no eran los berros de unas aguas margas do caballos beben y culebras cantan! ¡Válgame Dios, valga, y Santa María! ¡Ay campos de Grana, ay campos de Oliva! |