La musica de aquellos años Era sábado mediodía, llovía con intensidad y en el coche, rumbo al Escorial, Pepa Fernandez nos acompañaba como, por otra parte, suele ser habitual. De repente, en la sección que dedica a las incorrecciones del lenguaje, a modo de ejemplo de una de ellas, aparece una canción años 70, el Y te vas de Los Pecos y, súbitamente, un escalofrio recorre mi cuerpo, miles de sensaciones se me agolpan de una vez y por la mente, como en una película, pasan a toda velocidad imágenes, recuerdos, nostalgias de un tiempo, de unas gentes, de unos sueños que el tiempo, implacable, ha ido colocando en su lugar. Fué sentirlo y necesitar, de manera imperiosa, transmitirlo de alguna manera, en el papel, en la radio, donde fuera y, puestos a la obra, aquí estoy tratando de estrujarme las neuronas para, si es posible, darle forma a ese quebrantamiento general que la música, qué gran poder de evocación el suyo, me provocó una mañana cualquiera, de un día muy especial, escuchando "No es un día cualquiera" el programa de Radio Nacional. De golpe tuve sensación de vacio, sentí ganas de llorar, pensé lo que pudo haber sido, comprendí lo que es realidad, viví el paso del tiempo, comprendí los amigos que quedan y los que se van, en unos momentos, como el tunel del que hablan cuando llega el Final, ví que la vida se pasa, que el tiempo se va, que corre muy deprisa, que no se puede parar, que los sueños de joven, al ver el tiempo pasar, se te vuelven cadenas pàra podernos amarrar a que los años no pasen, a querer que fuese igual, a que, de pronto, una mañana en teoría igual, por culpa de una música, te viaja hacia atrás y te ves de golpe, sin casi aterrizar, en casa Cañardo, a punto de bailar, con treinta años menos, con ganas de soñar, escuchando a los Pecos y con los Ochenta a punto de empezar. Después la mañana, el día y lo que viene detrás, lo miras como con filtro, con poso vital, con lastre en el alma que, por lo menos ese día, nada ni nadie te va a quitar. Añoranzas, razones, sinrazones y soledades que al pasar los cincuenta, sin saber porqué, te pueden asaltar. Saludos |