El Bodón - Salamanca

Me preguntas, ¿Qué es un beso?, ¿Es amor?, ¿Es pasión?

Y me gustaría responderte, con palabras sencillas, aunque es imposible la descripción, evitando el dolor ¿Cómo desatar tanto sentimiento encelado? Verás, tú sabes que las noches, en las islas del Mediterráneo, están llenas de magia.

Caminamos por las calles, como cada atardecer, y te acercas a la playa, yo sigo tu huella, me convierto en sombra, no me separo de ti. Llevas las sandalias en la mano, el vestido blanco. La luna llena, a contraluz, lo hace transparente. Como encantado, miro la silueta que tu cuerpo dibuja, con su vaivén, al caminar. Permanezco en silencio. El corazón, aprisionado en mi pecho, late como el tan-tan monótono de un jefe indio llamando a la rebelión ¿Puedes oírlo? Mojas tus pies en el mar y, sobre una toalla, te tumbas en la fina arena. Yo, como siempre, a tu lado.

Es la última noche de verano y sientes el viento del cambio que golpea tu alma, el tiempo se acaba. Yo siento que, sin ti, se me escapa la vida de las manos, como el agua entre las piedras, como el polvo de la tierra al que intentas agarrar; como la nieve, que por retenerla, se derrite entre tus dedos, como el aire que se cuela por minúsculas rendijas en busca de su libertad.

Siempre has sido como ola de mar, que llega a mi vera, acaricia y se va. Pero hoy deseas acabar tu romance con la soledad, permaneces conmigo y sueñas por vivir una noche especial, Quiero que permanezcas conmigo, que vivas la magia del momento, llenar de sueños tu alma, iniciar un idilio sin final. Miramos las estrellas y empieza el ritual.

Comparado con la rapidez que pasa el día hay calma alrededor, la brisa cálida te atraviesa el alma. Alzas la mano derecha, con tu dedo índice, señalas la estrella que más brilla, invocas al “hada del mar”; te llega todo su poder. Dibujas circulitos en el aire, muy lentamente y, en un instante, acompañando el movimiento de tu mano, el orbe comienza a gravitar, como frenético carrusel . Poco a poco entras en vértigo, el barco de tu cuerpo queda sin control, abandonado a la aventura, buscando puerto. Y esa estrella cómplice, que inició el baile del deseo, te envía un guiño, y un mensaje con invitación. En ese instante la realidad cambia de color.

Caminando en la cuerda floja mis dedos mecen tu pelo, bajan por la nuca, erizando la piel. Al contacto de mis yemas te acercas, mis labios besan tu frente y suspiras. Cierras los ojos, gira la rueda del deseo y nosotros dentro de ella, mientras mis labios resbalan por tu sien para posarse en el lóbulo de la oreja izquierda y susurrarte “dame tus labios”. Recuerda, es parte del ritual.

Dices, dame un abrazo que me quite el frío. Y las piernas se entrelazan, los cuerpos se aprietan, el corazón se acelera, mis brazos te arropan. Los labios se tocan, busco tu boca, las lengüitas juegan, calmando la sed hasta cortar la respiración, me separo un milímetro, jadeamos, nos volvemos a unir, cuesta respirar, Cruzamos el límite; sin miedo al vacío, olvidamos temores, levitamos desde la arena y subimos al cielo. Nos fundimos en armoniosa música, sonata en un solo diapasón, aperitivo del placer y llegan…

… perdiendo el pudor, las dulces cosquillas en la tripita. Nos acurrucamos bebiendo la miel de los labios y …te quemo por dentro.

Pero las noches en las islas mediterráneas, ¿Tienen magia? Tal vez es solo la descripción de un deseo, o de un beso.