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AQUELLOS JUEGOS

Poblacion:
España > Salamanca > Galinduste
AQUELLOS JUEGOS
Nací en Galinduste, en el sitio mejor del pueblo, pues tuve como patio la plaza, que era también el centro de juego de todos los niños, y ¡qué juegos! distintos, muy distintos a los de ahora; nuestra generación no hizo la guerra pero sufrimos las consecuencias, quizá por la escasez de todo, valorábamos más lo que teníamos a nuestro alcance, que era sobre todo… la calle, la calle para correr. La plaza también era el patio de las escuelas, era el centro de juego de todo el chiquillerío donde dábamos rienda suelta a nuestras habilidades y nuestras alegrías. Entonces estaban bien definidos los juegos de niños y niñas, incluso los espacios, las niñas en la parte de arriba de la plaza y los niños en la parte de abajo.

Y no se porqué ni se quien lo imponía, pero había épocas en que predominaba un juego sobre todos los demás, y todas las niñas jugábamos al mismo juego como si una fuerza misteriosa, quizá promovida por el hada de las niñas, hacía que nos olvidáramos de los otros, poniendo toda nuestra fuerza en aquel que en ese momento estaba de moda.

Uno de los juegos estrella era la “Marica”, que lo único que necesitábamos era una tángana, y alguna mano habilidosa que dibujara sobre el suelo ese juego, dibujo que quedaba durante toda la temporada, pues cada vez que se jugaba se repasaba y quedaba grabado hasta que el aire y la lluvia lo borraba.

Jugábamos a la Marica Redonda, siendo la mayor dificultad “piso, piso” que consistía en recorrerla con los ojos cerrados; esto era más bien para las pequeñas, el Avión no tenía mucho éxito pero la de “Anca barranca” era la reina de las Maricas (que mal suena hoy), ¡cuánto jugué yo a ese juego!; y llegué muchas veces a dar cien vueltas pisando las rayas, por supuesto, alrededor de los cuatro cuadrados que había en el centro, diciendo la retahíla “Anca, barranca, negra, azul y blanca”, y luego se completaba con cabezota, puño, muñeca y patas; y todo “sin avance”, “y sin ropa” y pisando la tángana cada vez que se llegaba a “campa”.

Otro era jugar con la pelota, sobre todo a “Media la una cabal” que terminaba con “Un, dos, tres que me des”, con ella también mostrábamos nuestras habilidades haciendo la bicicleta que era pasar la pelota por debajo de una pierna o de las dos, y dando patadas en el aire; conseguíamos incluso dar más de cien.

¿Y con la cuerda? jugábamos a “la una, a las dos o las tres” y según el puesto que ocupábamos éramos la “primer” la “segas” y la “tercer”, los demás era por el nombre completo, cuarto, quinto, etc. Y para todo teníamos canciones: Una y dos la Betty Bo… Una, dos y tres, pluma, tintero y papel….etc.

También con la cuerda jugábamos a la una con “moche”, ¡qué carreras nos echábamos…! y a la barca cantando: Al pasar la barca… o a la Montañita, un poquito más arribita.

Si éramos pocas saltábamos cantando canciones acompañando movimientos a la letra como: Soy la reina de los mares, El cartero, En Sevilla un sevillano, etc.

Por supuesto que también jugábamos mucho al corro, cantábamos con todas nuestras fuerzas dando vueltas y más vueltas: Echa limosna a rodar, Papá si me dejas ir, Al levantar una lancha, Tengo una muñeca, Dónde vas Alfonso XII, Una tarde de verano, Ahora que vamos despacio, Quisiera ser tan alta, etc.

Parecía que la plaza, la habían hecho pensando en que las niñas también teníamos que jugar a “Cierra vista”, qué carreras, qué ingenio para intentar engañar al otro equipo. Desde la plaza para escondernos íbamos hasta la farmacia o hasta el antiguo cuartel para aparecer por el lado contrario al que habíamos salido; para formar los equipos “echábamos pies” que lo hacían las dos que más corrían e iban eligiendo a las más espabiladas y sobre todo a las más rápidas.

También jugábamos a la “Maya” con el “alzo la maya por mis compañeras y por mí la primera”, para echar suertes entonábamos: Yo tenía una mona, Un avión va por el aire; Este era un niño más pobre que rico, Un gato se tiro a un pozo, Mi papá me ha regalado…

Jugábamos también a los botones, al clavo, a tengo un castillo, al agua el pez que se muere de sed, a la correa chimilindrea, a la zapatilla por detrás, a la cadena, cantando: Rompiendo el silencio de la cañada... etc. etc.

En fin, supimos divertirnos, emplear nuestro tiempo de asueto en juegos sanos que llenaron nuestra infancia de alegría y hoy es un grato recuerdo.

Carmencita Malillos
Enviado por: cmbh | Ultima modificacion:05-06-2008 23:33
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