Ahora, con Rajoy, se piensa poner la guinda. Tienen prisa Por Gabriel Alcolea Empezaré por confesar que, desde hace largo tiempo, pero, sobre todo, desde que el PP anda facilitándonos las malas nuevas, duermo cogido a un diccionario de María Moliner y otro de sinónimos y antónimos. Es difícil conciliar lo aprendido a través de tantos años de estudios y de trabajo con los enunciados que, bien Montoro, mal De Guindos, peor aún Sáenz de Santamaría, socarronamente la Cospedal o ininteliglemente Mariano Rajoy, aplican a sus recortes –que no ajustes, como a ellos les gusta decir- y a sus calificaciones para definir las aberraciones que están cometiendo con los servicios sociales y los impuestos: por ejemplo, «modificación de la estructura impositiva», según De Guindos, para comentar la subida del IVA, o «plan de estabilidad y reformas», para referirse a los sangrantes recortes sociales. Ahora, más que nunca, oyendo a estos bárbaros comediantes, empiezas a comprender la diferencia real que existe entre las enseñanzas de la escuela privada y la pública. Tengo claro desde hace muchísimos años, que la verdadera política de la derecha española, cuando “pilla” el poder, es poner en manos de sus amiguetes todos los bienes públicos que puedan enajenar. Bien lo dejó demostrado el dictador en sus treinta y cinco años de expolio al pueblo, al que se lo endulzaba todo con la práctica exención de impuestos indirectos. Toda la infraestructura de España se hizo sin los españoles. Ahí sólo metieron la mano los allegados al régimen. Con Aznar, tres cuartos de lo mismo. Las mejores, mayores y más rentables empresas públicas españolas pasaron a manos privadas. Ya le había dado un buen empujón anteriormente Felipe González en tal tarea, cosa a la que también colaboró, aunque en menor medida, el ínclito Zapatero. Ahora, con Rajoy, se piensa poner la guinda. Tienen prisa. Lo más dulce del pastel, la Educación y la Sanidad, están a punto para ser servidas a los exquisitos comensales de la oligarquía financiera y económica española y extranjera. Mientras tanto, y ya de camino, unas cuantas cajas de ahorros y algún que otro banco pasarán a ser cebados, medicamentados, sanados, engordados y aliñados, para ser engullidos por las insaciables fauces del capital. El pretendido “éxito” de Rajoy ante su “presión” (aunque Barroso lo ha desmentido públicamente) a la Comisión Europea ha dado sus frutos, o bueno, eso es lo que pretenden hacernos creer… que ya veremos si se logra consolidar el proyecto. De momento, hay tres o cuatro países que no están por la labor de financiar a la banca española. Veremos si luego todo queda en agua de borrajas… Pero, pongamos que se deciden y nos aportan la ya famosísima cifra de los cien mil millones. ¿Y por qué no noventa mil? ¿Y por qué no ciento veinte mil? ¿Por qué cien mil millones? Primera pregunta, que, por cierto, nadie ha hecho y, claro, nadie ha respondido. ¿Cómo va a producirse esa aportación? Según el nefasto Presidente del Gobierno, vendrá como «una línea de crédito» directamente a los bancos españoles, quienes responderán como entidades privadas a dicho préstamo. Esta mentira es de las que no se creen ni los niños de pecho. ¿Quién demonios va a prestar a una banca como la española, con más agujeros que el calcetín de un mendigo? Hay quienes dicen (pero sin poder confirmar, pues el gobierno no es que haga mutis por el foro, es que no tiene ni la más remota idea de las condiciones que le van a imponer) que el dinero se cedería al FROB mediante los avales pertinentes del Estado y que el FROB repartiría entre los bancos nacionales. Si esto fuera así –es la misma práctica que se hizo con los 4.465 millones prestados a Bankia- el gobierno español seguiría defraudando al sistema europeo y a los propios españoles, pues dichos avales no contarían como deuda pública y, consecuentemente, como incremento del déficit. En mi opinión, debería evitarse la intervención de un organismo institucional como el FROB, ya que en caso de resultar impagado cualquier crédito (como ha sucedido con Bankia), sería éste el que debería responder antes los prestamistas con el consiguiente desprestigio que asumiría dicho organismo hasta que el Estado recurriera a los avales pertinentes. Esto traería consigo la pregunta de: y si el Estado –o sea, nosotros- debiera pagar o hacer efectivos los avales, ¿entonces sí se considerarían deuda pública y, por lo tanto, más déficit? ¡Qué espanto y qué malas maneras de hacer las cosas “públicas”! Claro, siempre y cuando nos creyéramos que en este modus operandi no subyace lo que en realidad hay: privatización a futuro inmediato de las cajas que hayan acudido –qué remedio- a los citados préstamos de la Unión Europea. Otra pregunta de Perogrullo es ¿quiénes van a solicitar esa ayuda? y, sobre todo, ¿por qué y para qué? Las entidades más grandes de España y –dicen- más capitalizadas como BBVA, Caixabank, Santander y Sabadell, han dicho que no lo harán. El Popular –genio y figura hasta la sepultura- también ha negado la ayuda. Entonces ¿quiénes la pedirán? Muy sencillo: los que están hace años ahogados en las trampas y artimañas y no tienen, por su volumen, red y capital los recursos técnicos necesarios para, como los grandes, los antes citados, acudir a las subastas de préstamos que el BCE hace periódicamente, las últimas al 1% de interés y plazo de tres años y cinco años. Y ¿saben ustedes por qué y cómo pueden acudir estos “grandes” bancos españoles a dichas subastas? Se lo explico. Con el primer préstamo que reciben al 1%, compran deuda española al 4% o 5%. No sólo están ganando un notable diferencial, sino que, además, esos mismos títulos les sirven como avales ante el BCE para conseguir el segundo, tercero o cuarto préstamo; y así sucesivamente…Negocio redondo, ¿eh? ¿Para qué van a invertir o dar créditos al pobre españolito de a pie?, ¿para que no se los pague y los pongan en aprietos? ¿Usted qué haría? Yo, lo tengo claro, no permitiría semejante aberración económica y social, porque, claro, resulta que el dinero que el BCE presta a los bancos sale de nuestros bolsillos. Lógicamente, las cajas y bancos pequeños no tienen esa capacidad de “endeudamiento garantizado”, y las torpezas cometidas desde 1996 hasta el 2008 en el negocio de la promoción inmobiliaria las pagan con creces. Esas cajas y bancos son los destinados (una vez saneados con el dinero -avales hechos efectivos- público, o sea, nuestro dinero) a convertirse mañana en el manjar preferido de los amiguetes de esta impúdica derecha a la que diez millones de ignotos españoles les han conducido a enriquecerse de nuevo. Como imaginarán, caben aún así como ocho o diez preguntas importantes más. Otro día será |