Cuento de Navidad CUENTO DE NAVIDAD Era Navidad. Por la mañana le había regalado un ramito de flores, a él le gustaba ver cuando ella recibía el obsequio aquella mezcla de alegría y ternura que se reflejaba en su rostro. Aquel día bailaban en su lengua muchas palabras cariñosas, tiernas alusiones a la bondad y blandura de corazón de su compañera. Pensaba que la vida es hermosa cuando dentro de la vorágine en que se vive se logra hacer un remanso de paz y amor para meter en él a toda la gente que quería, ella incluida la primera, y poder disfrutar de ese mundo acotado e invulnerable, un mundo tierno y sencillo construido para ellos solos. Él había querido muchas veces sin expresar ni a la persona amada ni a la vida su loco anhelo, soportando resignado el dolor del amor. Vuelto a toda esperanza, sufriendo en soledad las amargas e inútiles contracciones de su ambicioso corazón. Por todo ello, esa Nochebuena le pareció diferente y bonita por el sólo hecho de tenerla a ella. Antes de ir a cenar, en un rinconcito oscuro, se miraron a los ojos entrelazando sus manos y fue entonces cuando él comprendió que únicamente así podría recorrer la vida con un poquito más de seguridad y confianza en sí mismo. Tenían las caras muy juntas y por la calle obscurecida, fría, no deambulaba nadie. Desde las tabernas cercanas se levantaban gruesas voces de borracho desafinando hermosas canciones de amor. Entre susurros él la dijo que creía en ella y ella respondió que le era imprescindible en su vida. Después se fueron abrazados entre las callejuelas solitarias. Se le oyó a él preguntar: -"¿No es cierto que no volveremos a pasar una Nochebuena separados?" Todas las cenas de Nochebuena, cuando acaricia a sus hijos y toma lenta y suavemente la mano de su mujer, sin saber muy bien por qué, recuerda aquél ramito de flores silvestres que le regaló una lejana Navidad. |