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El temor del PP a que Grecia tenga éxito y ello pueda alentar un voto de izquierdas en España, no debería impedir que el Gobierno actúe con responsabilidad. El gobierno español debería anteponer el bienestar de los españoles a sus intereses electoralistas.

Las acusaciones vertidas por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, contra el gobierno de Rajoy al que responsabiliza de intentar sabotear su gobierno, tienen sin duda su base en la posición defendida por el gobierno español en el proceso de negociaciones entre el gobierno griego y la UE. En este sentido, el enfado de Tsipras es comprensible, otra cosa es la capacidad real de influencia de España en Europa. Al margen de la polémica surgida entre ambos mandatarios, es evidente que al gobierno español no le interesa en absoluto que Grecia consiga mejorar sus condiciones de devolución del préstamo, ya sea mediante la flexibilización de las condiciones o a través de la reestructuración de la deuda.

Desde un punto de vista lógico, parece evidente que el gobierno español, que ha sufrido directamente la presión de la troika, debería ser el principal defensor de las propuestas griegas que de ser aceptadas por las instituciones económicas europeas y mundiales, permitirían una relajación de las políticas de austeridad y la consiguiente mejora en las condiciones de vida de las personas. En este sentido, el Comité de Dirección de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) aprobó una declaración de apoyo a Grecia en la que se insistía en que lo ocurrido en aquel país podría representar una oportunidad para revaluar las políticas sociales y económicas llevadas a cabo desde el inicio de la crisis. Sin embargo, el PP con Rajoy y De Guindos a la cabeza, se convierten en los principales valedores de las reglas económicas que rigen la UE y que dan cobertura a las fracasadas políticas de austeridad. Todo el mundo sabe que el nivel de la deuda pública de Grecia es insostenible por lo que la imposición de extremas medidas de austeridad es, no sólo inútil, sino también cruel.

En este contexto, el Plan de Inversiones propuesto en su día por la CES, representa una alternativa real a las políticas de austeridad y su aplicación garantizaría la creación de empleos de calidad y el consiguiente aumento de la demanda.

Desde CCOO rechazamos la manipulación del ministro De Guindos al anunciar un tercer rescate a Grecia y el coste que tendría para los españoles. En un comunicado, el Eurogrupo ha negado esta posibilidad y el propio presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker ha desmintiendo al ministro español. Igual de deplorables y engañosas son las afirmaciones de Margallo al asegurar que el préstamo a Grecia ha impedido la subida de las prestaciones por desempleo en un 50% y las pensiones un 38. El gobierno no puede manipular las cifras para confundir a los españoles y que culpabilicen al pueblo griego por los recortes cuyo único responsable es el propio gobierno español.

El gobierno de Mariano Rajoy debería aprovechar la oportunidad que se le presenta y apoyar a Grecia en sus propuestas para asegurar la resolución de los problemas de su deuda y abordar el problema a nivel Europeo.

El temor del PP a que Grecia tenga éxito y ello pueda alentar un voto de izquierdas en España, no debería impedir que el Gobierno actúe con responsabilidad. El gobierno español debería anteponer el bienestar de los españoles a sus intereses electoralistas.

Desde CCOO se recuerda que el Gobierno griego, elegido democráticamente por los ciudadanos de aquel país, se comprometió con el pueblo griego y con los trabajadores a poner fin a la dramática situación que vivían como consecuencia de las medidas más crueles aplicadas por los anteriores gobiernos al amparo de las exigencias de la troika.