Terrible semana del 8 de Marzo Les guste o no a los académicos muchas de nosotras, cada vez más, no nos sentimos incluidas cuando se dice “el hombre”, por la humanidad, por ejemplo. Y no hay más que hablar ni tienen nada que decirnos: no nos sentimos incluidas, y como no nos sentimos incluidas creamos nuevo lenguaje o lo adaptamos a nuestras necesidades. Y como ahora hablamos en público, creamos discurso, escribimos… pues cambiamos los usos del lenguaje. Así que de la misma manera que Reverte nos llama “feminazis” (una palabra que no existe, pero que él necesita utilizar para demostrar su altura moral y sus complejos), nosotras hablamos y escribimos, y exigimos que se hable y se escriba, de manera que nos sintamos incluidas y reconocidas y esto se acabará imponiendo; simplemente porque ya no pueden vetarnos el acceso a la palabra. Y quizá eso sea lo que subyace a esta polémica, que los académicos no acaban de aceptar que ahora la lengua también la creamos nosotras, porque hemos accedido al discurso público, al conocimiento, y que por eso nombramos el mundo y decidimos también cómo queremos ser nombradas. Cualquier colectivo que sale de una situación de opresión (negación del acceso al discurso y al conocimiento, entre otras cosas) y se empodera, lo primero que hace es decidir cómo quiere que se le nombre y desde ese momento participa en la creación del lenguaje. |