Cuevas de San Marcos - Malaga

El poder y la realidad
Es un verdadero riesgo para el PSOE ocupar seis semanas haciendo quinielas de reparto de cargos
04.02.2010 - TEODORO LEÓN GROSS

Al PSOE andaluz le quedan cinco semanas y media para celebrar el congreso con el que se proponen sacar a Griñán del anonimato demoscópico, rectificando su imagen de mandatario gris con tendencia a la melancolía intelectual en esos discursos suyos poblados de matices a contracorriente con el estilo imperante de frases a quemarropa, para convertirlo en un líder con carisma ungido por las grandes figuras del partido bajo una puesta en escena pop inspirada por el Obama Style. Durante treinta y siete días, los socialistas van a entrar en ebullición, como le ocurre a cualquier organización política ante los cónclaves de un relevo generacional. Esto va a provocar, eso sí, una verdadera guerra de guerrillas, disputando cada acta de compromisario, cada agrupación, cada delegación, moviendo desde cada corriente a sus peones para reforzarse en los puestos clave o al menos no perder posiciones. Se trata, sin embargo, de un momento delicado. El PSOE andaluz se expone al peligro de mostrarse ante el electorado como un partido insensible cuya agenda no está marcada por el desempleo, la crisis o la reforma educativa, sino por ver quién controla la organización, quién coloca más secretarás, quién adquiere más poder simbólico y quién se queda fuera de juego.
Lejos ya los tiempos en que la ética política se cuidaba de marcar una línea roja entre la gestión pública y la actividad orgánica -el ex alcalde Pedro Aparicio nunca hizo un acto político en horario laboral, literalmente nunca, aunque se negaba a considerar esa obviedad como un mérito- ahora se hace electoralismo casi a tiempo completo. Cualquier dirigente ocupa sólo una parte del tiempo en cumplir con su trabajo; en tanto los actos propagandísticos, partidistas y electoralistas acaparan horas y horas robadas a la agenda institucional. En definitiva la clase política asume que su función prioritaria es preparar y ganar elecciones. Desde luego tienen grabado el prontuario de 'el partido es lo primero', aunque los barómetros demoscópicos revelen que a la sociedad le preocupa poco si Griñán tiene un problema de popularidad, si la bicefalia ha generado distorsiones en la organización, si las provincias orientales aspiran a ganar relieve al eje del Guadalquivir o la capacidad de supervivencia de la vieja guardia chavista en la retaguardia. A la gente lo que le preocupa es el paro, la destrucción de tejido industrial, la vivienda, los efectos de la inmigración, la inseguridad ciudadana creciente, el crédito y el déficit de la sanidad o la educación. Con un millón de parados y un clima psicosocial de angustia, es un verdadero riesgo para el PSOE ocupar seis semanas haciendo quinielas de reparto de cargos. Y eso es lo que va a ocurrir.