Aprisco de Majianza Historia y Paisaje El paisaje de Riogordo, al igual que el de Colmenar, aglutina tres espacios muy diferentes: al norte el territorio presenta un borde montañoso de gran abruptosidad en las paredes de la Sierra del Rey y en los impresionantes tajos del Alto de Gomer. Entre ambos relieves se abre paso al río de la Cueva, que baja desde la llanura de Alfarnatejo, dando lugar a un pequeño valle, que los arqueólogos han denominado valle de Auta, por el importante yacimiento encontrado en el cortijo del mismo nombre. El contraste entre las paredes de la sierra y los terrenos de relieve suave ocupados por cereal y pastos que se extiende a sus pies da lugar a un paisaje de gran belleza. Al sur del cortijo de Auta el relieve es algo más movido y las lomas empiezan a aparecer cubiertas de olivares, extendiéndose solos o mezclados con cereal hasta el mismo pueblo de Riogordo para desenvolverse por el este del municipio a través del Cerro Sacristía. Al sur de la población el relieve vuelve a aumentar en abruptosidad y los olivares, que siguen siendo los principales protagonistas de la cubierta vegetal, aparecen salpicados de casas de labor que añaden un elemento muy característico del paisaje de los Montes. Riogordo, al igual que Colmenar, se va a ver favorecido por su situación estratégica en el ámbito del corredor natural que separa la Cordillera Antequera de los Montes de Málaga. Aquí aparece además un elemento nuevo: a este gran corredor se une otro más pequeño, pero también significativo, como es el que abre el río de la Cueva hasta desembocar en el río Benamargosa, facilitando de este modo las comunicaciones entre la Alta y la Baja Axarquía. Todos estos factores van a influir sin duda en la historia de Riogordo. De hecho parece que la primera influencia del medio se va a hacer notar en el propio nombre del pueblo. Las aguas pesadas o gordas del río de la Cueva debido al arrastre de minerales, hicieron que también se conociera a este río como Riogordo o río de Oro y de él tomó su nombre la población. También fue posiblemente este río lo que pudo influir en la presencia de los primeros pobladores, que ya dejaron sus huellas durante el neolítico en los Tajos de Gomer y durante la edad del bronce en el Cerro Capellanía. Pero sin duda los vestigios históricos más remotos corresponden a la época fenicia, que deja sus tumbas al pie de la Sierra el Rey, cerca del cortijo de Auta. En las cercanías de este cortijo se han encontrado restos de villas romanas con ricos mosaicos pertenecientes al siglo III que fueron trasladados a la Diputación Provincial. Los musulmanes se instalaron muy pronto en la zona construyendo una fortaleza en Auta. Posteriormente parece ser que su influencia se dejó sentir en el trazado urbano de la población actual. Una vez conquistado el pueblo, que era conocido como Aprisco de Majianza, en 1487 se somete a repartimientos bajo la tutela de Comares. A comienzos del siglo XVI se le conoce como Puebla de Riogordo y empieza una época de gran prosperidad como zona de paso de ganado. En el siglo XVIII la implantación del viñedo y la roturación de nuevas tierras favorece un fuerte crecimiento demográfico, que se ve truncado con la plaga de filoxera a finales del siglo XIX. Aquí, en cambio, no se dejaron sentir los efectos del terremoto que asoló Periana con la misma intensidad que en el vecino municipio. |