Melilla - Melilla

06-10 a las 18 : 00Griñán ya puede pasar a la historia como el César visionario de la Andalucía de la Segunda Modernización, una modernización menos en Canarias, la única comunidad que nos supera en porcentaje de paro. Griñán ya ha sufrido en sus carnes los idus de mayo que han dado al traste con su propaganda complaciente, heredada de la fórmula ideada por su antecesor Manolo el del Autobombo. Entró en mayo con los brotes verdes que florecían en las plácidas praderas de la Andalucía idílica que el Régimen se había fabricado al orwelliano modo. En Andalucía no habíamos salido de 1984. Pero de pronto todo cambió. Zapatero, que ya es el malo de la película en el western del socialismo andaluz, dio al traste con la Andalucía de las maravillas. Mar Moreno volvió a la realidad y dejó de ser la Alicia de Lewis Carroll. Todo era mentira.
Ahí está el quid de la cuestión. Repetimos por si no ha quedado claro: todo era mentira. Los brotes verdes eran un sintagma cursi que pretendía enmascarar la ruina económica de una región entregada en cuerpo y alma a la Junta que se ha confundido con ella. El logotipo juntero está en todos los rincones de Andalucía. No hay empresa que no le trabaje a la administración. No hay familia que no tenga a alguien cobrando directa o indirectamente del presupuesto que sirve para derramar millones de euros en todas las capas de la sociedad andaluza.
Todo era mentira. Andalucía no era imparable. Lo único que no paraba era el ascenso del paro. Si repasáramos las hemerotecas comprobaríamos cómo eran los embustes que nos contaban hasta el pasado doce de mayo, el día en que cayó el castillo de naipes marcados del zapaterismo. En un mes hemos pasado de imparables a recortables. Griñán se ha disfrazado, como si fuera Mortadelo en esta Andalucía del TBO, de Pepito Manostijeras. Si a primeros de mes anunciaba la salida de la crisis, a últimos de mayo no hace otra cosa que recortar los sueldos de los funcionarios que no tienen responsabilidad alguna en el hundimiento del ZP, ese barco a la deriva que encalla una y otra vez contra las rocas de los números que no salen mientras la progresía les echa la culpa a los tiburones financieros: que no falte la mitología, please.
Haría bien el presidente andaluz en aplicar esos recortes a la administración paralela que se ha creado para que el partido sea la cantera inagotable del Régimen. Pero eso no sería una reforma, sino un harakiri. Ni Suárez al provocar las Cortes del franquismo llegó a tanto. Si César fue asesinado por Bruto, Griñán sería apuñalado por honesto. Y no por un arma homicida, sino por miles de puñales que se clavarían en su espalda: antes morir que perder el puesto de trabajo conseguido por la fidelidad al partido. Por eso no se recorta lo que de verdad sobra en esta Andalucía donde la red clientelar es uno de sus señas de identidad.
A falta de pan, buenas son las tortas que Griñán le ha dado, sin manos, a su predecesor. En tres o cuatro frases se ha cargado la filosofía chavesiana. El elogio del mérito, el esfuerzo y la capacidad van en contra del igualitarismo ramplón que pregonó el bueno de Manolo durante los veinte años que estuvo en la poltrona. Griñán contra los fundamentos de la Logse. Bienvenido al club, presidente. Pero en su caso el decirlo no sirve para nada. Lo suyo es hacer, que para eso lo han elegido… o lo ha elegido su amigo, que ésa es otra. Cuando Griñán se rodee de gente preparada, con rigor y criterio, con curriculum y sin sectarismo ni revanchismo, le creeremos. Mientras tanto, otorguemos el beneficio de la duda a quien se mueve, como Don Quijote, en el reino de las palabras mejor que en el páramo la dura realidad, vulgo crisis.