El Carmen - Salamanca

Y, por un instante, ella miró a mis ojos. La acera era pequeña para dejar
paso a los vientos de gestos.

Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas.