Perales de Tajuña - Madrid

Estamos acostumbrados a conectar la radio, televisión o abrir el periódico y toparnos con una catarata de reportajes, entrevistas, debates y todo tipo de noticias en las que prima el ataque a los demás, la queja y la inculpación del otro… de cualquier otro.

Observa como sucede, además, en todos los ámbitos: familiar, empresarial, político, sociedad… [...]

Parece como si la manera más efectiva de afirmar nuestra individualidad o posición fuese la queja y la inculpación del otro. Y lo peor es que esa “mentalidad” ha experimentado un fuerte crecimiento, confirmando el Principio de Peters, desde la explosión de la actual crisis de valores, que la mayoría denominan crisis económica.

La queja de algo y la culpa de alguien aparecen en cualquier momento en cualquier conversación con cualquier persona.

Resulta difícil encontrar una reunión, situación o momento libre de ese tipo de conversación.

En mi opinión nuestra sociedad es mayoritariamente victimista, es decir, se considera y reacciona sintiéndose víctima de los acontecimientos que tienen lugar.

Es cierto que una parte importante de la población está en paro y eso es una tragedia. Esas personas merecen nuestro respeto y, también, nuestra ayuda.

Es cierto, también, que dar difusión a la información relacionada con esta crisis ayuda a formar opinión.

También lo es exigir responsabilidades personales por los errores y delitos cometidos.

El problema, en mi opinión, es quedarse justo ahí – en la información o conversación – quejándonos y culpabilizando a unos y a otros.

La alternativa

En 1943 Reinhold Niebuhr publica la Oración de la Serenidad, que se haría famosa cuando fue adoptada por Alcohólicos Anónimos, y que dice:

“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para conocer la diferencia entre ellas”

El gran Stephen Covey, que perdimos este verano, recogió y desarrolló este principio en lo que llamó nuestros Círculos de Preocupación y de Influencia.

Observa como cada línea de la Oración te facilita el desarrollo de tu auto-liderazgo, lo que te libera de tu victimismo y, simultáneamente, desarrolla tu respons(h)abilidad.

En la primera línea – el Círculo de Preocupación para Covey – se hace referencia a aquellas cosas que están fuera de tu alcance – no tienes poder suficiente para que sean de otra forma. Se trata, por ejemplo, de decisiones o tendencias políticas, cambios tecnológicos, catástrofes naturales (terremotos…) o provocadas por el ser humano (guerras…).

El enfoque más sano que puedes adoptar ante lo que no puedes cambiar es aceptarlo. Aceptar no significa estar de acuerdo, sino ser consciente de tus limitaciones (humildad).

Tu peor respuesta es adoptar la posición de víctima, (pre)ocupándote, quejándote y culpando a los demás. Las personas que “viven” gran parte de su jornada con estas conversaciones se “envenenan” y acaban deprimiéndose. Creo que gran parte de la crisis que sufrimos está generada – retroalimentada – por las personas que toleran su propio envenenamiento y lo difunden a su alrededor, aunque sea de forma inconsciente.

Los líderes saben que no pueden elegir las cosas “que les suceden”, pero sí que pueden elegir “cómo responder” ante ellas, y eso producirá un resultado “voluntario y elegido”. La aceptación es, en este caso, la primera respuesta.

La segunda línea de la Oración – el Círculo de Influencia de Covey – apela a movilizar tu valor para “cambiar lo que puedes”.

Se trata de una llamada a la Acción o proactividad. Es la parte más dura. Quejarse, lloriquear, echarle la culpa a los demás de tus problemas es muy fácil, pero arriesgarte a Hacer para cambiar tu situación requiere esfuerzo. El líder no cede nunca su poder de elección.

Es necesaria la valentía para aceptar la responsabilidad de ejercer tus elecciones. Posiblemente los líderes se forjan en este punto.

Tus Acciones generan (siempre) algún resultado, provocan determinadas consecuencias. Esta es la respuesta del líder. Así es como ejerces una influencia en el mundo.

La línea final de la Oración señala la necesidad de discriminar lo que puedes y no puedes, que está condicionada por tus creencias.

Aquí el líder dará un nuevo paso adelante (respuesta) para retar las creencias que considere “limitantes” y cambiarlas por otras “poderosas”, que le permitan “poder Hacer” lo que antes creía que no podía.

Puedes expresar, por ejemplo, con claridad y honestidad tu desacuerdo ante la “autoridad” correspondiente (padres, jefes, autoridades políticas, etc.) y proponer una solución, aunque seas el único que defienda esa idea. Es frecuente la inhibición por subestimar tu poder de influencia en los demás.

Recuerda que ante cualquier situación sólo tienes dos elecciones, no existen posiciones intermedias: o eres parte del problema o eres parte de la solución. Muchos creen que si no eligen no son responsables… como si pudieran “pasar”.

¿Qué vas a hacer ahora?

Te invito a responder tres preguntas:

¿Aceptas, realmente, las cosas que no puedes cambiar?

¿Qué te comprometes a cambiar que puedes cambiar?

¿Qué creencia limitante “sospechas” que mantienes… y qué vas a hacer para retarla y, eventualmente, cambiarla por otra poderosa?

Adquirir conocimiento o información, como leer este artículo por ejemplo, no sirve de nada si no lo transformas en acción, Así que… ¿qué vas a hacer ahora?




Espero que pueda ser de utilidad.

Saludos cordiales.