Fuente el Saz de Jarama - Madrid

¿Qué está en crisis?
11 Junio 2011
Por una vez, voy a dejar de lado la perspectiva económica para intentar reflexionar en letra compartida sobre aquellas cuestiones que la ética colectiva ha ido dejando atrás, como trastos que no nos atrevemos a tirar pero que tampoco los tenemos a la vista, es una remanente extraño que está ahí y que no sabemos si tendremos que reutilizar de nuevo.
Sin lugar a dudas, las nuevas tecnologías de la comunicación han supuesto para una gran mayoría de personas acceder a una información sin fronteras. Desde una ventana, vemos el mundo. Lo que todavía no hemos asimilado es que también el mundo nos ve a nosotros. Internet ha supuesto cambiar la opacidad de las paredes de mampostería por otras de cristales transparentes, pero no nos olvidemos que se pueden convertir en un peligro.
¿Qué quiero decir? Que ha habido un acceso generalizado a la información pero que este acceso no abre las puertas a las toma de decisión. Siguen existiendo parcelas que, en lugar de utilizar cristal transparente, utilizan cristal esmerilado, vemos las sombras, pero no podemos nombre a lo que hay al otro lado.
Esta realidad nos obliga a dos cosas:
- A discernir la información objetiva de la basura informativa.
- A tener criterio, para quedarnos con lo que nos interesa. Encontrar la aguja en el pajar.
Sin olvidar un aspecto importantísimo: la llamada brecha digital. Los millones de personas que no saben o no pueden acceder a las nuevas tecnologías, quedan aparcadas en una cuneta, donde nos vamos encontrando los resignados, las personas mayores, los inmigrantes, los desposeídos y todos aquellos a los que la vida nos ha hecho invisibles, porque molestamos, estéticamente no llamamos la atención y, sobre todo, producimos gasto.

Ante esta visión un tanto negativa de la moral de la sociedad, sería - por mi parte – absolutamente injusto no señalar que hay grupos que se unen para expandir propuestas de solidaridad, buenas prácticas e incluso piden que seamos parte de una cadena humana en la que precisamente el individuo es el centro sobre el que gira todo el tiovivo social.

Resulta gratificante que en esta sociedad se empiecen a notar las aportaciones individuales, que al converger con las de otras personas, el cambio de verdad empieza a ser real.
Hemos estado viviendo una ilusión óptica, nos hemos creído que éramos - por obra y gracia del Espíritu Santo - una sociedad sobrada.
Nada más lejos de la realidad, las casas las hemos adquirido con hipotecas, los 4x4 con préstamos personales, a nuestros hijos los cuidaban las personas inmigrantes así como a nuestro mayores, por cuatro perras y sin derechos. Hasta que llegó la dictadura de estos trabajadores con empleo precario y empezaron a pedir salarios más altos que nuevos jóvenes con estudios universitarios. Y nos dimos cuenta que el mundo empezaba a girar en sentido contrario a las agujas del reloj.
Los chinos, millones de chinos, se despertaron. La élite comunista decidió hacerse con toda la divisa internacional y el pueblo chino veía los anuncios de Coca Cola, las películas americanas, a los europeos que hablaban de un modelo social, y despertaron, hasta donde sus líderes les han dejado.
Lo mismo ha pasado la orilla Sur del Mediterráneo, en La India y también en Pakistan últimamente sacudido por ser el escondite del terrorista más buscado del planeta, Bin Laden .
¿Qué nos pareció la súbita caza de la presa? Una ejecución, sí porque el método utilizado por Estados Unidos también se llama terrorismo de estado. No reaccionamos, se lo merecía, un indeseable menos. Otro principio a la basura, el estado de derecho.
El máximo responsable del Fondo Monetario Internacional es presuntamente un violador. La sociedad ha dicho no, imposible, esto ha sido una encerrona evidente. Le pusieron el cebo apropiado y picó. Pues va ser que tampoco, en principio y hasta que decidan los tribunales, este señor - eso sí con muchos privilegios - tendrá que demostrar su inocencia, por muchos abogados y ex personal del FBI que haya contratado para poner en duda la credibilidad de la camarera del Hotel. Nos hemos cargo la presunción de inocencia de la víctima.
Los curas han sido desenmascarados y en muchos casos han dejado de ser presuntos para ser condenados por abusos sexuales a menores. En principio, como esta sociedad tragaba con todo, el asunto quedaba en un traslado a otra parroquia para que continuaran ejerciendo su magisterio con absoluta impunidad y/o, en algunos casos, se acallaba la tragedia infantil con una indemnización. Viva el falso puritanismo.
Por fín, algo ha cambiado la pederastia se ha reconocido por el sumo Pontífice y ahora tienen las diócesis un año para redactar un código nacional sobre cómo actuar en estos casos. Unos cuantos, nos preguntamos para qué tanto tiempo. El conocimiento de un delito obliga a su denuncia inmediata ante los Tribunales y que éstos juzguen. Pero no, todavía no la Iglesia no ha llegado a tanto. Menos mal que los creyentes de base no incluimos la creencia en la pureza y bondad de la jerarquía católica.
Por otro lado, hay semanas trágicas en las que hasta cuatro mujeres han sido objeto de la violencia machista con resultado mortal. La sociedad empieza a concienciarse y sobre todo las mujeres (mañana puedo ser yo). No se avanza al ritmo deseado, porque quienes tienen que concienciarse son los hombres, los autores de la barbarie, la cobardía, las lesiones y la muerte.
¿Qué está, entonces, en crisis? ¿los mercados? ¿esos entes abstractos que todo lo dislocan, lo descomponen y lo ponen patas arribas?
No, estamos en crisis cada uno de nosotros, nuestra tolerancia hacia la corrupción, hacia la delincuencia de guante blanco, hacia los apropiadores de la voluntad ajena, hacia los que se han colocado ellos mismos en unos “status” o “púlpitos” intocables, hacia los que hemos permitido que se crean dioses es tan grande, que nosotros solitos nos estamos cargando lo más sagrado: nuestro futuro y el de las siguientes generaciones. Vamos a terminar por olvidar lo que es la dignidad, la calidad de vida, la seguridad jurídica, la justicia social y algo tan importante como el que “todos somos iguales”.

DIARIO PROGRESISTA