Mouruás - Orense

El ser humano tiene el poder de la regeneración física aunque nos deje un sello indeleble en cada cicatriz que acumulamos.

Sin embargo el dolor que escapa a todo lo imaginado, el que tortura el corazón, el que fluye de los sentidos, de los recuerdos y del amor jamás se mitiga ni se olvida.

La pérdida de quien nos regaló la vida, a cuerpo gentil, nos enfrenta a la eterna soledad del caminante.

Toda circunstancia nos asocia al pasado, a los hechos que marcaron nuestro devenir por los años compartidos y unque intentemos otorgarle fecha de caducidad jamás prescriben de nuestra memoria.

Al igual que los pueblos están obligados a perseverar para conservar su identidad así el hombre por apuntalar su pasado y su fe en el futuro. Justo es pues reflexionar sobre el, antes que la tierra tiemble y el mar abra sus fauces para deglutirnos.

Tu amigo que desde lo más íntimo del alma desea compartir el dolor por la pérdida de tu madre.

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