Coslada - Madrid

...Puede tanto la constancia,
que sin accidentes peno,
como, de usarse veneno,
suele volverse en sustancia.
¿De quién me debo quejar?
o ¿qué remedio se sigue,
pues no hay quejas con que obligue
a poderme remediar?
Una sola recompensa
merezco, Señora, y pido:
que pues no he de ser querido,
el quereros no sea ofensa.
Porque si de pretender
favores vuestros me abstengo,
decidme, ¿qué culpa tengo
en saberos conocer?
Un beso.

No me ofendéis, mi señor,
pero anunciaros quisiera
que Inés, la que os espera,
jamás sentirá temor.
Que mi amor, a vuestro paso,
no se queja, se debate
entre vos y vuestras sombras
en paréntesis cerradas
y no hay en el mundo nada
que me impulse a claudicar.
Y sabré recompensaros.
No lo dudéis, caballero:
no anduve por el sendero
en el que pensáis que habito.
Os sigo, sí. Os lo admito
y me duele vuestro reto.
Pero sabed, oh, Don Juan
que la única certeza
es que, si encuentro belleza,
me rindo siempre al amor.
Buscadme en la noche larga
que rige ya mi destino.
La gélida nieve aguarda.
Sabréis hallar el camino.
Os respondo y os espero.
No pretendo los favores
que vos no queráis donarme,
no me siento su acreedora
más afirmo que, a estas horas
aunque no me améis, yo velo.