Mouruás - Orense

Que non somos tan pouquiños en Mouruas pra que ninguén escriba eiqui.! Ninguén mais coñece esta páxina.? Eu descubrina hoxe. Si pasades por eiqui, escribide. Bicos.

Hola!
Soy a neta do Moreno,otra enamorada de este maravilloso mouruas,
Bicos, Cindy

Fillo do Nel e da Luisa. Onde o pedrairo se ergue pra cobrir da choiva e da neve no inverno e do sol no veran. Onde os cadelos dormen agarimados. Onde na pedra do Ramiro, xa do pobo, a xente se consola falando nas noites de longa sudor. Troulas e xeiras que ainda fan ledicia nos ollos e asoballan o peito con recordos antergos.
Pra quen lea e ainda as vagoas lle leven os vellos tempos. Un cadelo, un home e outros tempos...

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A UN DESCONOCIDO

Hoy te he visto, perro vagabundo, con lágrimas en los ojos, la cabeza husmeando el suelo, las orejas con sopor de fatiga, heridas tus patas, tus costados alanceados por otro can, puede, o por algún humano con corazón de piedra.
Me miraste, lánguida tu lengua, tu hocico sangrante, tus costillas violín de hambre. Olisqueaste mi ropa, te di la mano y al trote anduvimos.
Un garito, apenas nada, lúgubre, mugriento, mas polvo que solidez en sus piedras. El hambre no afloja ni en mi estómago, ni en el tuyo. Tragando el asco, atorando las narinas con el pañuelo de la necesidad, pido plato. Me esperaste en la puerta, seguramente viendo en mí más de lo que los humanos solemos ver, un hambre similar a la tuya. Tomé comida y arropé tus tambaleantes huesos. Pedí agua y sacié tu sed, te di caricias y llené tu alma… de alcohol de amor.
Creo que los animales tenéis alma y entendéis mas de generosidad que los "hombres".
En fin, saciado tu cuerpo y tu espíritu perruno, moviste el rabo cual banderola y atizaste el reloj de la retirada.
Al final de la cuesta stop, giro de cabeza, mirada tristemente humedecida, despedida… Un ladrido. ¿Oí "gracias" o me lo pareció? Giro a la derecha y… tu sombra se perdió en la intransparencia de los edificios.
Agradecimiento, hermano, por haberme permitido compartir el pan contigo. Se que nos volveremos a ver y también se que, cuando suceda, serás tu quien me invite a compartir tus horas. Preguntarás por mis cosas y yo preguntaré por las tuyas. Te contaré que mi soledad es como la que llevas a cuestas. Y ambos compartiremos de nuevo mesa y mantel, mientras charlamos de nuestras frustraciones, desatinos o próxima muerte. O, quizás, de nuestra vida más servida en materias aunque los espíritus sigan arrastrando sus cadenas fantasmales y desesperadas.

Eu