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Castro Caldelas - Orense

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España > Orense > Castro Caldelas
17-09-10 17:54 #6131423
Por:No Registrado
castro caldelas, un lujo
Con la ilusión por bandera y rumbo a lo desconocido, iniciamos éste par de “tortolos” nuestras vacaciones, (Gloria y Ramón) habíamos sido invitados por nuestros amigos la Antonia y él Jordi a visitar Galicia.

Miércoles uno de septiembre de 2010, el cielo esa mañana estaba con más nubes que claros y a las 9,20 h. Salía el tren hacia nuestro destino, ni que decir tiene que una hora antes ya estábamos en la estación de Sant, argumentando que deberíamos ir con el tiempo suficiente para poder desayunar y evitar (si se producía) un contratiempo de última hora, el andén estaba lleno de gente esperando a dicho tren, pues además de tener un largo recorrido enseguida lo bautizamos con el sobrenombre de “el tren del camino de Santiago” evidentemente porque había bastante gente con mochilas y todos los utensilios propios de un peregrino, a lo largo del recorrido se fueron sumando otros caminantes (de momento el recorrido lo hacían a golpe de raíles) y, a partir de Pamplona los más lanzados se fueron bajando para continuar su peregrinar a golpe de “pinrreles” (que es como Dios y Santiago manda). Lo nuestro no estaba por la labor de caminar sino era para ir de nuestro asiento al bar del tren, y a las ocho de la tarde llegamos al lugar concertado con nuestros anfitriones, ellos pacientemente ya esperaban en la estación de Quiroga y a bordo de su reluciente y señorial Mercedes nos trasladamos a Castro Caldelas, allí nos mostraron su piso, un piso con todo lujo de detalles de reciente compra, cambiaron la típica casa “galega” por este apartamento, debido y según ellos por estar más acorde con sus preferencias habitables, ya que con buen criterio aducen que para ir dos o tres veces al año este tipo de vivienda se ajusta más a sus necesidades...Una vez repasamos todos sus rincones nos dijeron cual era nuestra habitación y desde ese instante nos comportáramos como si estuviésemos en nuestra casa, no fue difícil adaptarnos a esta nueva situación debido a que nos facilitaron las cosas para que así fuese.

Al día siguiente empezó nuestro peregrinar por tierras gallegas, la mañana se presentó con una tupida niebla que no nos amilanó, pusimos rumbo a los miradores del cañón de Sil, pero la dichosa niebla se hacía respetar y nos chafó el primer envite, pero amigo allí estaba el Jordi que no se rinde ante la evidencia y cogió la ruta de los monasterios, las carreteras que nos llevaban a estos parajes ya daban fiel testimonio de lo que eran los bosques gallegos, algo insólito para nosotros y más para mí que soy oriundo de Extremadura, es decir, de tierra de secano, pero el asombro que se anteponía al lujo de esa naturaleza iba en aumento... y de qué manera, podía perfectamente describir cualquier monasterio, con sus piedras negra por las inclemencias del tiempo, cúpulas o torreones casi todos cortados por el mismo estilo, paredes anchas, algunas derruidas por el inexorable paso del tiempo, etc. etc. ahora bien, lo que no puedo describir es el paisaje que se presentaba ante mis ojos, unos bosques con el verde de su musgo aferrados a las rocas, árboles o cualquier cosa que perturbase su estancia, castaños frondosos y unos árboles (del cual no conozco su nombre) con troncos sin pasar de los tres metros de altura y algunos con otro tanto en su circunferencia, formando unas figuras inverosímiles, casi todos huecos por dentro, como salidos de una película de terror, en su aparente sequedad o estado de ruina lo llamativo era que le salían unas ramas verdes llenas de frondosas y vistosas hojas, ramas y hojas que entrelazadas entre sí en lo alto de su cresta sólo dejaban pasar fugaces rayos de sol, haciendo del entorno lo que antaño y más concreto en la biblia le llamarían un paraíso, estos parajes están situados en la Ribera Sacra. Si no conocéis este lugar lleno de caminos donde se practica el senderismo, es hora que antes de conocer lo desconocido fuera de nuestras fronteras, echemos una visita a los tesoros que esconde por este lugar la madre patria...y más concretamente Galicia.

Es de debido cumplimiento si se va a esta región visitar Santiago, nosotros lo hicimos, sólo que Santiago no estará muy contento con nosotros porque el peregrinar a golpe de mi par del cuarenta y dos, no fue más allá de los doscientos metros que separan su “morada” desde el aparcamiento donde dejamos el coche, el primer golpe de vista desde su monumental plaza, (Obradoiro) con su edificio de la junta, el hotel de los Reyes Católicos y su inigualable catedral... este primer impacto te deja atónito, y no tienes más remedio que empezar a echar fotos a diestro y siniestro como si no quisieras perder nunca estas instantáneas que te ponen a huevo, el gentío en la Plaza era espectacular (debido a su año jacobeo decían los entendidos) el caso es que eso de las colas ya no iba conmigo, pero no había más remedio que entrar al trapo, la catedral por dentro es majestuosa y cada uno de sus rincones te produce un oooh para tus adentros, cuando llevaba algo así como dos horas recorriendo con mi cámara cada uno de sus puntos neurálgicos el Jordi y yo decidimos salirnos para tomar algo, las mujeres se vinieron con nosotros y alguien nos dijo que a la una más o menos balanceaban el botafumeiro...Pero para entrar otra vez al templo había una cola respetable a la cual yo no estaba dispuesto a soportar, así que las mujeres decidieron ponerse a la misma y nosotros nos quedamos sin ver el majestuoso vaivén del botafumeiro, otra vez será.

El mundo mundano alrededor de la catedral, es decir, bares y tasca estaba en su apogeo y como era de esperar visitamos (porque lo cortés no quita lo valiente) varias “catedrales” dónde no sirvieron unos “albariños” que nos pusieron a tono, con algo solido que en Galicia tampoco puede faltar “el pulpo”. La parte antigua de Santiago bien, sin llegar a deslumbrarme monumentalmente hablando, otra cosa es su ambiente lleno de restaurante con unas vidrieras repletas de mariscos vivos y nosotros con la cartera llena de telarañas, así que nos fuimos a comer a un muy respetable y considerado restaurante de nombre “Casa Manolo” que nos sirvió un cubierto, precio calidad bastante resultón, una vez cansados de tanto girar alrededor de la catedral y sus edificios colaterales decidimos coger la de Villadiego.

Otra visita de debido cumplimiento es A Coruña, la Coruña tiene una parte antigua como toda ciudad y una parte moderna que desentona con la modernidad que se refleja en casi todas las capitales, quiero decir que debido a la estructura de sus edificios, con ventanales sobresalientes de lo más original, el blanco y el cristal cubren sus fachadas dándole un aspecto diferente y diferenciado al resto, bastante grato a la vista del turista de a pie, cómo bandera tiene la Torre de Hércules a la cual el Jordi y yo no nos resistimos a subirla (hay que hacerlo a golpe de calcetín) La Antonia y la Gloria se quedaron en la plataforma de inicio, sus cuerpos estaban reventados de tanto andar de un lado para otro bajo un sol (era Galicia) abrasador, desde arriba se ve con todo lujo de detalles La Coruña y la vista que se extiende a tus pies por el mar es única, pero a mí me llama más la atención esas pequeñas cosas que en mi mente después se transforma en un castillo de ilusionista fantasías... y esto no era otra cosa que un tranvía que cruza un paseo que une el puerto con la Torre de Hércules, sí, me llamó la atención su peculiar estructura, recordándome aquellos tranvías antiguos que cruzaban Barcelona en los años 60, le llamamos “La jardinera”, dicho “artefacto” parecía un juguete en movimiento al lado de la intensa y desmesurada circulación.
No quiero hablar de una siesta que intentamos hacer en los aledaños verdes que tiene la Torre, porque la Antonia con sus ocurrencias no nos dejó dormir, hablando de un señor que había tenido una embolia por la tubería final dónde el riñón desaloja sus residuos... y claro, si yo estaba hablando de que había tenido una embolia y la pierna la tenía hinchada debido al viaje, se puede suponer por donde iba el bagaje de la conversación y el hecho comparativo.

Mi amigo Jordi, infatigable deportista e intrépido aventurero, se había propuesto visitar todos los faros de la Costa de la Muerte y ni corto ni perezoso nos encajamos a Malpica de Bergantiños, parada y fonda para a la mañana siguiente empezar con la visita obligada a los más remotos faros, algunos en activos, pero los más, relegados a la visita de un turista cámara en ristre que quiera plasmar su figura ¿Por qué? la tecnología como en casi todas las cosas a cambiado el modelo de vida de estos salvadores de náufragos, entró en liza el llamado GPS y desapareció su anhelada y nocturna luz para los marinos en altamar perdidos.
Aquí hay que contar un par de anécdotas, una vez alojados en un hotelito para turista sin muchos recursos en la Visa, nos fuimos a dar una vuelta por el puerto, antes de llegar al pueblo encontramos algunos carteles anunciando una feria de objetos múltiples y cuando vamos a entrar a una carpa dónde se encontraba dicha venta, nos sale un señor y nos dice que teníamos que pagar dos euros por entrar A COMPRAR, entonces le dije ¿Oiga, no se ha confundido? Vamos a comprar, y para eso más bien nos tendría que obsequiar con un ribeiro y una ración de pulpo, me contestó, pues no, aquí se paga para comprar, inaudito el erudito, nos dimos la vuelta y vaya usted condios.
La buena fue que le preguntamos a un colega del puerto dónde podíamos comer “pescaito frito”, el colega me dijo, en Andalucía, ¿quizás por el habla? pero no, me dijo que allí había pescado recién cogido en el horno del atlántico... y nos señaló el bar dónde podíamos catarlo, mediante pago, claro está...y allá que nos fuimos, pero la relación precio calidad (y no sé porqué siempre ocurre lo mismo) allí dónde reside el producto de la tierra te clavan más que en cualquier otra parte, así que dado la hora, el tiempo no nos apremiaba, nos fuimos playa abajo buscando algo que nos interesara, ya que dicho recinto estaba lleno de restaurantes, mediada la playa vimos que había una barbacoa, los cuatro dijimos que si era carne no nos interesaba, estábamos en el centro neurálgico de los pescadores gallegos y en Castro dónde parábamos, predominaban los platos de carne, sobre todo de ternera, así que nos fuimos a por la barbacoa con nuestros estómagos pidiendo guerra, estaban asando sardinas y además lo que vimos en la pizarra era algo que nos apetecía, pedimos una botella de albariño y antes que dijéramos esta boca es mía, nos pusieron una bandeja de sardinas asá, que más que sardinas parecían merluzas, por lo grande y por lo buenas, preguntamos ¿y esto? Entonces el camarero nos dijo que todos los viernes se hacia una sardinada y tomaras lo que tomaras te ponían las sardinas, ni que decir tienen que a la que servía el manjar, la Antonia astuta como un lince le dio un propina y nos pusimos de sardinas como vulgarmente se dice hasta el culo.
Eso sí, le dijimos que al viernes próximo igual hacemos un esfuerzo y venimos otra vez por aquí, pero, pero daba la coincidencia de que era el último viernes y hasta la temporada que viene no se empezaba otra vez con este ritual, por lo que quedamos en venir al año siguiente si la cantidad de sardinas que habíamos comido esa noche nos lo permitía.
Tomen nota, Malpica de Bergantiños en la costa de la muerte un viernes cualquiera entre primero de junio y principio de septiembre.

Muy de mañana nos ponemos nuevamente en marcha, esta vez las carreteras eran de montaña estrechas y mal asfaltadas, lógico ya que bordeaban los acantilados, los faros se podía decir que viendo uno los veías todo, sí en cuanto a su estructura, no en cuanto a su enclave, los acantilados que engullía el mar eran todos diferente, por lo que, si una vista era bonita la otra más, o más de lo mismo, cogimos una de las muchas carreteras por donde pasamos y nos encontramos con un Cristo que se perdía por las alturas, era una torre en caracol que subía unos cien metro o más, como era de esperar el Jordi y yo no lo dudamos un momento y nos subimos hasta la cima, el paisaje que desde allí se divisaba pagaba el esfuerzo a tanto escalones, una maravilla de contraste entre el mar y la tierra.
Más adelante cogimos una carretera de tierra que bordeaba un imponente acantilado, digo imponente porque la altura era considerable, seguimos paso a paso y recodo a recodo recreándonos en la vistosidad que se ponía ante nuestros pies, dunas movibles, playas, arrecifes, etc. etc. hasta llegar al cementerio de los ingleses, se llama de esta manera porque cuenta la leyenda y certifica un cementerio al lado del acantilado, que allí naufrago un barco inglés por el año 1700 y algo, muriendo sus 160 tripulantes, marineros que fueron enterrados en dicho panteón...para desde este enclave divisar el próximo faro que para mí fue el más llamativo y espectacular, le llaman el faro del fin del mundo, aquí se hicieron varias películas, quizás la más llamativa y por eso tal nombre, “El fin del mundo” de Julio Verne...cansado ya de tantos faros, acantilados y arrecifes, prometiéndonos que otro día continuaríamos frontera abajo, optamos por buscar el pueblo más cercano y probar los productos del atlántico, paramos en Camariñas, dónde nos alucinó una playa con una arena que parecía sacada del Caribe, por supuesto que me bañé, mis colegas alegaron que estaba el agua muy fría, a mí me pareció después de tanta paliza para aquí y para allá reconfortable, la comida tuvo su plato estrella en unas almejas que coincidimos todos en que iguales nunca las comimos, una delicia.

La tarde estaba ya delirando y de ella se apoderaban las sombras de la noche cuando decidimos en quedarnos allí a dormir o continuar hasta Castro Caldelas, más de 200 kms. nuestro chofer oficial, el Jordi, no se amilano y dijo que por él adelante hasta el pueblo, también contábamos con un buen carro y el Mercedes nos puso en menos de dos horas en nuestro aposento.

A la mañana siguiente el Jordi me dijo que en una aldea cercana (11,4 kms.) podíamos ir andando y bebernos un vino de cosecha propia que tenía su cuñado en la bodega, ni corto ni perezoso nos pusimos a andar carretera adelante, con lo que no contábamos es que a mediodía en la provincia de Orense el termómetro pasase de los 30º, así que la dificultad que la tenía al menos para mí, no estaba en los 11,4 kms. más aún en el Lorenzo que te castigaba sin piedad, desde Castro a esta aldea, que ahora no me acuerdo de su nombre, pasamos otras cuatro, quiero decir que en estas aldeas hay unas casas de campeonatos, por una que ves anticuada, hay diez de reciente construcción y de una vistosidad fuera de lo común, más que casas son palacetes, el Jordi me dijo que debido en parte a que la junta de Galicia subvencionaba la reconstrucción de las casas, también era que por aquella zona había mucho emigrante que bien había vuelto para instalarse otra vez en su tierra...o simplemente eran emigrantes que tenían su casa para ir en verano o cuando quisieran, el resultado es que al hablar de aldeas gallegas, se puede decir que por sus casas parecen pueblos de la Suiza con más abolengo, digo Suiza porque todos los tejados son de racholas negras para combatir el agua, la nieve y el frio.
Bueno a lo que vamos, un vez llegamos a nuestro destino casi deshidratados, no llevábamos agua, después de los saludos de rigor el inquilino nos llevó a la bodega, sorprendentemente allí la temperatura con el exterior bajaba más de diez grados y con su desprendido y elogiado sentir por los dos derrotados, nos obsequió con un vino, que no sé si por la sed o por lo bueno, hizo tambalear nuestros cuerpos, gracias a que las mujeres venían de camino (en coche por supuesto) y nos obligaron a dejar de relamernos tan generoso liquido.
A la vuelta y conduciendo la Antonia, con más peligro (según el Jordi) que un can guardando una gatera, nos fuimos a comer a un restaurante dónde trabaja su sobrina, el trato exquisito pero la comida más, en la ruta Castro-Orense, carretera antigua hay dos restaurantes entre quince y veinte kilómetros partiendo de Castro, tenéis que pedir como plato estrella garbanzos con callos, ¡!oiga monumental!!

Las idas y venidas al campo se sucedían a por coles, tomates, lechugas etc. etc. el Jordi y yo casi siempre obstábamos por una salida arriba o abajo del rio Caldelas, un lujo de parajes dónde encontré un puente del año 2000 antes de Cristo...más o menos, es un puente de troncos unos con otros entrelazados de aquella manera tan primitiva como emotiva, algunos ya podridos por el paso del tiempo, pero la aventura es la aventura, ni que decir tiene que toda esta ribera está dotada de caminos y bosques parea enmarcar en uno de esos lienzos que a veces se vende tan caro, en las galerías de lujo de grandes capitales...

Y empezó la feria, aquellos que me conocéis sabéis que cuando tengo una orquesta delante los pies ya no responden a los impulsos de mi cerebro, sí a los acordes de las notas musicales que esa banda emite, pues tuvimos cuatro días con cuatro noches unas orquestas fabulosas, dónde dejamos hasta el último aliento que nos quedaba, una de ellas (la mejor, orquesta Hollywood) con doce profesores y tres cantes fue una pasada, uno de ellos, el cante principal, me hizo subir al escenario (con la vergüenza que a mí me da estas cosas) para cantar y bailar con él a dúo, eso que se llama “Quien tuviera la dicha que tiene el gallo” resultado un cachondeo de aquí te espero que además sirvió (por si no nos conocían ya) para que fuéramos conocidos como las dos parejas de bailongos catalanes, creo que en este terreno poco catalanes dejaron el pabellón tan alto.

Por encima y para que no se quede nada en el tintero, estuvimos viendo a un par de mellizos, familia de la Antonia, una preciosidad de chiquillos, estuvimos en la casa dónde nació dicha señora, nos hicimos fotos con todos sus familiares, saludamos a su hermano que es el panadero del pueblo, un tipo con la sonrisa siempre a flor de piel...mejor de labio, estuvimos en el monasterio de los Milagros, donde se celebraba la fiesta por dicha virgen, un reguero de devotos, que tampoco dudaron en meterse entre pecho y espalda una buena ración de pulpo y unos cuantos de vaso de vino entre novena y novena...cómo decía un paisanillo de al lado del Miño, lo cortés no quita lo valiente ni con esto te cría caríe los dientes...visitamos como nó, Ourense, con sus aguas termales, su puente nuevo y el más visitado y admirado, el puente romano...sé que me quedo muchas cosas en el tintero, pero por hoy creo que ya está bien de narración, otra cosa es vivirlo al pie de los caballos, por lo que les aconsejo aquellos que tienen en mente hacer un viaje, si pueden o quieren dense una vuelta por estos lugares, después me dirán si todo lo que aquí pongo es una exageración o por el contrario me he quedado corto, creo que lo último se ajusta más a la realidad...De Castro tengo que decir que mejor es mirar en Internet este pueblo... su castillo y su enclave está para vivirlo en vivo y en directo.

Ramón Piri
Puntos:
06-10-10 14:21 #6259417 -> 6131423
Por:piri2010

RE: castro caldelas, un lujo
Venga Jordi escribe algo para Castro.

Piri
Puntos:
01-12-10 19:35 #6632555 -> 6131423
Por:No Registrado
RE: castro caldelas, un lujo
o sea que vosotros erais los bailones incansables de las fiestas de los Remedios!!!!! Lo hiciste muy bien con la orquesta, jajajaja
Puntos:
05-12-10 19:43 #6651573 -> 6632555
Por:piri2010

RE: castro caldelas, un lujo
Si allí estuvimos nosotros, nos gustó mucho Castro y sus alrededores,

Piri
Puntos:
18-12-10 14:38 #6728500 -> 6651573
Por:pablovalcarcer

RE: castro caldelas, un lujo
lastima que los gallegos no fueran tan bailongos pero los iremos animano el año que viene. pablo
Puntos:

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