Un campesino dejó en herencia a sus tres hijos las 17 vacas que tenían en el cortijo repartiéndoselas así: al mayor y mayorazgo la mitad, al segundo una tercera parte y al menor una novena parte.
Como 17 no es divisible por dos ni por tres ni por nueve surgió el conflicto entre hermanos por como formalizar el reparto.
El mayor defendía el quedarse con la parte indivisible que es el espíritu del mayorazgo,
El segundo proponía el hacer un turno rotatorio de la propiedad, y el tercero aseguraba que lo justo sería quedarse con los restos del reparto por que había sido el que menos había recibido.
Las discusiones como siempre en estos casos subieron de tono y comenzaron a extenderse por otros asuntos de la familia y sacar los trapos sucios a relucir. La amenaza de una familia rota era mas que evidente.
Una anciana del pueblo se ofreció como mediadora en el conflicto, después de escuchar las razones y argumentos de los tres, les propuso la siguiente alternativa: ella les donaría una vaca de su propiedad y así serían 18 las vacas a repartir de la siguiente manera; la mitad o sea 9 quedarían para el mayorazgo, una tercera parte o sea 6 para el segundo y una novena parte o sea 2 para el menor de los hermanos.
Los hermanos aceptaron con gusto aquella solución y acabaron con la pelea. Como al terminar con el reparto sobraba una vaca, se la regalaron a la anciana que la recibió encantada.
Este comportamiento tan visceral como poco inteligente la hemos elevado a rango de ley natural y lo hemos aceptado como algo natural y lógico ¿???. Nadie cae en la cuenta lo que puede ocurrir con los derechos generales ni lo que se puede solucionar si cambiamos los planteamientos dejando de lado los egoísmos propios y dando paso a otras oportunidades que se pueden plantear.
La anciana de la historia alejó a los hermanos de la confrontación y añadió al reparto la vaca numero 18 que era la solución que el asunto escondía entre sus pliegues, todo ello sin aportar mas heredad que la que se poseía en ese momento.
Saludos Panzones.
