Riós - Orense

LA MUERTE DE RIÓS

La Diputación de Ourense parace tener bien claro sus objetivos y prioridades: de su mano y de su dinero, el concello de Riós acaba de iniciar las obras de un nuevo tanatorio en el municipio. Y cuando digo "nuevo" me refiero al hecho de que en Riós (poco más de 2.000 habitantes censados), el que se acaba de cimentar va a suponer el QUINTO tanatorio del concello.
Dejando a un lado el descomunal dato de que Diputación y concellos suman, según fuentes del ministerio de economía, una deuda cercana a los 140 millones de euros y la no menos apabullante circunstancia de que la Diputación dedica menos de la mitad de dinero a inversión que a pagar los salarios de sus funcionarios y empleados de diversa casta y condición, parece grotesco que los fondos públicos se destinen, de una manera tan reincidente, a financiar la arquitectura de la muerte.
Y el caso es que Riós lleva demasiados años muriendo. Muriendo porque sus habitantes tiene que dejar atrás su tierra y su paisaje de horizontes infinitos y castaños aferrados al cielo para encontrar trabajo donde lo hay: lejos. Muriendo porque apenas hay otra opción de ocio que deambular de tanatorio en tanatorio arrimando los hombros y las manos a los familiares de cuanto difunto, conocido o desconocido, se deja caer por la comarca. Muriendo porque las aldeas se van desnudando de vida a medida que no hay nada que hacer y a medida que no se ofrece nada que hacer.
El nuevo y, de momento, último tanatorio, está creciendo además en el casi único espacio de ocio planteado en la capital del concello, justo al lado de la piscina municipal descubierta, desde la que podremos contemplar y escuchar, sentados en nuestras toallas, el patético ir y venir de quienes despidan a sus seres queridos.
A mí se me ocurre que la Diputación de Ourense podría destinar sus fondos a otro tipo de actividades. Una biblioteca móvil, un parque infantil en condiciones, un centro social, un pequeño museo, un centro de día... pero da la impresión de que, ya que Riós se nos va muriendo, la Diputacuón prefiera construir, en sus prados, los andamios y los muros en los que podamos llorar su despedida.

Aida Salgado Veiga. Riós, Ourense.