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España > Murcia > Moratalla
18-09-12 18:37 #10563740
Por:salsipuedes1962

Testimonio para la historia
TESTIMONIO PARA LA HISTORIA

¡Esta es mi zanja!... ¡Dios mío!

Julián “El Estudiante” relata la intervención de Carrillo en las “checas” de Madrid y en Paracuellos del Jarama.



No hace aún muchos días circuló una carta abierta a Santiago Carrillo firmada por “El Estudiante”, en la cual, con ciertos visos de verosimilitud, se vertían una serie de acusaciones contra el hoy Secretario General del PC. Como quiera que el firmante del escrito muy bien pudiera tener un nombre y unos apellidos completos, los reporteros de EL ALCÁZAR se pusieron de inmediato a realizar las oportunas averiguaciones. En efecto, existía un nombre, un testigo. En este reportaje, Julián “El Estudiante”, narra los detalles de unos acontecimientos en los cuales Santiago Carrillo tuvo, de manera directísima, una participación destacada. “El muchacho de los recados” de las “checas” de Madrid, acompañó al dirigente comunista a alguna de sus “actividades”. Este es su relato.

“Delante de nosotros mataron a un jesuita”

Aquella mañana –cuenta Julián a EL ALCÁZAR- entraron en el colegio cierta cantidad de milicianos y milicianas quienes, delante de nosotros, mataron a un jesuita que nos daba clase de química en aquel momento. Mi abuelo me sacó del internado y quiso que viviera con ellos en Cuatro Caminos, en la calle de Jaén. Pero la guerra había sido declarada y todo estaba en ruinas. Los adoquines de la calle Bravo Murillo estaban levantados sirviendo de parapetos para que los frentes no entraran. Por las noches no había luz, y yo escuchaba el tiroteo mientras me dirigía al metro de Alvarado, donde dormí varios años. Mi familia no podía proporcionarme alimentación porque escaseaba. Me enteré, por mis amigos, que también dormían en el metro, que en la “checa” del Marqués de Cubas daban carne de búfalo. Me presenté allí y le dije al miliciano que estaba en la puerta que tenía hambre. Recuerdo que aquel miliciano me pareció demasiado joven. Vestía con un mono azul y un gorro con orla; tenía puesto un correaje con una bayoneta, llevaba un mosquetón.

Me preguntó si pertenecía a los “pioneros”. “Yo no sé qué es eso” –le respondí-. “Pasa dentro, pionero”, me dijo. Al rato, trajeron un plato de aluminio con carne de búfalo y un chusco de pan. No dejé ni las migajas. El miliciano de la puerta me prometió que si iba todos los días me darían de comer. Yo, con catorce años, pero bien desarrollado, empecé a acompañarles a donde me llevaban. Vi como saqueaban las casas, como sacaban las remesas de, según ellos, “los martirizados”.

Carrillo: “¡córtale el dedo, leche!”

Uno de los días, en la “checa” de la calle Marqués de Cubas, en la tercera habitación del pasillo de la derecha, recuerdo cómo los milicianos le pegaban a un señor que estaba atado a una silla de madera con brazos. No sabía quién era ni porqué le daban guantazos en la cara hasta partirle el labio… Después de aquello, al amanecer, creo que fue el 24 de agosto, me montaron en un “forito”, ocho cilindros, muy viejo, y fuimos a la carretera de Fuencarral. Al rato, llegó un coche alargado de donde se bajaron cuatro milicianos, y el quinto, el jefe de las “checas”, que yo aún no conocía entonces. Vestía un tabardo marrón y unas botas. No tendría más de 23 ó 24 años. Era Santiago Carrillo. Apearon a tres señores y una señora, les hicieron andar sobre la cuneta unos doce metros, y sin que yo me lo esperara, sacaron las metralletas y los mataron a los cuatro. Carrillo, que había dado la orden de ejecución, saltó a la cuneta y me dijo: “Pionero, estudiante, ven acá. ¿Sabes quién es este?” –Señalando a uno de los ejecutados que estaba tendido en el suelo en un charco de sangre-. Este es el Duque de Veragua, el fascista número uno de España”, añadió Carrillo mientras sacaba una pistola de debajo del tabardo (que recuerdo perfectamente, del nueve largo), y disparó tres tiros sobre el cráneo del Duque, que ya estaba bien muerto. Hecho esto, Carrillo vio en la mano del cadáver una sortija con brillantes que parecía de valor, y dirigiéndose al Guardia de Asalto Ramiro Roig, “El Pancho”, le ordenó: “¡Quítale el anillo!”. El otro empezó a tirar sin conseguir que saliera. “¡Córtale el dedo, leche!” –reclamó Carrillo indignado-. El Guardia sacó una navaja del bolsillo y destrozó la mano hasta que consiguió sacar el anillo, y se lo dio a su jefe. Recuerdo perfectamente que Santiago Carrillo, después de limpiar la sangre de la sortija, con broza que tomó del suelo, se la guardó en el bolsillo y, cogiéndome por encima del hombro, me subió en el Ford. Emprendimos viaje de regreso. Una vez en la “checa” de la calle Marqués de Cubas, después de un rato, salió Carrillo y le dijo al Guardia de Asalto: “A este pionero que no le falte de nada, y me lo lleváis a Paracuellos para que ayude a lo que tenga que ayudar”. Yo no sabía a qué se refería Carrillo, pero como todos los días me daban de comer, andaba con el puño en alto muy obediente.

Archivos de la Causa General

En los archivos de la Causa general, instruida por el Ministerio Fiscal nada más acabar la contienda civil, consta documentalmente que, los “Duques de la Vega y Veragua –este último descendiente del descubridor de América, de edad avanzada y que ninguna actividad política había desarrollado durante su vida-, fueron detenidos, por móviles exclusivos de robo, por unas milicias socialistas dirigidas por un individuo de ese partido, llamado Zacarías Ramírez, convertido en Capitán. Fueron inútiles todos los requerimientos de las representaciones diplomáticas para que el Ministro de Asuntos Exteriores, Álvarez del Vayo, garantizara la vida de los detenidos, que ningún peligro representaban para el régimen rojo. Finalmente, los dos mencionados señores fueron asesinados después de un prolongado secuestro, no sin que antes el jefe socialista obligase al Duque de Veragua a transmitirle, bajo ciertas solemnidades jurídicas, la propiedad de una finca que el Duque poseía en la provincia de Toledo”. Por aquellas fechas Santiago Carrillo era el jefe de las “checas” de Bellas Artes y Fomento, después sería ascendido, por méritos, a Consejero de Orden Público del Gobierno rojo, Comisario equivalente a Ministro de Orden Público, antes de Gobernación y ahora del Interior.

Sobre las actividades de las “checas”, datos recogidos por la Causa General señalan que “dentro de la identidad criminal entre todas las “checas”, se destacan las del Partido Comunista por su ferocidad y ensañamiento, ya que no conformes con asesinar a sus víctimas, les hacen antes objeto de los martirios más crueles, no habiendo una sola “checa” comunista en Madrid en que estos martirios no se aplicasen con carácter casi general”.

“Por Dios, no me torturen más”

Pionero “El Estudiante”, como le apodó Santiago Carrillo, sin darse realmente cuenta de dónde se estaba metiendo, continuó visitando las “checas” donde sus nuevos amigos le daban de comer todos los días, a cambio de que fuera con ellos y levantara el puño cuando se lo mandaban.

Tres días después de que mataran al Duque de Veragua y sus acompañantes, el 29 de agosto, Carrillo y su chófer, el comunista Juan Izascu, recogieron al “Estudiante” de la “checa” de Marqués de Cubas y fueron a Fomento, junto a la Estación de Atocha, en un Ford matrícula M-984. “Recuerdo que era de noche –nos dice nuestro testigo- cuando llegamos. Bajamos a un sótano donde esperaban la llegada de Carrillo los chequistas Manuel Domínguez “El Valiente” y el Guardia de Asalto Juan Bartolomé. Allí estaba sentada una mujer joven, de unos treinta años o más, con la ropa a jironazos, casi desnuda, que no hacía más que llorar y suplicar que no la pegaran más. Llegó por fin al sótano Santiago Carrillo y dio al tal “El Valiente” la orden de quemarle los pechos, orden que éste cumplió utilizando un cigarro puro. La mujer suplicaba “por Dios” que el tormento cesase. Luego me dijeron que se trataba de una monja, Sor Felisa del Convento de las Maravillas de la calle Bravo Murillo. Aquello me quedó muy grabado en la mente y no lo olvidaré jamás. He pasado muchas noches sin dormir recordando crímenes de estos. No sé qué pasó luego con la monja, supongo que moriría en las manos de aquellos chequistas que disfrutaban ultrajando a una religiosa.



Fueron asesinadas

Acudiendo nuevamente a los datos obtenidos por las investigaciones de la Causa General, encontramos que “Las Religiosas Adoratrices Sor Felisa González y Sor Petronila Hornedo Huidobro, que se vieron obligadas a abandonar su Convento de Guadalajara y marchar disfrazadas a Madrid, a su llegada a la Estación de Atocha, el 13 de agosto de 1.936, fueron detenidas en la “checa” de dicha Estación (…) y asesinadas seguidamente, habiendo aparecido los cadáveres en un descampado de La calle Méndez Álvaro, próximo a la Estación, el día 31 de agosto”. Las fotografías de Sor Felisa, realizadas el mencionado día 31 de agosto en el Depósito Judicial, muestran varios impactos de bala en la cara y en el cráneo.

“El mismo Santiago Carrillo les empujaba hacia la fosa con el pie”

“A los quince días –sigue contándonos su historia Julián- subimos a un coche de la Guardia de Asalto. Tomamos la carretera de Alcalá, Ventas, Canillejas y de ahí salimos a una carreterita muy estrecha, muy mala, y me encontré donde ahora está Barajas. Desde allí cruzamos un camino y pasamos por un puente, el del Jarama. Llegamos a un lugar donde vi gente en corros, de lejos. Bajamos del coche y el Guardia de Asalto les dijo a los de allí: “Aquí os presento al Pionero, “El Estudiante”. Nos manda el jefe que lo traigamos aquí, para que ayude y le deis de comer bien”. Vi unas zanjas, larguísimas, de unos 60 centímetros de anchas, que las abrían a pico y pala. No vi cadáveres. Por cierto, que me ofrecieron tabaco y se echaron a reír cuando les contesté que no fumaba. Nos pusimos a hacer zanja, y cuando pasó un buen rato trajeron la comida: judías, garbanzos con trozos de bacalao, pimientos, etc. Recuerdo que después de comerme dos buenos platos y un chusco, me dieron un puñado de higos secos. Después de descansar y beber vino, seguimos trabajando en la zanja. Al caer la tarde nos trajeron a Madrid, y a mi me dejaron en Cibeles, desde donde marché al metro de Alvarado, para dormir como todas las noches. Al otro día, igual, cavando zanjas que no sabía para qué servían… Después de varios días, mientras trabajábamos, llegó una furgoneta llena de gente. Los sacaron a gritos y los pusieron a todos delante de las zanjas. Salían sin calzado, con sangre en los pies, en la cara, apenas vestidos y sin objeto de valor alguno. Sin consideración, los mataron a todos, con metralletas y fusiles. Seguidamente los echaron a las zanjas y nos mandaron que cubriéramos con tierra los cadáveres. Debía ser la primera semana de noviembre cuando nos llegaron tres autocares con cientos de personas amontonadas. Yo no sabría calcular cuántos serían. Aquello fue horroroso. No paraban de matarlos y meterlos en las zanjas, mientras llegaban más autocares, con hombres. Todos eran fusilados y además machacados con fusiles en la cabeza. La escabechina fue tremenda. El mismo Santiago Carrillo los empujaba hasta la fosa con el pie; con algunos no podía y los arrastraba cogiéndolos de las piernas o de las manos. Después preguntó: “¿Qué tal se porta este pionero?”, refiriéndose a mi. Contestaron que trabajaba mucho. Que estaban contentos. “Bien, cuidarme al Estudiante”, dijo antes de marcharse dándome una palmada en la espalda”.



La matanza de noviembre

Así fue, a grandes rasgos, la matanza de Paracuellos efectuada los días 6, 7, 26 y 27 de noviembre. En esas fechas, la checa de Fomento había sido disuelta, formándose “un Consejo de Policía –según documentos oficiales-, presidido por los comunistas Santiago Carrillo y Segundo Serrano Poncela, a cuyo cargo quedó de un modo exclusivo el Orden Público en la capital abandonada por el gobierno rojo. El referido Consejo de Orden Público repartió a sus miembros entre las diversas cárceles de Madrid, y, tras una brevísima selección, que ya había sido comenzada por el disuelto Comité de Investigación Pública, fueron extraídos de las prisiones varios millares de presos de todas las edades, profesiones y condiciones sociales, que fueron asesinados por las Milicias de Vigilancia improvisadas por el gobierno rojo en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz y otros lugares próximos a Madrid, donde reposan los restos de estas víctimas. Las órdenes que sirvieron para realizar estas extracciones aparecen firmadas por las autoridades de Orden Público”. Concretando más los hechos, “el 6 de noviembre de 1.936 se presentaron en la Cárcel Modelo de Madrid policías adscritos a la Dirección General de Seguridad, y milicianos de Vigilancia de Retaguardia, al mando del Inspector General Federico Manzano Govantes, con una orden de libertad de presos, sin indicación de nombres ni de número; en autobuses de la Sociedad Madrileña de Tranvías se llevaron a los presos que tuvieron por conveniente, sacándolos atados, y los asesinaron en las inmediaciones de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz. Al día siguiente, 7 de noviembre, se repiten los mismos hechos, siendo asesinados una nueva tanda de reclusos”.

El 14 y 15 de noviembre, después de haber “peinado” Madrid varias veces, al objeto de que no quedara vivo ningún militar, citaron a los que quedaban en libertad en la Casa de la Moneda, bajo la excusa de liquidarles los haberes atrasados. Una vez dentro, los cuatro mil militares se dieron cuenta de que aquello estaba tomado. Habían caído en una trampa. Fueron trasladados en camiones hasta la D.G.S. (Dirección General de Seguridad), en la calle Infantas, y desde allí, a las cárceles habilitadas. A los pocos días fueron llevados a Paracuellos donde se les asesinó en masa.

“Esta es mi zanja, Dios mío”

Julián tiene ahora 55 años. Vive en un pueblecito cercano a Madrid y quiere olvidarlo todo. Lo que vio teniendo 14, 15 y 16 años, lo ha revivido ahora para que los jóvenes comprendan la postura de sus abuelos cuando acuden, en estas fechas, al aniversario del Genocidio de Paracuellos. “El Estudiante” de hace 41 años, nos ha acompañado, una por una, a todas las “checas” –donde estaban las “checas”, claro-, recordando anécdotas que le ocurrían cuando llevaba, desde el despacho de Carrillo en la calle Pontejos, las listas de los que debían detener y asesinar. Hemos estado en la carretera de Fuencarral, buscando el lugar donde fue muerto el Duque de Veragua, siguiendo las indicaciones que la memoria de “El Estudiante” le recordaban. “Allí tiene que haber una granja, y más adelante un cauce de agua –decía Julián-, justo por aquí. Sí, sí, fue aquí donde nos bajamos con el Ford. Venían también los chequistas Santiago Escalona, Sagrario Ramírez y Ramiro Roig, “El Pancho”. Este último fue quien le cortó el dedo al Duque para sacarle el anillo. Y desde aquí les dispararon –se pone en posición de tiro-, y aquí cayó el Duque de Veragua, así –Julián cae al suelo imitando la posición en que quedó el cadáver del Duque antes de que Carrillo le disparara los “reglamentarios” tiros de gracia- de lado, sangrando por todas partes”. El recorrido hasta llegar al cementerio de Paracuellos del Jarama fue también relativamente fácil, recordando lugares y gentes. Al llegar al Cementerio, después de santiguarse, Julián empezó a caminar como hipnotizado recorriendo las diversas zanjas, cubiertas con algunas cruces y flores. “Esta es mi zanja, Dios mío; esta es la zanja que yo hice con mis manos -exclamaba “El Estudiante” llorando como un niño-. Aquí hay miles y miles de asesinados. ¡Dios mío, qué tragedia! ¿Por qué has vuelto, Carrillo? ¡Que no vuelvan esos tiempos, por favor!”, gimoteó, finalmente, aferrado a una de las cruces donde se leían algunos de los nombres de los que allí dormían desde el año 36.

Prescritos

Todos los asesinatos antes relatados, y miles más, hace años prescribieron sin que haya lugar para perseguir de oficio a los presuntos culpables. Muchos de los responsables han muerto, al igual que los testigos. De los primeros, algunos aún se pasean desafiantes por los cenáculos de moda. De los segundos, como en el caso de Julián, también aún quedan quienes se manifiestan dispuestos a dar testimonio físico de aquellas atrocidades. ¡Dios libre a nuestro pueblo de nuevas vivencias como las que aquí se evocan en víspera a su aniversario!
Puntos:
18-09-12 23:13 #10565031 -> 10563740
Por:popi222

RE: Testimonio para la historia
el pajaro este ya no va a matar mas ya que hoy mismo la a palmao.
Puntos:
18-09-12 23:47 #10565221 -> 10565031
Por:allaenas

RE: Testimonio para la historia
Pos al final se ha muerto de viejo como el otro perro de Franco
Puntos:
19-09-12 13:31 #10566610 -> 10565221
Por:abundio1914

RE: Testimonio para la historia
Se dice por ahí que lo van a enterrar en Paracuellos del Jarama.
Puntos:
19-09-12 20:17 #10568016 -> 10563740
Por:M.Kempes

RE: Testimonio para la historia
Que relato más estremecedor , he gastado cinco paquetes de pañuelos de papel para secarme las lagrimas .Esos hechos se produjeron entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936 cuando un joven Carrillo de apenas veintiún años era consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.
Después de llenar las cunetas de españoles asesinados por el terror franquista antes , durante y después (cuarenta años )de la guerra , después de cientos de matanzas , recordemos Badajoz , carretera de Malaga - Almeria , bombardeos indiscriminados sobre la población civil ,Madrid , Guernica ect,ect . Fusilamientos con la guerra ya ganada de miles de personas y ahora vienes tu con esas milongas ? Si , las ejecuciones de Paracuellos constituyen la mayor atrocidad cometida en territorio republicano durante la Guerra Civil española ,si es verdad , pero todos sabemos que la violencia franquista fue superior a la republicana , nunca comparables . Siempre planificada y ejecutada .
Fíjate si Franco fue asesino que hasta los propios fascistas italianos interpusieron una queja formal a través del Conde Ciano (yerno de Mussolini) por la represión posterior a la guerra civil porque consideraban que les privaba de la gloria de la victoria. Hasta los propios inventores del fascismo tenían un sentido de la clemencia superior al de este carnicero.Esto es historia, ahora que vengan los beatos a hablarnos de mártires y otras sandeces.

Por cierto, Salsipuedes, no sé qué concepto tienes de la república. Durante la república, la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) ganó las elecciones y formó el gobierno más represivo de los 5 años que duró, durante los cuales encarceló a miles de ciudadanos de izquierdas sólo por el hecho de serlo, entre ellos al propio Manuel Azaña, recluido en el destructor Sánchez Barcáiztegui. Hay que estudiar un poquito más de historia, amigo.
Puntos:
19-09-12 22:38 #10568572 -> 10568016
Por:Vozmediano

RE: Testimonio para la historia
Pero, ¿qué historia has leido tú, criatura? "La CEDA encarceló a miles de militantes de izquierda solo por el hecho de serlo" ¿No sería, quizás, porque participaron en una revolución contra el gobierno legal de la República en la que hubo más de 1.000 muertos?
Puntos:
19-09-12 23:24 #10568819 -> 10568572
Por:dd2010

RE: Testimonio para la historia
Unos participaron y otros no, por ejemplo Manuel Azaña no participo en ninguna revolución y también le encarcelaron, así como disolvieron miles de Ayuntamientos que habían surgido legalmente de las elecciones de 1931, entre ellos el de Moratalla, donde impusieron un gobierno formado por radicales y cedistas que no salio de las urnas.
Puntos:
20-09-12 19:52 #10571500 -> 10568819
Por:M.Kempes

RE: Testimonio para la historia
Muchos de ustedes tendrán en la cabeza la imagen de Tejero pistola en mano haciendo el hostias y recordarán los arrestos de los padres de la patria. Espera Felipe que se me ha caido la lentilla, voy a agacharme a ver, tranquilo Manuel que te ayudo yo a buscarla. Un par de tiros y esa gente que estaba allí representando a los ciudadanos de una España que en ese momento miraba al futuro con ilusión y valentía acabó bajo sus escaños con ciertos problemas intestinales. El miedo es humano, dirían. Si, ya, pero tronco, hay cosas que vienen en el cargo. Y mantener la dignidad del pueblo al que representas es una de ellas.
Pero España, a pesar de todas sus miserias, cada tanto pare a gente que se viste por los pies. Y ese día hubo tres personas que salvaron nuestro orgullo permaneciendo en su sitio. Tres. De trescientos y pico.
Primero, el presidente de gobierno en funciones. Don Adolfo Suárez, político de raíces franquistas reconvertido en el mejor presidente democrático que ha tenido este país que para variar nunca llegó a valorar todos sus actos y sacrificios y gracias al cual ahora Mariano y José Luis pueden debatir sobre chorradas en libertad. Suárez es un personaje al que España debería reconocer de una vez por todas su grandísima aportación a nuestra democracia. Menos educación para la ciudadanía, menos religión y mas historia contemporánea.
Segundo, Don Santiago Carrillo. Comunista de los de toda la vida, exilio huyendo del franquismo, vuelta a España disfrazado con aquella famosa peluca jugándose en tipo en la frontera. Discurso racional y razonado, cigarrillo perenne en la comisura de los labios y visión política magistral, aceptando por ejemplo la bandera constitucional en perjuicio de la republicana, bandera constitucional que desde la rueda de prensa tras la legacización del PCE una semana santa de hace algunos años (negociada con Suárez, precisamente) ondea en todos los actos públicos del PCE, convirtiendolo en un partído democrático dispuesto a aceptar las nuevas reglas de juego.
Y en trecer lugar, el personaje quizás más entrañable: el Teniente General Gutiérrez Mellado, militar de carrera que luchó en el bando nacional en la guerra civil, un tío con un par que se hizo cargo del ejército en un momento en el que muchos mandos añoraban tiempos mejores que se fue sin pensarlo, como militar de máxima graduación, a pedirle cuentas a Tejero.
Usted qué cullons se cree que está haciendo, teniente coronel ! !

Entregueme las armas que se le va a caer el pelo, ! !

Hasta que el hombre fue zarandeado por varios guardias civiles, valientes ellos , con un señor de sesenta años, hasta devolverlo a su sitio.
El resto es historia, para quien quera leerla. Ya saben, el Rey, los golpistas que se rinden, Calvo-Sotelo presidente y la democracia que siguió por buen camino. Pero no deja de ser irónico que aquel día las únicas personas con huevos fueron un comunista y un facha que habían sido enemigos en la guerra civil y un chaval joven, presidente del gobierno, que creía en una España mejor. Fueron los únicos que salvaron la dignidad y el orgullo de los ciudadanos de este país. Tres tíos que no tenían nada en común salvo ganas de democracia, verguenza torera y los collons en su sitio. Tres españoles hijos de los que años antes destripaban franceses en Malasaña, ingleses en Trafalgar o moros en Covadonga. Tres fulanos cansados de la España rancia y dictatorial que llegaron a la conclusión de que la libertad no se consigue escondiéndose, sino plantando cara a los hijos de p...a que pretenden robártela. Tres tíos con huevos, en fin.
Puntos:
21-09-12 12:33 #10573624 -> 10571500
Por:dd2010

RE: Testimonio para la historia
Suscribo totalmente lo que dices Kempes, tres hombres( con sus luces y sombras como el tiempo que les toco vivir,excepto Suarez que por edad no vivió la guerra civil) que en un momento muy delicado (que es cuando se ve la talla de las personas) supieron estar a la altura de la historia.
De que nos sirvió decía Carrillo: los que no nos tiramos al suelo fuimos los que después perdimos las elecciones. El pueblo pocas veces ha sido justo con los grandes hombres, pero la historia si debe serlo con ellos.
Aquí en Moratalla, por si no lo sabes Kempes te digo lo que paso el 23 F: todos los concejales del ayuntamiento desaparecieron y corrieron a esconderse, excepto los tres del PC que se metieron al ayuntamiento para defender la institución; hasta un exfranquista de Moratalla que era diputado por el PSOE se subió corriendo de Murcia para esconderse en su cortijo, el muy ..........
Puntos:
21-09-12 18:34 #10574832 -> 10573624
Por:M.Kempes

RE: Testimonio para la historia
Bueno sabiendo la historia de este país ,con Franco a la cabeza quizá no es para menos , todos sabemos acabada la guerra civil , como se comporto Franco , un monstruo enloquecido, firmó sentencias de muerte diariamente durante lustros y hasta prácticamente su muerte firmó alguna que otra, permitió una represión tan feroz que alcanzó a casi toda familia en España, ciudad por ciudad, calle a calle. Por eso, las cicatrices de esa guerra aún no están curadas.
Las cárceles estaban llenas, las personas morían de hambre, los ajuste de cuentas y rencillas personales se saldaban con crueldad mediante denuncias políticas. Hasta acabados los cincuenta, la pesadilla pudo cobrarse más de millón y medio de muertos entre contados y no contados, mucha injusticia, mucha miseria y muchas lágrimas.
Otra cosa fue la labor social de sus tecnócratas de neto corte ortodoxo y fundoacadémicos (jesuitas, Opus Dei...) que, junto a medidas de carácter positivo que, gracias a los tecnócratas del Opus Dei y su estrategia económica y brillante sutileza introdujeron las medidas correctivas para lograr poco a poco el necesario intercambio de economía y tecnocracia por incipiente apertura democrática, eso sí, permanentemente vigilada por censores, inquisidores, policías y caciques de Franco , consiguieron unos resultados tan humanos y eficaces que fuimos la envidia USA y gran parte del planeta, esos resultados son los que ahora están desmantelando estos desalmados políticos que nos gobiernan, perfectamente legalizados en una democracia tan viciada como ellos.
Nos están vendiendo y seguimos acudiendo a las urnas, seguimos dándoles autoridad legal .
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