Nava de Sotrobal - Salamanca

La llegada de los forasteros.

Durante los últimos días de julio o los primeros de agosto la gente que, por unas circunstancias u otras, salió del pueblo, vuelve a pasar unos días. Esto le da vidilla al pueblo; hay más gente y eso se nota en todas partes: en la farmacia, en el supermercado, en el mercado de los Jueves, en los bares, en las calles... La gente que sale a montar el Sálvame Deluxe en "el fresco" tiene más que comentar, los que tienen un negocio recaudan algo más, la gente se reencuentra con viejos amigos o con familiares,... Para algunos supone un incordio, porque lo bueno de un pueblo es que es un sitio tranquilo, pero bueno, nunca llueve a gusto de todos.

Pero si eres adolescente, este acontecimiento supone algo más. Porque entre esos forasteros suele haber bastantes jóvenes y adolescentes y esto en un pueblo en el que todos estamos cansados de vernos las caras, en el que nos conocemos ya a toda la juventud de nuestro pueblo y de los de alrededor, pues queráis que no, supone un mundo. Los y las forasteros eran tan esperados que se convertían en el objeto de deseo de la mayor parte de las y los adolescentes del pueblo.

Esto es así: si vives en una ciudad y no te comes un rosco, vete al pueblo de tus padres y verás como triunfas más que la Coca-Cola. Llevarás detrás de tí a todos los jóvenes o jóvenas del pueblo, desde los más populares y guapos hasta los más tímidos y menos agraciados.

Ellas tan guays, ellos tan rubios ( es que yo me fijaba en los rubios supongo, que eran los que me gustaban). Aquí se notaba, y se sigue notando mucho, las fiestas de agosto en los puablos de alrededor. A partir del último finde de Julio ya es un no parar de fiestas de pueblos. Yo Me he recorrido todas las fiestas de pueblos de alrededor que es cierto en fiestas se llenaban de gente que venia de MAdrid o Bilbao y muchas veces, sobre todo al principio de empezar a salir de que te dejaran ir a las fiestas, una se sentía una perfecta paleta entre esas chicas que ya se habian besado con chicos, eran tan rubias, llevaban esas ropas tan modernas y con las que era imposible competir. No ligue mucho con forasteros. Y menos mal, porque ahora veo a los que fueron los "TOP models del verano", y se han convertido en unos hombres...decrépitos. Yo siempre fue de producto autóctono, aunque creo que algún cuerno sí me cayó a mi con las veraneantes. Fiel que era una.

muy bueno.

Lo bueno de las crisis económicas es que sirven para quitarle la gilipollez y la tontería a más de un@. Hasta hace muy poco, mucha gente se iba de vacaciones al extranjero en verano (endeudándose hasta las cejas en muchos casos), a sitios exóticos o de suficiente “glamour” como para provocar envidias malsanas entre vecin@s, familiares y amig@s. Ya conocéis esto…esa forma de viajar asquerosamente consumista y que no aporta una visión real del mundo, precisamente. Pues bien, parece que eso se ha terminado para muchas familias…los bolsillos no están para grandes alegrías, y los destinos nacionales vuelven forzosamente a nuestro lugar de preferencia. Y cómo no…la vuelta al pueblo se impone…

¿Os acordáis de cómo eran las vacaciones en el pueblo durante vuestra infancia?. Quienes hayáis tenido o tengáis la suerte de saberlo, tendréis muchos y nostálgicos recuerdos…noches estrelladas, olor a jazmín, la campiña, el olor a la comida preparada por la abuela, juegos, amig@s entrañables de los que ya no sabemos nada, fiestas patronales, etc etc. Es una verdadera lástima que una gran parte de la chavalería de hoy en día no haya podido disfrutar de estas sensaciones, pero mira tú por dónde…se nos presenta la oportunidad de cambiar esto gracias a la crisis.

Pasar las vacaciones en el pueblo de vuestros padres, suponiendo que tengáis parientes dispuest@s a aguantaros, supone grandes ventajas para vuestras finanzas : alojamiento y zampa gratis, precios muchos más baratos que en las grandes ciudades o destinos turísticos habituales, acopio de viandas para la vuelta a casa (las abuelas no permitirán que os vayáis de vacío)…¡¡un verdadero chollo!!. Y qué me decís de la tranquilidad del campo, el aire puro, comida sana, ver a viej@s amig@s…anda que no le viene bien a la salud.

Pues sí…no le perdamos la vista a los pueblos…aunque tampoco se trata de fomentar un oportunismo cutre para evitar quedarnos en casa. Se trata tb de recuperar nuestros orígenes, de una vuelta a unas raíces que ya empezábamos a olvidar…

Y que razón tienes

No es lo mismo veranear que ir de vacaciones. De vacaciones va cualquiera. Desde el estudiante quinceañero al que los padres mandan a Irlanda por julio con ánimo de mejorar el inglés hasta el pensionista de ochenta primaveras que se va en octubre a Benidorm con los viajes de los viejos a perfeccionar el tango. Las vacaciones son la pedrea de una lotería democrática que a veces se disfrutan mejor en casa que en esos paraísos a los que va el vecino... y no vamos a poner apellidos, para no incomodar espíritus sensibles.

Las madres de antes aconsejaban a sus vástagos que las verbenas de los pueblos se las tomasen con la debida prudencia. "Ten cuidado con los de ese pueblo, hijo, que son muy brutos y puedes acabar en el pilón; y no hables mal de ninguno, que al final todos son familia y te la pueden liar", decían antes de ver partir al hijo en misión festiva, pero de siempre incierto resultado. Puro sentido común, tan escaso hoy para casi todo.

Andando el tiempo, cualquiera ha podido comprobar que los catetos del pueblo no eran más huraños que los señoritos de la capital ni éstos que los adalides de la intelectualidad o de la política. Nos cuesta trabajo hacer sitio al forastero. Si fuera posible, lo mandaríamos al pilón a la que rechiste. Y si fuera, sin agua, mejor.

La presencia de estos forasteros tenía, sobre todo en el pasado, otra función muy necesaria para la comunidad, ya que posibilitaba nuevas relaciones personales, favorecidas por el contexto lúdico, que muy a menudo acababan en cortejo. Muchas parejas procedentes de poblaciones diferentes, sobre todo antes de que la generalización del vehículo utilitario facilitara los traslados continuos a corta distancia, han surgido de una verbena de fiesta mayor. La comunidad se aseguraba así una necesaria renovación genética y el establecimiento de vínculos con otras poblaciones próximas


Ser un forastero implica sencillamente ser atentamente observado.

Muy bien dicho y expresado, al forastero hay que acogerlo que de él aprenderemos siempre, lo mejor y lo menos bueno.