Pontevedra - Pontevedra

¡Diosas, qué carnicería!
Pasó un catorce de agosto
y continuó al siguiente día
ejecutada por seres foscos
que disfrutaron de aquella orgía
sembrando terrores nuevos
en inocentes ciudadanos
que inermes ni se defendían.

Venganza de un Dios injusto
que masacró a un pueblo sano
tras machacarlo primero
con las bombas que caían
desde los más altos cielos
que, inocentes, ni intuían
hasta que en sus cuerpos resecos
penetraba y desgarraba la metralla.

Títeres con uniformes
cometieron la fechoría
elaborada en mente deforme
que podrida alma tenía.

CULTURA:
Es lo poco que queda después de haber aprendido algo alguna vez.

Cuando yo era chico y vivía en el pueblo donde nací, o me nacieron, recuerdo que iba solo porque allí no hacía falta que me llevaran, a lo que entonces era como una guardería semejante a estas modernas con las paredes llenas de dibujos infantiles y muy higiénicas y muy modernas que hay ahora en las ciudades y pueblos de medio o alto fuste en las que, mis hijos dejan a los suyos para ir ellos a ganarse el pan con los sudores de sus frentes. Y que, algunas veces tienen que ir a llevar o recoger los padres de sus padres porque estos, o se tienen que ir antes o vuelven después de lo habitual debido a imprevistos fuera de guión.

Aquél sitio donde iba de chico, era a la casa de una señora a la que, según me enteré después, los buenos de entonces, que habían hecho una guerra para salvar a España entera con todos sus habitantes dentro de las maldades de los republicanos a los que llamaban rojos, habían ido a buscar una madrugada a su marido y, tras llevárselo con las manos atadas a la espalda, le había descerrajado unos cuantos tiros a bocajarro en la nunca sin que, hasta ahora, se sepa dónde dejaron su cadáver.

El matrimonio había tenido una hija que había sobrevivido a las venganzas posteriores a la guerra y al hambre, porque la había entregado o se la había quitado y dejado al cuidado de unas monjas de las que nunca supe debido al oscuro silencio que se tejía en torno a todos estos hechos luctuosos por aquellos tiempos, si era un correccional o era un convento. Nunca la vi en el pueblo y, su madre, mi seño de entonces, la Señá Equix, siempre vestida de negro y una pena infinita reflejada en su cara de mujer del pueblo que sabía leer y escribir, nos cuidaba a todos los de mi edad de entonces durante la mañana y la tarde, mientras cantábamos las tablas de multiplicar y leíamos la cartilla del ABC o algo así, y dibujábamos letras en pizarras individuales con pizarrines que íbamos a buscar a un descampado, a la salida del pueblo, donde había una cruz de término que quería ser monumental (aún está) pero, que parecía y parece más un mazacote construidos con ladrillos culminado por una cruz de hierro oxidada en la que, un adelanto a su tiempo, algún herrero local ingeniosos y hábil, con herramientas cotidianas de su oficio como tenacillas o martillos, hacía ver a un Jesús Crucificado que, ya les gustaría haber fabricado hoy a los artistas del género figurativo. O como se diga. Pero ya digo, todo muy oxidado, lo que me hace pensar también por su abandono y descuido, que era de épocas anteriores a las que digo, esa en la que pagando muy pocos reales al mes, o a la semana, o cuando pudieran, en negro , claro, tal como se dice ahora, nos tenían recogidos un tiempo por las mañanas y otro por las tardes y algo se nos quedaba en nuestras duras molleras. Aunque sólo fueran los cánticos de una por dos, dos; uno por tres. Y así........ Mi seño, la Señá Equix, no creo yo que comiera con lo que le daban nuestras madres pero, algo le ayudaría.

Había, y hay todavía, una enorme cruz monumental en una plazuela que hay al lado de la iglesia dedicada a San Pedro, en el lado donde está el cuartel de los civiles y enfrente justo del ayuntamiento, hecha con mármol gris. Ya digo, de proporciones colosales que, por entonces, había sido dedicada a los caídos por Dios y por España. De lo que deduzco ahora, que el marido de mi seño de entonces, no figura entre ellos. Era y sigue siendo un monumento enorme, desproporcionado para el lugar donde esta sito y el pueblo en el que está levantado pero, por lo que se ve, el mismo artista, escultor o lo que fuera, por aquellos años levantó mas de una de las mismas hechuras pues, estos días atrás, andando por Pontevedra, rematando un amplio paseo en el que hay otros monumentos que no rompen la armonía del conjunto y donde también está situado el edificio de la Diputación Provincia, había, y hay, una que, de sopetón, me trasladó a mi pueblo natal. Fue como un bofetada pues, de estar viendo una iglesia o ermita levantada a base de bloques de granito gris ennegrecidos por la edad de cuando Breogan todavía pateaba la céltica Galiza a, divisar ante mi otra como la antes reseñada, me hizo daño en los ojos y en el alma.