Parla - Madrid

BLANCO ECHÓ SAL A LA HERIDA

El motín de Tomás Gómez tiene graves consecuencias para Zapatero

La jugada para cobrarse la pieza del "líder" del PSM es de las que marcan época. Una más de ese "asesino en serie" que es el presidente del Gobierno. A partir de aquí, puede pasar de todo.

El choque entre Tomás Gómez y José Blanco viene de siempre.

Los ceses políticos siempre han sido muy saludables cuando responden a un mandato de las urnas. No tanto cuando son el resultado de un pleito interno. La previsible "muerte" de Tomás Gómez, ya sea a corto o a medio plazo, responde a unas inmisericordes ganas de José Blanco que de paso ha echado más sal sobre la herida abierta en su relación con su colega Leire Pajín, tal y como se comenta con malicia en la trastienda socialista.

Con todo, el choque entre Gómez y Blanco viene de siempre. Ambos nunca se han entendido. Puesta la cruz, sólo un milagro podría ya salvar la carrera de Tomás Gómez tras el fiasco en que ha devenido su jefatura al frente de los socialistas madrileños. Comprobado mediante los sondeos que de ninguna manera podría Gómez derrotar a Esperanza Aguirre en 2011, ni siquiera menoscabar sus apoyos electorales, José Blanco tuvo fácil convencer a José Luis Rodríguez Zapatero de la necesidad de una fulminante defenestración. Ahora bien, Tomás Gómez ha demostrado estar hecho de "criptonita" (como el dice) con su resistencia a abandonar el negociado y forzar unas primarias. Será apasionante la lucha abierta por el poder en la federación socialista madrileña.

La purga de Gómez, sin siquiera gozar de una oportunidad, sería un pésimo mensaje interno de Zapatero. No en vano, fue el presidente del Gobierno quien buscó al entonces alcalde de Parla que acababa de revalidar el título de ser el más votado de España y lo convenció de encabezar un cambio profundo en el PSM, y no sólo de cara a la galería, para devolver la ilusión a sus filas. En aquellos días, José Luis Rodríguez Zapatero lo consideraba uno de los políticos con "mayor proyección" dentro del PSOE.

El cargo de líder del PSM le ha venido grande, demasiado, a Gómez, aunque en su descargo quepa decir que no más grande que a la práctica totalidad, quizá con un puñado de excepciones, de las apuestas del zapaterismo. El buscado harakiri de Gómez, uno más de ese "asesino en serie" que es el jefe del Ejecutivo, evidencia el extremo desdén, el desprecio olímpico a sus dirigentes y a sus bases de un Zapatero inesperadamente obligado a adoptar el camuflaje de la prudencia.

O mucho me equivoco o lo sucedido con Tomás Gómez tiene graves consecuencias. Para el PSOE, desde luego, pero también para José Luis Rodríguez Zapatero. De entrada, se verá cuando el presidente del Gobierno quiera engatusar a alguno de los suyos para recoger los cristales rotos de algún territorio. A partir de aquí, puede pasar de todo, incluidos numantinos forcejeos a la voluntad de Zapatero. Allá él, pero con el descosido en su propia casa, más dura será la caída.

En el armario del jefe del Ejecutivo crían malvas unos cuantos conmilitones (Pedro Solbes, Jordi Sevilla, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Pascual Maragall) y la necrológica de Gómez está redactada. ¿Cuánto podría aguantar el secretario general del PSM si cierto medio de comunicación de referencia difundiese a tiempo una corruptela? Este ruidoso melodrama, cuyas últimas escenas tardarán aún en ser representadas, es un relevante informe de situación interna de José Luis Rodríguez Zapatero. Supone certificar que el liderazgo del presidente del Gobierno hace aguas.

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