Paradinas de San Juan - Salamanca

En los albores del setecientos las parejas de novios no tenían tiempo fijo de noviazgo, pero si cumplir unos preceptos antes del matrimonio eclesiástico y dar el sí quiero:
Se llamaba la Pedida. La reunión era en casa de la novia. Las dos familias del novio y la novia, si no tenían padres los dos novios o alguno de ellos el hermano mayor barón o familiar que asignases los novios en su representación.
Llegarían al acuerdo de dónde irían a vivir la pareja después de casados del cómo y cuanto aportarían en el aguar los novios o la familia de las partes.
Segundo paso era donde se celebraría el acto matrimonial, en que parroquia del novio o la novia, que era por general. Hablar con el párroco de la misma, para exponer en el tablero de anuncios en la puerta de la Iglesia el enlace matrimonial, en la misa de los tres domingos siguientes se decían las amonestaciones, por si acaso alguno tenía que alegar algo antes de esta unión. Normalmente se elegía el sábado para la boda. Si eran familia, hasta de cuarto grado, se pedían expensas al Obispo de turno.
En esta ceremonia había dos partes el acto del desposo, es decir casados pero no juntos todavía, hasta la segunda parte el Velado= Infacie o infacien, eclesiae. (En la forma de la Iglesia)
El velado parte más notoria de la ceremonia de la Iglesia. Estaban presentes en la ceremonia el Sr. Párroco y dos testigos, el Juez de Paz a veces estaba presente para anotar la unión en matrimonio de los novios en el R. Civil como reza en las Partidas de Matrimonio en esos años de 1700 para adelante.
Los novios y padrinos con una vela encendida, les cubrían a los novios con un velo a la novia la cabeza al barón destapada como hombre libre. Igual al acto, después ya veremos diría la novia. A este manto se le añadía un cordón que hacía las veces de yugo. Son preciosas estas ceremonias, que pena de perderlas.
Sin estos actos no podían mucho verse los novios en público la Iglesia en ese tiempo no concebía las parrandas de los novios de ahí las carabinas, acompañantes eternos de los novios.
Después de velados como corresponde podían los novios compartir casa mesa y cama.
Sin este requisito último los novios tenían la puerta abierta del divorcio por no consumir el matrimonio.
Bibliografía:
Redacción Propia.
Un saludo. Un Paradinense