La España de los Austrias La España de Los Austrias Para María José Mattus Aguirre, profesora de Historia en el colegio Bernardo O'Higgins Aquella gente hidalga sufrió cuando la crisis y el polvo de la ruina del imperio jugó a esconder Velázquez con sus telas, mostrando dignidades de cafres enfundados en sus capas. Las plumas más audaces hablaron con dureza de un mundo tan complejo como extraño, manchado por amargos sinsabores que el desengaño triste supieron confesar con amargura. Un siglo de validos que no valieron mucho nos habla del valor de los privados que roban en las arcas del tesoro, herido por la guerra y el vicio inagotable de los próceres. La España de los curas lo fue de sacerdotes que, codiciando siempre canonjías, se daban a la envidia, y, en corrillos, con críticas violentas, hablaban agriamente de su prójimo. ¡Qué tierra de ladrones y pícaros sin dicha que, con instinto enfermo, sin orgullo, en un mundo de locos, conocieron a los inquisidores de gesto despiadado y asesino! Y, al cabo, eso es España: son unos malandrines que venden a su madre y, sin escrúpulos, se atreven a rezar en los altares, como la gente honrada que dice amar la fe de lo imposible. La fe de lo imposible, la fe de la grandeza, de América, de Flandes y otras zonas, acaso Filipinas, que, lejana, halaga a viejos reyes que pierden los bastiones presuntuosos. La fe de la Argentina, que pudo dar la plata a los proyectos de locos encerrados en sus cámaras, fraguando los desastres de un reino que subsiste en la miseria; la fe de otros lugares que minas entregaron al gusto de los Austrias, que querían atar los territorios dominados, un vínculo que nunca lograron mantener con mano firme. 2013 © José Ramón Muñiz Álvarez |