Colmenar Viejo - Madrid

Ayer día 9, viernes, tuvimos la suerte de presenciar una magnífica representación de la zarzuela La del Manojo de Rosas, aunque con una pequeña modificación que muy pocos notamos debida a necesidades de la compañía. En realidad, dos modificaciones, pero la cosa resultó bien porque los actores de carácter eran buenos y los cantantes eran magníficos.

Lo peor fue lo de siempre: el público ineducado de Colmenar Viejo. No he dicho maleducado, que supone tener una educación aunque mala o insuficiente, he dicho ineducado, que significa que no ha visto la educación ni en un cromo.

Un recital de toses y carraspeos acompañó a toda la representación, las toses hay que saber disculparlas si se hacen en momentos adecuados, pero ¡por favor, los carraspeos son imperdonables! Y ¿qué decir de esas señoras mayores medio sordas que hablan y hablan y hablan creyendo que nadie las escucha? Insoportables, detrás de mí alguien dijo aquello de "¿se podrían ustedes estar calladitas de una vez?" que desgraciadamente algunas veces se escucha en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Y los teléfonos móviles, ¿qué? No es ya lo malo que suenen, sino que además... ¡¡¡contestan y se inicia una conversación!!! No, señora suya: usted debe de apagar el teléfono antes de empezar la representación, y se la olvidó, ¡corte la llamada y si es algo importante, salga fuera de la sala y llame usted, tia grosera!

Público del auditorio de Colmenar Viejo, muchos de ustedes necesitan geometría y teología, saber estar y buen gusto.

Por favor, vengan al teatro todos los sábados, pero aprendan a estar en el teatro. Si lo que quieren es una tertulia, vayan a la cafetería de Manolo, por ejemplo, que los verdaderos aficionados se lo agradeceremos.

Ignatius J. Reilly.

Es que van directamente del sofá de su casa, viendo cualquier basura en la caja boba, a la butaca del auditorio para verse y que las vean las amistades, dandose aires de interés por la cultura.
Les sale el caracter pueblerino y se encuentran como en casa por el ambiente, por el caracter popular de la obra y la música. Les sale la falta de respeto a la obra, a los actores y a los demás. Ni siquiera se dan cuenta o, incluso, desprecian a quien les llame la atención.
Los programadores "culturales" deberían pensar en espectáculos apropiados para las diferentes clases de público y establecer una forma de acceso diferenciado según los rasgos de cada uno de ellos. Pero también puede que fueran adquiriendo un lustre si alguien, con autoridad y saber hacer, se ocupara de darles convenientemente unos toques.

Hoy he estado viendo Luisa Fernanda en Madrid. Hay que joderse, la habré visto unas 12 veces y siempre acaba igual. Voy con la esperanza de que Luisa Fernanda deje plantado a ese chulo y no hay manera, siempre pica y se va con él. En cuanto al público, sólo una señora que ha intentado masacrar la canción del soldadito, pero al primer sssssshhhifonazo ha desistido.

Definitivamente, me gusta la zarzuela, pero si alguna vez digo que quiero volver a ver Luisa Fernanda, que me sacudan un garrotazo en la cresta.

Algunos personajes de ficción necesitan teología y geometría, saber estar y buen gusto.

I.J.R.