CREO QUE ÉSTE ME SALIÓ ALGO RARO LA CATERVA NO ADORA IDOLOS DE BARRO La turba que escribe es peligrosa. Intentan averiguar el futuro escudriñando curiosos el alma; buscan resolver enigmas suspendidos en fantasías. Subliman gozos con matices que ellos mismos procrean. A la gente que escribe es difícil engañarles. Incuban experiencias del mundo real y del ficticio que les proporcionan manantiales inagotables de información. La patulea que escribe, prefiere engañarse a sí mismos antes que dudar de una devoción y se excusan con el mundo de contradicciones permanentes en el que se recluyen. La caterva que escribe ni desayuna ni almuerza; sólo cena, para evitar que las luces traidoras de la noche le sorprenda con el estómago vacío. Los sujetos que escriben guardan promesas veraniegas para, como si fueran mantas, abrigarse con ellas en invierno. De las musas de la cáfila que escribe nadie sabe nada, aunque indicios tengan. Se equivocan, como equivocan las cosas del corazón que, a veces, suelen también ser casquivanas. La horda que escribe idolatra la sinceridad porque quiere saber donde aposenta sus reales la lealtad. El tropel que escribe conoce las sonrisas que ocultan traiciones, pero se callan, esperando el postrer momento de genial lucidez del sonreidor. A la chusma que escribe les gustan las plazas de toros vacías porque llenas están de emociones ocultas que se hacen visibles cuando están llenas. Los sujetos que escriben no han perdido guerras, aunque sigan perdiendo batallas que provocan les tachen de raros y al final como normales les tratan. La parentela que escribe no lo hace por dinero, añoran eternizar un instante fugaz como añoran el sueño físico; del otro, sobrados andan. Los individuos que escriben conocen a los carentes de magia por más que estos digan que duermen tranquilos. La tropa que escribe llora como niños, buscan a alguien sincero que les acunen con metáforas que consuelen su necesidad de protección. Jamás os confundáis con la caterva que escribe aunque agonizantes estén por las esquinas. Ellos se sienten dignos y nunca adoran ídolos de barro. Morirán inadaptados pero no ignorantes del mundo falso que les rodea...
|