Las subvenciones como poder de ocupaciÓn y control de la sociedad andaluza Podemos decir, sin temor a equivocarnos que si, como dijo el ex alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, “la justicia es un cachondeo”, en Andalucía las subvenciones son algo parecido, pero, además, un cachondeo sectario y partidista. En este capítulo se tratan las subvenciones en general, sin mencionar las específicamente destinadas a sindicatos y a empresarios, que se tratarán en capítulos aparte. La primera fiscalización de las subvenciones se produjo en 1996, 14 años después de la llegada al poder del PSOE. ¿Qué habrá pasado desde 1982? ¿Qué destino pueden haber sufrido los miles de millones destinados a subvenciones por los sucesivos gobiernos socialistas desde su llegada a la Junta de Andalucía? Hasta las escandalosas subvenciones al empleo desviadas hacia ERE´s plagados de irregularidades, de fondo de reptiles y de intrusos, hay una larga historia de arbitrariedades y partidismo. Según el Anuario del Grupo Joly del año 2009, Andalucía tenía, en términos absolutos, el presupuesto más voluminoso de las regiones españolas, 29.000 millones de euros en 2007, seguida de cerca por Cataluña, con 27 mil millones, y ya más lejos Madrid, con 18 mil millones.1 En términos relativos, mientras que en conjunto el gasto público medio de las comunidades autónomas ascendió al 15 por ciento de su PIB en 2007, el andaluz superó el 20 por ciento. En estos términos, sólo Extremadura, Castilla la Mancha y Navarra sobrepasaban a Andalucía. Ambas cifras ponen de manifiesto un gran protagonismo de lo público en las regiones donde el PSOE ha gobernado ininterrumpidamente desde 1982 con excepción de Navarra, donde, no se olvide, también gobernó el PSOE desde 1984 a 1991 y desde Para el año 2012, el total del Presupuesto de la Junta de Andalucía asciende a 32.072,7 millones de euros. 1995 a 1999.2 Según los datos más recientes y a pesar de la crisis, la tendencia se acentuó puesto que según el presupuesto de la Junta para 2011, 31.682,2 millones de euros, el porcentaje del mismo sobre el PIB ascendió a casi el 21 por ciento. Del presupuesto parten tres líneas de dominación claves sobre la economía y la sociedad andaluzas instrumentadas por el PSOE: las subvenciones, las contrataciones públicas y adjudicaciones y las empresas públicas tanto en la Junta de Andalucía como en Ayuntamientos y Diputaciones. En una situación tal que más de uno de cada cinco euros que recorre las arterias económicas de Andalucía es un euro de la Junta, la influencia del gobierno socialista es y ha de ser tremenda. Con las subvenciones se puede ayudar temporalmente al desarrollo de una economía andaluza eficiente y libre o se la puede condicionar sembrándola y penetrándola con empresas “amigas” facilitando que triunfen las empresas “correligionarias” o “rendidas” ante el poder socialista, al margen de toda eficiencia. Uno de estos ejemplos, tal vez el más conocido más no el único ni siquiera el más importante, es el PER, actual programa de fomento del empleo rural, entendido como gran subvención, en cientos de pueblos rurales andaluces. Concebido inicialmente para aliviar las tensiones sociales en los campos andaluces y extremeños, fue convertido luego en instrumento de dominación política y social. Igualmente ocurre con las que se destinan a asociaciones ciudadanas. Con las contrataciones y adjudicaciones, se dinamiza la vida nacional y/o regional si son las mejores empresas las que acceden a los contratos del Estado y/o de las CC.AA para satisfacer necesidades o proyectos de interés general. Pero si la mayoría de ellas carece de publicidad, concurrencia y limpieza, podría ocurrir lo mismo: el ascenso de los mediocres por su proximidad al poder político sin mejora de la eficiencia. Con las empresas públicas pueden hacerse dos cosas. Una, creer seria y sinceramente en ellas por servir a objetivos públicos. Los más honestos socialistas creen que la justificación para la creación de estas compañías públicas tiene como argumento de fondo una supuesta ganancia de eficiencia que se deriva del modelo estatal de gestión público. Esto es, se confunde lo público con lo Estatal o Autonómico. Se persiste en la creencia infundada de que “lo público” funciona mejor que “lo privado” o que beneficia más a las mayorías, aunque no sea así de hecho.6 Las evidencias empíricas no avalan esta tesis. Servicio público no quiere decir necesariamente gestión estatal, autonómica y/o municipal. En numerosas ocasiones, las empresas privadas pueden satisfacer tales intereses públicos a menores precios y con mejor gestión La otra cosa que puede hacerse con las empresas públicas, aun sabiendo que son habitualmente ineficaces, es utilizarlas como instrumento al servicio del poder político, que no del público...... |