Cortes de la Frontera - Malaga

Antes solía escribir de vez en cuando, luego, cuando hubo que registrarse, no por miedo, sino más bien por pereza y por falta de motivación, dejé de hacerlo. Pero he decidido de nuevo escribir, porque después de haber leído algunos comentarios, quiero aportar algo por lo mucho que quiero a mi pueblo y porque no me importa en absoluto de lo que me puedan tachar.

Aquí se ha dicho que se ha insultado, que se ha descalificado, que no hay miedo…, que estamos en democracia.

¡Mentira, todo es una mentira!

Me ciño a las definiciones de la Real Academia de la Lengua.
( para alguno lo de real seguro que no le viene bien)
Se denomina insulto a cualquier palabra que sea utilizada por el emisor con la intención de lastimar u ofender a otro individuo o que es considerada por el receptor como tal. Qué constituye o no un insulto es difícil de determinar con precisión, ya que se halla sujeto a convencionalismos sociales y culturales. Antropológicamente qué constituye o no un insulto sólo puede ser definido en el nivel émico de las ciencias sociales.
Generalmente el insulto es una práctica social desaprobada y rechazada. Con frecuencia el insulto se refiere a la sexualidad, a los progenitores, apariencia, discapacidades físicas o a las capacidades mentales de la persona a quien se dirige el insulto.
Descalificación puede ser entendida como: “Pérdida de crédito, autoridad o valor”

Nadie nos descalifica, solo lo hacemos nosotros mismos con nuestras actuaciones.
Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad general.
El miedo político ha sido, en todas las épocas, uno de los instrumentos de dominación más eficaces y contundentes. Quien inspira temor a otras personas tiene en sus manos, por lo general, un arma perversamente poderosa, que le permite imponer su voluntad sin generar resistencias u oposiciones. Las relaciones entre los hombres han estado regidas, a lo largo de la historia, por dos impulsos o movimientos contradictorios del espíritu humano: el de la libertad, que hace crecer, y el del miedo, que frena y paraliza.
El hombre libre se siente estimulado a desplegar su pensamiento y su energía personal, a defender y afianzar sus derechos, a modificar la realidad en función de sus legítimas apetencias y expectativas. El hombre que teme, en cambio, acepta dócilmente las condiciones que los otros le imponen y renuncia a contradecir a los que pretenden mandar o decidir por él.

Germán Arciniegas en su libro “Entre la libertad y el miedo” , advertía que el miedo era una de las armas de que se valían los gobernantes despóticos o autoritarios de la época para silenciar toda voz opositora y mantener sojuzgados a sus pueblos. Eran los tiempos en que proliferaban en América latina las dictaduras cerradas y hegemónicas, con exponentes tan legendarios y paradigmáticos como Trujillo, Somoza, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez u Odría, por mencionar sólo a algunos entre los más notorios.

Hoy, cincuenta o sesenta años más tarde, los métodos de opresión han cambiado significativamente y el caudillismo político suele utilizar procedimientos menos traumáticos para “perpetuarse en el poder”. Pero, si se afina el análisis, se advierte que el miedo sigue siendo, como ayer, el instrumento preferido de muchos gobiernos para manipular, dominar o paralizar a la opinión pública.

Es que hay diferentes maneras de inspirar miedo a los ciudadanos y de inducirlos a no cuestionar las decisiones políticas de los gobernantes. Se atemoriza a la sociedad no sólo cuando se imponen políticas violentas o represivas, sino también cuando se manipulan los fondos públicos con fines intimidatorios o cuando se manejan abusiva y tendenciosamente otros recursos o procedimientos no menos esenciales de nuestro tiempo, como la publicidad, la pura información, o cuando se utilizan estos recursos públicos para fines distintos a aquellos para los que se crearon, distribución arbitraria e injusta de puestos de trabajo,etc.

Con frecuencia se amedrenta o se presiona a los ciudadanos mediante la advertencia o la amenaza, abierta o implícita, de que en un futuro más o menos cercano pueden llegar a presentarse situaciones públicas de inestabilidad y hasta de caos generalizado si no se acatan las medidas que el gobierno considera de imprescindible ejecución. De ese modo, se logra instalar el miedo en una comunidad y se disuade a la población de cualquier intento de cuestionar o discrepar con las decisiones adoptadas desde el poder público. El miedo y la intimidación se convierten, así, en instrumentos políticos destinados a impedir que prospere todo gesto de oposición o de crítica frente a las políticas instrumentadas por el oficialismo.
El miedo político tiene, de esa manera, un claro efecto inhibitorio: anula toda actitud de rebeldía o de disconformidad. Más aún: destruye todo vestigio de creatividad individual y social, toda expresión de disenso. El miedo, en definitiva, asesina el futuro, pues es sabido que sólo el discurso racional y libre de condicionamientos conduce a la creatividad social y política proyectada hacia el porvenir.

En un ciclo organizado recientemente por el Instituto para la Concertación, la Equidad y la Democracia, se intercambiaron reflexiones, precisamente, sobre el miedo político, entendido como un elemento socialmente dañino, que desalienta la creatividad individual y el espíritu de crítica. La política -se dijo en esa oportunidad- debería servir para enfrentar y desactivar el miedo, no para crearlo. Lamentablemente, no es eso lo que ocurre. Al contrario: quienes ejercen el poder público exageran los gestos de autoridad o manipulan la información y hasta los datos estadísticos como una manera de instalar el miedo y alinear, así, a las voluntades más remisas o refractarias.

Así pues, aquí se ha venido hablando de insultos y descalificaciones cuando en realidad no hay más que discrepancias con la forma de ver y entender las actitudes de aquellos que dirigen la política de nuestro pueblo.

Aquí, incluso se ha menospreciado a algunas personas por considerarlas de una u otra ideología ¿Eso es democracia?
Y el hecho de no hacer ver estas discrepancias solo obedecen al miedo.
Que cada cual saque sus conclusiones porque aquí insultos y descalificaciones pocos pero miedos muchos. Esa y no otra es la razón por la cual ahora que hay que registrarse son menos los que participan en este foro.
En cuanto al pseudónimo adoptado explico que siempre me gustó el nombre de “uno más” pero mi ausencia de miedo me ha llevado a ser tristemente “Celeberrimo++”
Perdonen que me haya extendido, pero no he sabido resumirlo mejor.

HOla, CEleberrimo + +, o célebre, o singular.....
Has hecho un buen resúmen del insulto, descalificaciones, miedo, etc..
Si, estoy de acuerdo en lo que has escrito, pero yo pienso que el miedo que los demás meten a otras personas, es porque las personas son débiles de espíritu. Hay personas que escuchan cualquier cosa y ya están muertas de miedo, y ese miedo se va transmsitiendo de una en una, hasta volverse un miedo colectivo, pero la mayoría de las veces sin fundamento trágico,
Hay personas que son tan inseguras, que necesitan meter miedo a los demás para así sentir esa seguridad que les falta, y son dignas de lástima. Una persona con una autoestima buena, que se sepa ella maisma vlaorar, seguro que no va por el mundo asustando a los demás, ni descalificándoles, ni insultándoles..., de eso puedes estar seguro.
Esas personas a las que me refiero, en el fondo son dignas de lástima, y no creo en ese refran que dice que hiere el que puede no el que quiere.
Saludos, y gracias por tu escrito

Hola Celeberrimo++, me ha parecido fantástico tu escrito, un poco extenso quizá, pero muy bueno. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo antes también escribía más a menudo, pero el foro se estaba convirtiendo en un lugar en el que no podías dar tu libre opinión porque siempre salía alguien al que le molestaba que fueses más o menos radical con tus ideas.
Todavía me sigo asomando a este foro a ver que se cocina, pero aunque somos más, la crítica destructiva entre los participantes no deja de parecerme aburrida; ya sólo participo cuando considero algo lo suficientemente interesante, como ha sido tu caso.
Bienvenid@.

!Chapó! Has dejado bien claro en tu ecscrito, que para nada ha sido largo, lo que es el miedo, intimidar, etc,y por desgracia hay PERSONAS QUE HACEN USO DE ESE MÉTODO PARA TENER EN UN PUÑO A LA GENTE, AUNQUE DIGAN QUE NO, SIEMPRE CON AMENAZAS SOLAPADAS, cosa que ocurre en todos los colectivos, ya sea trabajo, políca, grupo de amigos......
Espero y deseo que sigas escribiendo.

Celeberrimo, como comprenderas estoy totalmente de acuerdo contigo, hasta con lo de real,jejejejej, a mi lo de real me suena fatal, me suena a vibvidores, jejeje, en fin, a lo que iba, no me queda mas remedio que estar de acuerdo contigo, pues es lo que llevo yo diciendo todo el rato, pero con una manera de escribir mas "agresiva", lo curioso es que gente que a mi me critica a ti te da la razon, aun cuando la idea es la misma, eso si que tiene guasa, o no saben leer o solo les interesan las cosas muy bien escritas y que sean largas.En fin lo importante es que por lo menos tu has conseguido transmitir esas ideas mejor que yo y te felicito