El Bodón - Salamanca

Le pasaban rozando las piedras a un PARDAL que yo estaba oseando desde mi peña preferida,( donde siempre tenía un montoncito de piedras que recogía por las cercanías en el trigal de la piñuela; montoncito que allí seguía cuando volví a “OSEAR”, después de 45 años). y venga a tirarle piedras pero nunca se iba, y le pasaban rozando, pero no se iba, y más y más y él quietito...!AY! ...voy a tirar la última y sorpresa: se cae solo, antes de que se la tire; voy a buscarlo a la encina muy, muy joven, como de tres dedos de gorda, y que en su base tenía carrasco, maleza; y nunca lo encontré. solo había serpientes verdes, grises y muy grandes. Supongo que serían bastardos. Más tarde en el colegio aprendí en las clases de ciencias naturales, que las serpientes atraen con la vista a los pájaros; que fue lo que sin duda ocurrió. Escena que jamás se me ha ido de la memoria. Cuando volví al carrasco al cabo de 45 años..."ERA UNA HERMOSA ENCINA A LA CUAL ME ABRACÉ, " Para recibir su energía y fortaleza, y se inundaron mis ojos para
regar sus raíces, y desear que me sobreviva muchos años. Se acuerda uno de cosas que te quedaron grabadas, y sin embargo ya en la ciudad, me olvidé que los cerdos comen en el suelo, bellotas y demás cosas, y un día que le eché la bronca al bueno de Carlos, el del bar, porque le echaba en el suelo a sus cebones el grano de cebada y maíz; ¡Pero Carlos, qué haces hombre, pobrecitos! “No le pongas la comida en el suelo” Le dije; se rió amablemente, ¡Estos de ciudad,…pensaría! Estaba el hombre disgustado porque a la mañana lo vi con la bici, pero andando, ¡pero Carlos, porqué vas andando! -¡porque se me ha pinchado la bici, con un cardo! ¿Con una hierba?, imposible, le dije; pero Él me lo demostró, buscó por allí los cardos secos, eran realmente alfileres, duros y largos; La palabra "POYO". Después de unos 45 años que no iba a mi pueblo, cuando ya ni me acordaba de semejante y bella palabra, vimos a una señora nativa, pequeñita, enlutada, y un pañuelo en la cabeza al estilo Doña Rogelia, apenas le veíamos los ojines, y le preguntamos que dónde vivía cierta persona; y nos contestó que “ pasando dos "POYOS" que hay ahí”. Y venga a buscar los dos "POLLOS" mi mujer y Yo, y no vimos pollos ni gallinas. Se nos había olvidado esa palabra; y luego ya nos dijeron lo que eran los "POYOS". Resultó que a la señora que le preguntamos, era la madre de mi cuñado, suegra de mi hermana. Y es que en la ciudad se olvidan las cosas; Mi madre me llevó en “ La Serrana” a Ciudad Rodrigo, me llevaba a un internado, pero el tren siguiente no llegaba hasta dentro de dos horas; y dando una vuelta por la ciudad...!OH! pero ¿Qué es esto madre? un grifo hijo para beber agua, bebe si quieres; ...y !Que maravilla! no había visto nada igual, giraba y salía agua, volvía a girar y se paraba, !Que inventos! -pensaba yo- y venga a beber, y beber y beber, beber ya sin sed ni nada, solo por abrir y cerrar aquella maravilla de invento; estuve bebiendo agua hasta que casi me ahogo. Sep. Del 56; no he bebido tanta agua y tan maravillado en mi vida; yo, que estaba acostumbrado a tirar una soga a la fuente de la plaza, ó coger los cántaros del caño grande. Sigue la fuente en el mismo sitio, plaza del mercado, con soportales, y
galerías, en Ciudad Rodrigo, pero ahora es de empujar un pomo redondo, y al poco se cierra solo. Como yo cazaba muchos pardales con mi cepo de cobre, mi padre me llevó de premio a la feria de S. Andrés; a “CIARODRIGO”, así que a la feria, con mi traje de pantalón corto de pana rubia que me duraba de la 1ª comunión; me dio cuatro pesetas para gastar, y con permiso para gastármelo todo en lo que quisiera; me compré por fin lo que toda la niñez había deseado: una cachaba de caramelo de rayas; pero como me sobraba dinero me compré un melón, perronillas, dulces de toda clase, una barra de pan que nunca las había visto, un cacho de chorizo, dos palo dulce, chochos, ya no podía mas y solo me gaste 3 pesetas. Me fui a comerlo todo a la puerta del circo Hispanoamericano, mientras mi padre vendía y compraba burros en la feria, mirándole los dientes. Cierto.