Ourense - Orense

Religioso dominico, nacido en un pueblecito cercano a OURENSE (Orense) el 21 de marzo de 1933. Cursó las Humanidades en el colegio de Nuestra Señora de Gracia de Almagro (Ciudad Real) y en 1956 concluye los estudios institucionales de filosofía en el Estudio General de PP.

Dominicos de Granada, marchando dos años más tarde a la Universidad cantonal de Friburgo (Suiza), donde completa su formación teológica, cuya licenciatura obtiene en 1960, y en 1965 el grado de doctor. En 1972 obtendría la licenciatura en filosofía por la Universidad de Valencia y en 1980 el doctorado en esta disciplina por la Universidad de Murcia, con una tesis titulada Nicolai Hartmann y el problema de la finalidad del ser inconsciente. Desde su regreso a España en 1965 inicia su actividad docente como profesor de filosofía de la naturaleza e historia de la filosofía en el Estudio General de Granada, y en 1970 es nombrado presidente del Instituto Teológico Santa Teresa de Granada, anejo a dicho Estudio General, simultaneando las clases de teología con las de filosofía hasta 1976. Este mismo año es contratado como profesor visitante de filosofía y de teología de la Universidad católica de Ponce (Puerto Rico), renovándosele los contratos hasta el curso 1978-1979, y al año siguiente se incorpora a la Universidad de Murcia como profesor contratado de filosofía de la naturaleza y ontología.


Fundamentalmente Vicente Cudeiro se inscribe en la corriente aristotélico­tomista, y en el desarrollo de su actividad como profesor y escritor cabe distinguir una primera etapa que pudiéramos calificar de informativa, y que se corresponde con su función de profesor de historia de la filosofía. En esta etapa predominan los trabajos históricos. La segunda fase, que se inicia en 1979, se caracteriza por una mayor insistencia en la construcción de un pensamiento más personal, teniendo en cuenta los informes recibidos en la etapa anterior. Frente al relativismo y escepticismo filosóficos y la pretensión de ciertos pensadores de que las ciencias naturales agotan todo el conocimiento posible de la realidad, nuestro autor defiende no sólo la posibilidad y necesidad, sino también el valor del conocimiento filosófico, y particularmente del metafísico. Según él hay que reconocer las limitaciones de este conocimiento y las numerosas aporías que en el tratamiento de los temas filosóficos nos asaltan de continuo. Pero esta limitación no invalida la objetividad y valor de los conocimientos que proporciona, como la limitación de la visión sensititva no invalida cierta objetividad y valor de la misma. Quien en razón de las limitaciones y dificultades del saber filosófico y metafísico renunciase a ese saber, caería en una actitud absurda, semejante a la de aquel que por no poder ver los objetos particulares a veinte kilómetros de distancia renunciase a todo acto de visión. Por el contrario, la actitud verdaderamente humana y sabia a este respecto es potenciar esa facultad de visión corrigiendo sus posibles defectos y elaborando instrumentos que prolonguen el campo óptico más allá del límite natural, teniendo siempre en cuenta las leyes ineluctables que rigen el acto de visión.


De modo parecido, en el orden del conocimiento intelectual y filosófico hay que intentar prolongar todo lo posible los límites que lo pueden reducir o ensombrecer en cuanto a su objetividad mediante una actitud crítica, un método adecuado y el estudio concienzuda de la estructura del conocimiento respetando sus leyes y partiendo de ellas. Y la primera de estas leyes, que conforman el conocimiento, es su referencia al acto de ser, referencia que se establece en una doble vertiente: una objetiva, en cuanto que el objeto en la medida en que es determina el conocimiento esencial y existencialmente en su contenido y en su existencia; y otra subjetiva, en cuanto que todo conocimiento, cualquiera que él sea, es un acto de un existente. Resumiendo: el conocimiento es el acto de un ser existente, que es determinado en su potencialidad cognoscitiva por otro ser existente, denominado objeto, y como quiera que el acto de ser tiene un sentido por el hecho mismo de ser, de ahí que la metafísica, que trata de penetrar este sentido, se imponga como algo implicado forzosamente en todo acto de ser y de conocer, y de ahí su absoluta necesidad.

OBRAS:

continuará...

Muy Interesante




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Aqui teneis el enlace con un bello Cuento, con reminiscencias de un Charles Dickens, no exageramos, titulado 'Regalo de Navidad'

Un verdadero regalo de Vicente Cudeiro OP.

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Muy bonito.