Talamanca de Jarama - Madrid

Cuento de primavera.
Para todos vosotros, en especial para el abuelo favorito del foro y sus nietas.
Caminaba por el bosque como una Caperucita cualquiera esperando con miedo y deseo que el lobo hiciera su aparición y tratara de engatusarla como en otras tantas ocasiones. Esta vez sería diferente, tenía el último modelo de Tom-Tom y la dirección de su abuelita estaba predeterminada. Nada ni nadie conseguiría que se desviara de su camino.
Seguía caminando y el maldito lobo no aparecía por ninguna parte, ¿sería posible que para una vez que estaba preparada ese tonto animal no le permitiera lucir su superior inteligencia? Decidió tirar el Tom-Tom; total, se sabía el camino de memoria (lo hacía todos los días) y sin lobo que la despistase no había posibilidad de pérdida alguna. Y comenzó a caminar más lentamente, pensaba en los ojos del lobo, daban miedo pero eran bonitos. Recordó la fuerza de sus zarpas, temibles y que nunca la habían ni siquiera rozado. Y se sorprendió a sí misma deseando escuchar su voz, esa voz firme y al mismo tiempo suave que siempre lograba convencerla para tomar el camino equivocado.
Y se desvió del camino sin darse cuenta de que iba en busca del lobo hasta que se lo encontró frente a frente.
-Hola señor lobo, hoy no ha salido al camino a buscarme- dijo con sonrisa tímida y la mirada fija en sus zapatos.
-Estoy harto de esconder a tu pobre abuela en el armario, hacer el numerito de travesti y tener que salir corriendo cuando llega el cazador.-Respondió mientras le deba tragos a un tetra-brik de Don Simón.
-Nunca pensé que fuera de su dasagrado,-exclamó la niña- siempre nos hemos comportado así y parecía gustarle. En cuanto a mi abuela, dice que le viene muy bien lo de que la meta en el armario, aprovecha para hacer posturas de yoga que al parecer la ayudan a encontrar su equilibrio interior.
Claro,- continuó empinando el codo el lobo- y seguro que el traganabolizantes del cazador también está encantado. Cada día convertido en héroe y yéndose con la chica. Lárgate y deja que me termine el aperitivo a solas y sin dignidad.-Ordenó con fiereza y desprecio el animal.
Como una Caperucita cualquiera, retomó el camino hacia casa de su abuelita. Alguna lágrima se escaba de sus ojos, pero allí estaba su cazador sentado en el porche tomando una coca-cola al lado de la abuela.
-Llegas tarde.-Le riñó la anciana-¿Y el lobo? No me digas que por una vez has conseguido darle esquinazo.
-Está borracho compadeciéndose de sí mismo- dijo encogiéndose de hombros.
-Nunca me gustó el lobo, hay algo en él que resulta inquietante- Reflexionó el cazador.
-Bueno, pues a cenar que mañana será otro día.- Ordenó la abuela con autoridad.
Y el lobo se subió a un árbol y comenzó a aullarle a la luna pensando en su Caperucita, en su suave cabello, sus dulces ojos, su voz melosa y……………..el traganabolizantes del cazador que cada día se llevaba a la chica convertido en un héroe.

Muchas gracias, varias veces.
Tengo que decirte que una historia se puede escribir de mil maneras y un cuento de mil y una más.
Figúrate a Santiago Segura haciendo del lobo y a aquella chica que sacaba Pepe Navarro, la Veneno, haciendo de Caperucita Roja, a María del Monte de cazador y a Mercedes Milá de la abuelita:
Estaba el lobo feroz entre los coches de las campas de Valdetorres preparándose para la llegada de Caperucita Roja, se peinaba las cuatro hebras de pelo y hasta se había lavado los mofletes, se limpió las uñas que tenía pringosas del bocata de atún con pimiento rojo, todo de lata, el pobrecito daba señales de desnutrición.
Caperucita Roja entre tanto se arregló la silicona y con la cuerda del pozo de la casa de la abuelita, se subió las ….. hacia arriba, le dio dos vueltas a la cuerda al cuello y se ató la punta a la cintura, hubo unos minutos de suspense en los que el peso casi le ahoga, al fin pareció que la cosa se estabilizaba y se dijo: “cierto es que después de Pepe Navarro no encontraré otro amor, pero con es tonto de lobo me entretengo“.
El cazador dijo: “jo, yo espero a la sombra de un pino, con la abuela controla, porque como se desmadre se recorre las campas al trote y, qué se yo, a lo mejor aparece en El Casar.
Caperucita se adentró en las Campas y de sopetón apareció el lobo, que con la risa de la señorita Valverde, de las dos la pequeña, dijo cuando pudo, “buenos días, Caperucita“. Esta tan mona ella y tan fina dijo por los bajinis: “buenos ……. se crían señor lobito“.
“Donde vas Caperucita entre dos luces tan solita“. Como el que tuvo retuvo.
“Voy al río“.
“Pero hoy no vas a casa de tu abuelita, ¿a qué vas al río?.
A este lobo no le aguanto mas, “voy al río a lavarme el chiringuito”. Como ha cambiado el cuento.

jajaja.. te ha faltado poner joder como ha cambiado el cuento.
creo que ya he vuelto del limbo, pero no del todo.
saludos.