Domecelle - Orense

A Domecelle, mi pasado y mi presente…

Adiós al tren, última parada,
cruel paradoja del destino
que hunde mas en mi su daga…
Se mueve, se aleja, un silbido,
la vía gime y llora el alma .
Me voy y me quedo. Ando,
en deseos aquietado, adormecido,
buscando tus lágrimas de almohada,
prisionero de saudades y suplicios.
No diré adiós, sino hasta que Dios quiera,
hasta que el decida
que la soledad debe hallar camino.
Nada sucede por azar,
todo está atado a la circunstancia y al destino.
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Eres el pasado y el presente que atormenta,
mi casa, mi manantial de versos,
la música del alma, el murmullo de mi esencia,
el clamor del mar, mi universo,
el turbulento brillo de una estrella
atada al infinito y a lo eterno.

Fue Dios quien concibió la vida
en simiente de flor atada al campo,
pintando primavera en tus mejillas,
de nácar vistiéndote las manos.
Fue él quien dio fuego a tu vida
convirtiéndola en llama con sus rayos.
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Hay tierras marrones, amarillas,
praderas, trigales y arbolados,
granos que se convierten en trilla
con los bueyes tirando del arado.
Y tu haciendo del presente, orilla,
alimento que muere desangrado.

No hay nada, todo en nada se ha quedado,
todo en soledad muda y transita,
las casas, los hombres, los ganados.
y los perros que en la sombra dormitan
de la ventana las migajas esperando.
Que solo queda, sin presente y sin pasado,

pueblo, aldea o quizás villa,
quizás todo. Apenas si pasea un aldeano
que a tientas con la fe camina
sin mas prisa que llegar al otro lado.
Eres, pueblo mío, el destino,
la quietud de estos mis postreros años.

José