X Tantos: Ayuda a la Iglesia, ganamos todos. Yo ya lo he hecho ¿a qué esperas tú? ¡es tan fácil ayudar a los demás! Vicente Esplugues Ferrero, 36 años. Misionero. “Entregar mi vida a los demás da sentido a mi propia vida”. El hecho de trabajar en Madrid durante el año y viajar en los meses de verano a África le hace vivir los problemas de “cerca y de lejos” “Aunque los matices son distintos, en ambos mundos hay problemas, necesidades y sufrimientos. Allí los sufrimientos son más primarios, más externos, más de piel hacia fuera: faltan cosas muy obvias. Aquí nos hemos centrado tanto en el bienestar y el placer que no sabemos qué hacer con la vida, nos falta vida pura. África es muy honesta y colaboradora. Occidente es muy egoísta e individualista y busca el bienestar en un spa urbano o en un balneario de aguas saludables”. “La experiencia de acercarse a la parte pobre del mundo es un regalo muy difícil de olvidar. Mi primera visita a Camerún me dejo muchos días sin habla. No podía entender cómo estando en las mismas fechas, en el mismo siglo XXI puede haber tal abismo de distancia ente África y Europa. Pensaba que lo normal era lo que yo había vivido en mi Valencia natal. Y de repente el avión te deja en otro continente, para mí en otro mundo de caos, de suciedad, de desorganización, de pobreza, de muerte. Y lo más duro ver que la impotencia te rodea, te paraliza. Menos mal que fui acompañado por gente de fe. Gente sabia, llena de África en las venas y sobre todo en el corazón. Y esa gente comprensiva, me fue enseñando el tesoro que África tiene escondido en medio del barro. Y ese tesoro son sus gentes, los pigmeos, su capacidad de transmitir alegría cuando la pobreza lo rodea todo. Y su fe, en la buena voluntad de los misioneros se convierte en el milagro, al estilo de los del Nazareno. Dos panes, cinco peces, unos jóvenes españoles. Y el milagro que empieza a ocurrir. Y las casas empiezan a construirse y a acoger niños, y las fuentes potabilizan los manantiales y la gente puede saciar su sed. Y el milagro crece, como la semilla de mostaza. Y África se vuelve cercana. Y ya hay nombres de amigos: Pafet, E´jae, Onesim… y el reino aparece. Y yo me vuelvo más humilde, más pobre, más hermano. Doy gracias al Padre porque oculta estas cosas a los sabios y a los inteligentes y se las revela a los sencillos”. “Se trata de un compromiso permanente. No somos una estrella fugaz. Llevamos muchos años y seguiremos ahí apoyando a quienes más lo necesitan, porque el apoyo de la Iglesia no es oportunista, sino real”. Vicente ha estado en Venezuela, en Colombia y en varias zonas de España |