Cobeña - Madrid

Vergüenza, vergüenza, vergüenza.

¡Fiesta!, ¡fiesta!, ¡fiesta!.

Queridos niños, creo que sois demasiado jóvenes para entender lo que pasó en Fuente Ovejuna, donde el pueblo se alzó contra el alcalde.
La cosa, hijos, es que el alcalde creyó ser la rana encantada y se colgó de la chepa la capa de armiño y mando al bufón de su corte a espiar a los humildes jornaleros. En el juego de deshojar la margarita, el bufón embrolló los términos de la ética y, como la mariposa de la oruga del Pino, se arrastró como las babosas.
El resto del cuento, es demasiado fuerte para ser contado del tirón. ¡Tic, tac, tic, tac, tic, tac!.
Sólo le falta a la rana, que soñó con ser príncipe, el verdugo y la guadaña y, en último caso, la escoba voladora para dar vueltas a la luna aprovechando el negro nubarrón.
¡Me vota o no me vota! y según el color de las bolas la rana repartía su gracia.
¡Tic, tac, tic, tac!
La rana, tapándose los oídos con tapones naturales, gritaba en su verano azul: ¡Que paren esa maquina infernal que hace tic, tac, tic, tac, tic, tac!.

jajajajaja con el del cuento.